Sinners: una noche de blues y sangre

 



Escribo estas líneas mientras estoy escuchando la banda sonora de la película Sinners (2025), película recientemente agregada al catálogo de MAX (o HBO MAX dependiendo de cuál sea el nombre de la plataforma el día que estés leyendo). Dirigida por Ryan Coogler y si hay algo a destacar de esta película es su banda sonora, la cual tiene una onda western y blues... mucho blues.

Su director tiene un estilo que centra su mirada en la cultura afroamericana, con la correspondiente crítica social reflejada a través de sus personajes. Se dio a conocer a las grandes masas con proyectos tales como la séptima entrega de la saga de Rocky, Creed (2015), la que cambió el enfoque de la historia al no centrarla en el veterano boxeador sino en la historia del hijo de su amigo/rival Apollo Creed. Además, dirigió la primera película de Black Panther (2018) para el Universo Cinematográfico de Marvel. Esta cinta fue un éxito tanto a nivel de recaudación como con la crítica. También estuvo a cargo de su secuela, Black Panther: Wakanda Forever (2022), pero esta película tuvo muchos problemas, fundamentalmente por el triste fallecimiento de su protagonista Chadwick Boseman, lo cual sacudió a toda la producción. Esto se notó en el resultado final, que pese a ser un homenaje sufrió un bajón de calidad como consecuencia de los cambios que se realizaron en la trama.

Otro punto que comparten estas películas y otras de la filmografía de Coogler es la participación de Michael B. Jordan, tanto como protagonista, antagonista, e incluso, por medio de algún cameo.

Sinners es protagonizada por Jordan por partida doble ya que interpreta a los hermanos Somke y Stack. Los protagonistas vuelven a su tierra natal con un objetivo claro, abrir un club nocturno como centro de entretenimiento para las personas afroamericanas que trabajan en las plantaciones de algodón.

La película comienza contándole a los espectadores que cuando la música es interpretada por ciertos sujetos es tan pura que ocasiona que los límites de la realidad se vuelvan difusos, atrayendo incluso a criaturas malvadas. Esto es una referencia a la leyenda del guitarrista de blues Robert Johnson, de quien se decía que había hecho un pacto con el diablo para volverse famoso. En esta historia el personaje que crea el vínculo entre su música y el mundo de los espíritus es el primo de los protagonistas, Sammie Moore, interpretado por Miles Caton. 

La trama puede dividirse en dos partes, cada una de ellas con sus diferentes capas. En la primera, vemos toda la búsqueda por parte de los protagonistas de todos los elementos necesarios para montar y hacer funcionar el club. En este punto conocemos a los personajes interpretados por Delroy Lindo, que es el encargado de ser en varias ocasiones el alivio cómico de la película, además de resaltar esa condición cuasireligiosa del blues, mientras que los de Hailee Steinfield y Wunmi Mosaku son el nexo con el pasado de Somke y Stack. Esta primera parte sirve para hacer un recorrido por el sur estadounidense en plena época del segregacionismo racial y nos presenta una descripción de la sociedad, la opresión y discriminación existente sobre los afroamericanos en ese momento. La segunda parte comienza una vez caída la noche y con el club funcionando. Conocemos a la verdadera amenaza, porque no estamos únicamente ante una película que describe a la sociedad del sur de Estados Unidos en la década del treinta, sino que estamos ante una historia de terror sobrenatural y ésta se inicia cuando conocemos a Remmick, interpretado por Jack O'Connell.

Una vez presentado el principal antagonista la acción vuelve al club para que presenciemos la escena más surrealista de la película, plasmada en un gran plano secuencia en el que la música de Sammie rompe los límites del presente, pasado y futuro, atrayendo al lugar a la verdadera amenaza y sellando así el destino de los presentes. Ésta es sin dudas la secuencia que se recordará por mucho tiempo. 

Hacia su clímax la película toma un tinte que hace recordar a “Del Crepúsculo al amanecer”, pese a dar un cierre a lo que acontece, se complementa con dos escenas postcréditos, una bastante extensa que hace referencia al destino de algunos personajes y la segunda de nuevo resaltando la música.

Una de las características de esta película es que toca muchísimos temas, algunos de forma más clara y profunda, otros más superficialmente. Uno de los elementos centrales de esta historia es la búsqueda de la libertad por parte de los personajes, aunque ésta sea meramente una ilusión. Estamos ante una muy buena experiencia cinematográfica y pese a algún que otro detalle que se podría mejorar no cabe duda de que se disfruta en grande, y su blues.... gracias por tanto blues....








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