Un polaco llamado Polanski

También en la NBA jugó un turco apellidado Turcoglu, si vamos al caso. Pero lo que es cierto es que el ser humano es paradójico o no es tan pensante como solemos creer. Cuando en 2002 presentó "El pianista", algunos (pocos) le criticaron a Raymond Roman Liebling -más conocido como Roman Polanski, su verdadero apellido polaco y judío- que la Segunda Guerra y el Holocausto no había sido como la película lo mostraba. El problema es que él había sobrevivido al Ghetto de Varsovia, viendo morir a casi toda su familia en campos de concentración, mientras que quienes lo criticaban sólo habían visto esto en el cine.



Otro hecho horrible marcaría su vida muchos años después. Casado con su segunda esposa -la muy hermosa Sharon Tate, aunque esto es una redundancia porque no se le han conocido al petiso novias feas- estaba filmando en Inglaterra en 1969 cuando le llegó la noticia que, como después se sabría, unos integrantes del clan Manson habían asesinado a Tate y a otros cuatro amigos a puñaladas, estando ella a pocos días de dar a luz. Esta masacre, ocurrida un año después de que Polanski hubiera tenido un gran éxito con una película demoníaca en tiempos en que no estaba demasiado de moda el tema en el cine comercial ("El bebé de Rosemary", claro), dio pie a la especulación de que era una venganza de Mandinga o algo así. El problema es que Manson -quien no estuvo personalmente en los asesinatos pero los instigó- nunca pensó en matar al matrimonio Polanski sino a un tipo que los había echado por drogadictos y sus "muchachos" le erraron a la casa. El líder del clan se había vuelto loco con el tema "Helter skelter" del gran Paul Mc. No quiero ni pensar qué hubiera hecho si escuchaba "El diablo en mi corazón" del Cuarteto de Nos.

Polanski se destacó en sus comienzos inmediatamente en la famosa escuela de cine de Lodsz -actuó en el debut de Wajda, "Generación"- con varios cortometrajes que habría que ver (el famoso "Dos hombres y un armario" es excelente). Debuta en el largo con "El cuchillo en el agua" (1962), un talentoso drama teatral con un trío en un barco y volvió a su Paris natal para consagrarse definitivamente con el drama surrealista "Repulsión" con una jovencita Catherine Deneuve.

Cul de sac


Rodó "Cul de sac" (1965) en Londres antes de dar el salto a Hollywood. Allí debutó con "La danza de los vampiros" (1967), una farsa muy graciosa sobre el mito de Drácula y similares. En el final, el profesor que habìa intentado terminar con la plaga de los vampiros no hace más que favorecer su expansión, una ironía típicamente polanskiana.

Con "El bebé..." se pondría más "serio", aunque no abandonaría el talento ni la sutileza. Noten -cuando la vean- cómo progresivamente se va enrareciendo el clima sin perder jamás la credibilidad ni la coherencia. Luego de los crímenes, realizó dos films que fracasaron relativamente en taquilla: un sangriento "Macbeth" (1971) en Inglaterra y una comedia absurda en Italia: "¿Qué?" (1972). En 1974 volvería a Estados Unidos y a consagrarse: "Chinatown" (1974) era un brillante policial negro, original y absurdo con un Jack Nicholson (dueño de la casa donde ocurrieron los crímenes de Manson) espléndido. 

En 1976 vuelve a Francia para protagonizar "El inquilino" (1976), un fracaso comercial inmerecido. Película enigmática, surrealista y absurda, pero al mismo tiempo fácilmente comprensible -lo que no es para cualquiera- fue injustamente menospreciada. Su siguiente film es otra obra maestra (hasta aquí, casi todas sus películas lo son): "Tess" (1979), con Natassia Kinski, su nueva pareja. Adaptación muy clásica pero muy personal y talentosa a la vez de una novela victoriana, lo reconcilió con los productores.

 

Búsqueda frenética



Pero no con Hollywood. Había sido acusado -y con razón- de narcotizar y violar a una chica de 13 años... en la casa de Nicholson. ¿Hay algún psicoanalista en la sala?. Estuviste muy mal, petiso, justo vos tan ganador con las mujeres, ¿tenías alguna necesidad?. Aún hoy sigue procesado y  no puede volver a tierra norteamericana, de donde huyó para no caer en la gayola.

A partir de ahí alternaría dulces con saladas, como diría uno que yo sé. "Piratas" (1986), una comedia imaginate de qué género fracasó pero no la vi. "Búsqueda frenética" (1988) es un thriller de suspenso con Harrison Ford que sólo tiene algunos toques irónicos propios de mi ex amigo Roman. Mucho más toques de esos tendría "Perversa luna de hiel" (1993), con Hugh Grant haciendo, como casi siempre de joven, de inglés pintún y medio boludo.

