El vuelo de las Águilas (parte 3)

Melina y Federico son dos maestros oriundos de Santa Rosa que se desempeñan en la Escuela 119 de Piedras blancas y que nos narran su experiencia docente en contextos no demasiado privilegiados, con énfasis en el proceso de creación de un equipo de rugby.

PARTE 2


¿Y en esas situaciones se apoyan entre ustedes?

 

Considero que en el tiempo que trabajamos juntos, somos una buena dupla. Yo siempre digo que la figura de Federico en el comunitario era, capaz, la única figura masculina positiva que tenían muchos gurises. Porque en las familias, en general, la figura masculina es decorativa o ausente.

La tarea comunitaria en soledad debe muy difícil. Yo siempre tuve compañeros y ahí se lleva de otra manera.

 

Hay veces es la escuela el único espacio que les marca lo que sí y lo que no. Para garantizarles a todos que aprendan bien hay que ser siempre coherente y justo. Los niños tienen la mira puesta que no haya excepciones y para eso nos estimulamos entre nosotros.

 

El permanecer tantos años tiene que ver con eso, el habernos nutrido y no habernos quedado con la visión negativa del principio, de lo que no se podía hacer y siempre inventando proyectos. Eso los niños lo perciben y hemos hecho cosas increíbles. Siempre estamos como inventando proyectos para proponer otros mundos posibles y que ellos se sientan parte.

 

Otro gran experiencia fue en pandemia, cuando las clases presenciales eran pocas y con Federico llevamos adelante la radio comunitaria vía web con el eslogan de “Radio campamento, la radio que te pone en movimiento”.



La radio fue algo que nunca habíamos explorado y nos permitió estar en contacto y llegar de otra manera a la comunidad en esa época de aislamiento. Fe algo innovador que nos permitió pensar la escuela más allá de las paredes, porque uno ve la escuela y la estructura que se te viene siempre es el edificio, pero hay otras formas de hacer escuela y en ese momento la radio hizo que la escuela llegara a los hogares.

 

¿Y para ustedes cuál es el proyecto que sobresalió y sobresale?

 

De todos esos proyectos el que sobresalió y tuvo una vida propia son Las Águilas, porque ahí hay un fenómeno que no logramos descifrar y no sabemos cuánto va a durar porque las chiquilinas empiezan a crecer, pero ellas siguen al firme con el equipo.

 

¿Sigue siendo el mismo sentimiento del primer día?

 

Cuando nosotros empezamos yo les dije a las chiquilinas, sin ánimo de amenaza: “¡miren que nosotros salimos una hora antes para llegar! Yo no quiero llegar a Tula y Belloni y que ustedes no estén porque este proyecto se acaba hoy!

 

Y la verdad es que nosotros nos levantamos temprano para hacer el trayecto, así sea en nuestro auto o en el ómnibus para poder llegar y ya cuando vas llegando, se ven unas camisetas verde flúo resaltando y uno dice “ahí están Las Águilas”. Y eso emociona, gratifica y desafía.

 

No tenemos hijos propios por opción pero sentimos que cada águila es parte de ese paternar y maternar a nuestro estilo y con nuestro deporte, y asumimos ese compromiso. Siempre estamos pensando, craneando cosas como para para sumar en su proceso.

 

Yo siempre digo que la gente busca trascender de distintas maneras. Algunos trascienden en sus hijos y en sus nietos y nosotros vamos a trascender con las Águilas, independientemente de que este proyecto dure dos, tres, cinco o diez años.

 

Estamos cambiando de historia de esta gente que pudiendo hacer cualquier otra cosa decide dos veces por semana juntarse a jugar rugby.

 

Más difícil es ya estar federado, cumplir con el calendario de la URU lo máximo que se pueda, controlar que estén toda la fichas médicas al día.

 

Nuestra idea no es masificar por masificar sino que no se pierda  la esencia de las Águilas, que cada chiquilina sea parte, que nosotros la conozcamos con su nombre, su apellido y su historia, y que nos apoyemos para crecer juntos. De nada sirve tener 200 jugadoras y no sabes ni quiénes son.

 

¿Cómo ven la etapa de la adolescencia en las chiquilinas?

