El pasado martes 3/12 a las 18:15 se midieron en la vereda de la calle José Martí, frente al 3338, los planteles del equipo de los fumadores y el equipo de los peatones. Los del humo suelen ser cursar, enseñar o trabajar en la Facultad de Artes de la UDELAR. Por su parte, los transeúntes viven, trabajan o simplemente se desplazan por la zona.
Pese al arranque que busca asemejarse a las columnas donde se reseñan partidos, la columna de hoy está alejada de su tópico clásico y desde un pequeño drama burgués invita a preguntarnos cosas. Sin embargo, esta reflexión fue disparada volviendo de una práctica con los U18 en el gimnasio del club Trouville, que se encuentra en la misma manzana que la facultad.
La escena que se describe en el primer párrafo fue vivida el martes, pero ocurre todos los días en el horario en que funciona la casa de estudios. Esto se debe, al menos, a la ley 18.256 promulgada el 06/03/2008 en la que se prohíbe fumar en los espacios abiertos o cerrados de los centros educativos.
Cuerpo de la ley, extraído de la web de IMPO |
La correcta aplicación de la ley genera que todos los días tanto alumnos como docentes se amontonen en la angosta vereda disponible sobre la calle Martí. Para hacer esto más ridículo, parte importante de ellos se ubican recostados contra la reja que marca la frontera entre vereda y patio. Mientras esto ocurre los bancos que hay dispuestos en el patio frontal de la facultad suelen estar vacíos.
Los peatones que por allí transitan, deben esquivar alumnos, docentes y funcionarios que se aglomeran a fumar sin contravenir la ley, mientras los espacios de la facultad que se supone deberían recibirlos y brindarles confort están desaprovechados. Si driblear fumadores con libre albedrío, que en general están concentrados en sus charlas y no en el tránsito peatonal es un caos, pensemos en quienes tienen la dicha de estar en silla de ruedas, usando bastones o empujando un cochecito de bebé. Para ellos la empresa de atravesar ese mar de fumadores entre baldosas partidas puede ser aún más desafiante.
Frente de la Facultad de Artes que antes eran Bellas, pero ya no son |
¿Cuál es la duda que busco plantear? Se entiende que la ley busca que los centros educativos sean espacios totalmente libres de humo de tabaco. Y me parece genial. Desde que se prohibió fumar en espacios cerrados mi calidad de vida mejoró considerablemente e intuyo que será la realidad de todos los uruguayos. Ahora, ¿no deberíamos contemplar que cuando la prohibición de fumar de un lado arbitrario de la reja hace que todos los vecinos estemos entre humo de tabaco (y otras yerbas), esquivando gente, la ley nos perjudica más que beneficiarnos? ¿Qué poderes metafísicos hacen que en un sistema abierto, donde hay intercambio de energía y materia, sea distinto fumar de un lado u otro de la reja? (Cuando los primeros centímetros son de murito y el resto de reja, como en la foto, ¿sigue siendo correcto llamarlo reja o ya es un muro?)
Sé que tenemos preguntas más importantes a nivel país, pero que eso no quite el foco de las otras preguntas que pueden ir surgiendo.
Como toda norma, es perfectible.
ResponderBorrarRecuerdo lo q era antes ir a un boliche, volvías a tu casa con un olor a pucho espantoso.
Creo q hay países donde las normas sobre fumar tmb incluye un determinado número de personas por determinada área de espacio público.