Con "La muerte y la doncella" (1994) adaptaría una pieza teatral del chileno Ariel Dorfman (el que lee al pato Donald) sobre una ex presa política (Sigourney Weaver) que cree reconocer a su ex torturador (Ben Kingsley), un tema que debe haber sentido próximo. En 1999 adapta a Pérez-Reverte con Johnny Deep, en un film ("La última puerta"), más bien rutinario.

 

Oliver Twist

En 2002 volvería al reconocimiento crítico. "El pianista" es la historia de un pobre desgraciado que sobrevive como puede y no de un héroe trágico, en un tema muy caro a los polacos. Llegando a los 70 años, recién ahí Polanski pudo narrar aquella época que tan bien conoció. La película es realmente muy buena, narrando aquellos años con ese estilo tan típico del petiso: un relato contado de forma clásica, con toques irónicos y con un minucioso cuidado de todos los rubros técnicos. Ganó el Oscar a mejor actor (un Adrien Brody que le comió la boca en la ceremonia a Halle Berry, como haría uno) y a director. Polanski preguntó si podía volver a E.E.U.U. y contestaron: "Negativo, muñeco".

Después de eso realizaría: "Oliver Twist" (2005), que aún no vi -mal yo-; "El escritor oculto" (2010), un thriller parecido a "La última puerta" pero sin demonios y con Ewan McGregor; "Carnage" o "Un dios salvaje", adaptación teatral que no le gustó a nadie y "La venus de las pieles" (2013), con sólo dos actores (su última mujer desde hace casi 30 años, Emanuelle Sieger y Mathieu Amalric), que también tengo pendiente. 

Yo acuso

Lo último del petiso: en 2017 realizó "Basada en hechos reales" con la patrona haciendo de escritora famosa y Eva Green, de acosadora (Eva: yo también soy escritor), en relato que tiene una muy previsible vuelta de tuerca; "Yo acuso", una talentosa mirada al célebre caso Dreyfus y el año pasado presentó "El palacio", una comedia absurda como le gustan, pero que ha fracasado con todo éxito. Tiene un elenco curioso: Fanny Ardant, John Cleese, Sidne Rome y Oliver Masucci (el Ulrich de "Dark").

      
En resumen: un viejo verde, medio traumado y difícil -por decirlo delicadamente- en su trato con las personas, pero un director de puta madre -por decirlo galaicamente- que sabe bien cómo poner una cámara, cómo controlar el ritmo del relato y cómo innovar sin amaneramientos huecos. Tendrá medio agotada la vena creativa, pero capaz que un día de estos nos sorprende con otra maravilla.

 

YA QUE ESTAMOS EN EL TEMA, LA CANCIÓN "DERRUMBE" CON LA QUE EL DOCTOR JORGE DREXLER GANÓ UN PAR DE GRAMMYS. PARA QUE CADA UNO JUZGUE:


 

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SEAN LOS ORIENTALES TAN ENFERMOS COMO ESTÚPIDOS (XVIII)

PERSONAJES: Quien esto escribe, una funcionaria administrativa a la que llamaremos Adriana y una Gerenta de Recursos Humanos (que suena mucho más pomposo que el Jefe de Personal de siempre) a quien apellidaremos Aparicio.

Adriana era una señora de aproximadamente 40 años, muy responsable y seria como trabajadora, lo que no podía decirse de la mayoría del personal a mi cargo. Un día me presenta un problema: viviendo en el traste del mundo y entrando a las 7 de la mañana los domingos, la empresa de ómnibus comandada por un señor cuyo apellido significa "Salado" en portugués, cambió los horarios del primer coche de la única línea que la traía a la Española y así le era imposible llegar en hora. A menos que se tomara un taxi, pero con cuatro viajes de esos y en domingo, se le iba el sueldo en el lujo.

Como la petición era razonable, la funcionaria en cuestión alguien valioso y además, era un cambio ínfimo y, por si fuera poco, desde el punto de vista de la empresa salíamos ganando porque siempre iba a ser más necesaria a última hora que entre 7 y 7:30, que era el período de tiempo en que dejaba de venir, sin dudarlo hice el papel correspondiente para un cambio de horario permanente, el mismo que se venía haciendo desde el siglo XIX, minutos después que se fundara la mutualista.

Las funcionarias de Recursos Humanos me miraron horrorizadas. Hacía un tiempo que la licenciada Aparicio -que dicho sea de paso, cuando le comenté a una ex decana de Psicología que esta licenciada de alguna boludez de su facultad era la Gerenta de RRHH de una empresa de 7000 empleados, largó una sonora carcajada- había ordenado que todos los cambios permanentes tenían que ser autorizados por ella.