Una cosa que vimos en muchas es que los 15 es un año complejo. Después están las que tienen 16 y 17, ya es otra cosa. Están

las mayores que ya trabajan y tienen que congeniar trabajo con deporte. Al ser mayores de edad tenés que ver cómo les hablas, cómo encarás, cómo marcás el límite. Es diferente.

 

¿Están teniendo ayuda a la hora de entrenar? 

 

Ya tenemos Águilas mayores que nos dan una mano al entrenar y eso oxigena.

 

¿Como es el comportamiento de los grandes?

 

Están empoderados del proyecto pero igual aunque sean mayores no te creas que no hay que llamarles la atención, estar ahí, hacerles la contención, preguntarles cómo está tu trabajo, la familia, etc. Una de las cosas que más hacemos nosotros es estar pendientes de sus redes sociales para que no se expongan innecesariamente en las publicaciones.

 

¿Y qué creen que les dejará la experiencia de Águilas a los niños y niñas que han participado?

 

Para mí lo mejor de Águilas es que hay alguna que por el perfil competitivo que tiene, sabés que si se dedica a esto, por la experiencia que tuvo (jugar con la selección, viajes, estar vinculada laboralmente con el mundo del rugby, haber conocido a otra gente), va a tener muchas oportunidades. Otras no tienen un perfil competitivo, es más social, y van a estar hasta que la vida se les empiece a complicar y tengan que arrancar para las 8 horas. La cosa es que cuando pasen raya y sean adultas, digan “pa, qué bueno estuvo esta etapa en mi adolescencia con el rugby, fuimos para acá y para allá, ganamos, perdimos, reímos, lloramos, ganamos copas, etc.”.

 

¿Y esperan que este proceso cumpla ese refrán que dice que el alumno superó al maestro, y que ellos en el futuro queden al frente de las Águilas?

 

Una de las ideas es que ellas se vayan formando para que agarren la posta. Nosotros siempre decimos con Fede que nosotros no vamos a ser eternos, uno puede sostener y contener y apoyar hasta que esto tome forma, y que vayan tomando el relevo.

Eso sería como la conclusión máxima para consolidarse. Tendrían que empoderarse todos los demás y continuar la obra.

Ejemplo es que a una gurisa se le pueda despertar el ser docente, de hecho tenemos una chica que no fue alumna nuestra pero llegó al equipo por una jugadora y este año empieza profesorado de educación física. Ahí uno no ve el alcance que puede tener todo esto.

 

¿Cómo fue el viaje a Argentina?

 

Pua… esa fue una experiencia tremenda, aparte de ya conocer varios departamentos, ese viaje fue lo máximo. Cruzar el charco nos implicó hasta hacer permisos del menor y ahí se movilizó gente que ni siquiera se veía, que ejercen su paternidad de distintas maneras.

 

Pero fue un proyecto que nos pusimos en mente, se trabajó, se hicieron rifas, se viajó, se trajo la copa, vinimos con una gurisa quebrada pero fue una experiencia inolvidable. Sobre todo para muchas que nunca habían salido del país. Además, en ese entonces nadie de juvenil había viajado a otro país y eso le hizo un ruido grande a la Unión de Rugby del Uruguay, pero que fue para bien.

 

¿La gente se sorprende cada vez que las Águilas llegan a la cancha?

 

Olvidate. Nosotros bajamos del ómnibus y bajan y bajan chiquilinas y si vos estás viendo esa situación y la cantidad que son, te lleva a sorprenderte y a decir “pah, qué genial, y además nosotros no sabemos por qué el fenómeno se da en las mujeres, porque cuando arrancó el proyecto se lo presentamos a niños y niñas y en cada pretemporada nueva siempre se suman más varones, pero son pocos los que sostienen. Pero las chiquilinas sí sostienen, se dan manija y siguen.

 

¿Por qué las chicas responden y los varones no? Es un misterio.

 

Comentarios

  1. Que obra de bien y que bueno que haya alguien fuera del mudillo del rugby que lo haga conocer bo.

    ResponderBorrar
  2. Qué lindo proyecto. Cada capítulo que publicás se le agarra más cariño a Melina y Federico. Como dice la gurisada "entendieron todo"

    ResponderBorrar

Publicar un comentario