-¡Pero si yo soy el jefe de la funcionaria! ¿Para qué estoy, entonces? Si "Aparicio" quiere saber por qué hago el cambio, se lo explicaré con mucho gusto -argumenté, pero no tuve éxito. La orden de la Gerenta era la orden de la Gerenta. 

Ésta estuvo aproximadamente cuatro años más en su cargo -como se estila ahora en la mutualista, había entrado desde la calle directamente como alta jerarca- y todavía estoy esperando que autorice un cambio de media hora en la entrada y salida de una administrativa. Se ve que no tuvo tiempo para estudiar semejante complicación del normal desarrollo del Universo.

Esta enfermera es real y éste es el uniforme que usa. Que se copie el ejemplo.


En realidad, este es un buen ejemplo de para qué sirven la inmensa mayoría de las jerarquías de la Asociación Española actuales: para nada bueno. Obsesionados con cagar gente y meter el gaucho, son absolutamente inútiles a la hora de hacer eso que algunos antiguos llamamos trabajar. Si a alguien le interesa, el problema de la funcionaria que vivía lejos lo arreglé con la jefa de la sección, que todos los meses tenía que enviar un listado con los horarios fijos de sus funcionarios. Así que la nueva orden de "Aparicio" sólo sirvió para joder. Exactamente igual que ella.    

Teniendo el apellido del caudillo que se alzó contra el gobierno del viejo Batlle y Ordóñez (ex Propios) porque no le respetó algún acuerdo de reparto de departamentos a gobernar, y que murió hace 120 años pero igual sus descendientes siguen currando con el parentesco, hizo correr el rumor de que era de su familia (bastante morochona de piel era, al igual que el aludido) pero lo más probable es que fuera mentira. Con la idea fija de meter miedo a los funcionarios -le dijo al sindicato que era la única manera de que la gente trabaje- tenía una insólita manera de tratar a quienes trabajaban directamente en su sector, oscilando entre el cariño desmedido -estuve a punto de creer que se me regalaba, por la forma de bebotearme insólita que tenía, decí que yo ya estaba viejo- y los ataques de furia descontrolada. 

A mí me quitó el saludo -y la palabra y los arrumacos geriátricos- porque un sábado llamó por teléfono y me preguntó cómo estaba y le dije que bien. Acto seguido, consultó si algún médico había pedido suplente y había que cubrirlo y le dije que sí y comenzó a gritar que entonces no podía contestar que estaba bien. Yo le respondí que estaba bien, porque no tenía problemas de salud ni de dinero y si tenía trabajo que resolver, eso no quería decir que me sintiera mal. Le agregué que de las 5 guardias que debía cubrir, ya lo había hecho con 4, pero estoy seguro que no me escuchó. Evidentemente, eran problemas sin importancia. Dicho sea de paso, la quinta la cubrí media hora después, antes de irme.

Antes que eso, una tarde me había mandado a llamar y delante de dos subjefas me contó que, como iban a cambiar de lugar UNA de las NUEVE secciones que yo dirigía sábados, domingos y feriados (no lo dijo así, obviamente) iba a pasar a trabajar allí, en Recursos Humanos. La explicación parecía absurda pero era en realidad estúpida, porque si cambiaban 50 metros una sección, podía seguir yendo allí evidentemente. Pero no dije nada, porque no quería gastar pólvora en chimangos siquiátricos. Que me mandaran adonde quisieran y ya estaba. 

También era mentirosa: me sacaban de esa jefatura por una denuncia de un socio y no me dieron la menor posibilidad de explicar mi comportamiento ni de defenderme. Cuando le pregunté si seguiría trabajando como jefe, me contestó que sí, mintiendo nuevamente. Mintiendo al recontra pedo: si tenés más cargo que yo, me contestás que me sacás porque se te cantan los huevos y ya está. Que es la verdad. Encima agregó: -La Subgerenta me contó que tú ya estuviste en RRHH, así que ya conocés todo el trabajo. -En 1985 -contesté (ésto pasó en 2018, hagan ustedes la cuenta).  Encima, una de las subjefas me dijo de forma que "Aparicio" pudiera escuchar: -¡Qué miedo que tenías cuando entraste!. -¿Miedo de qué? -contesté, haciendo el gesto de no entender una palabra. Más tarde, me avivaría que esa era la forma que tenía de trabajarse un carguito que nunca le llegó.

No fue una excepción, no fue un error. Es una política que está destrozando a la mutualista paralelamente al creciente déficit económico. Usted, como socio, puede pensar que eso son problemas internos, que no le hacen a su vida, pero téngalo en cuenta la próxima vez, cuando le coordinen una placa para el 31 de febrero de 2035 Antes de Cristo y cuando vaya a protestar, descubra que el jefe es peor que el empleado.

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