"Alps" es un film griego del director Yiorgos Lánthimos -a quien le dedicamos la Canchita del 4/11- realizada en 2011. Trata sobre cuatro tipos que fundan algo así como una empresa para sustituir con su presencia a los muertos recientes de las familias que los contratan.
No voy a comentar más de la película en sí, más que decir que es polémica, interesante y un poco desconcertante. Pero hay un par de detalles de ella -y de muchas otras- que me llevaron a escribir en esta entrega sobre esos dos aspectos de los cuales los profesionales de la crítica no suelen ocuparse muy frecuentemente que digamos. Capaz que hacen bien.
La primera de esas cuestiones es la del título. "Alps" es como se denomina a la cordillera de los Alpes en inglés. Tiene su que ver en este caso porque el jefe de la empresa (o conjunto, o secta, o qué sé yo) decide que se llamen así. ¿Pero por qué el nombre en inglés? Como ya dije, es una película griega que por razones fáciles de imaginar está hablada en idioma griego y su título original, justamente en esa lengua es: "Alpeis", que también quiere decir "Alpes". Repito, ¿por qué se estrena -por ejemplo en España- como "Alps", en inglés?
Pongamos otro ejemplo sin salir del país helénico: hay un film de 2021 dirigido por Christos Nikou que aquí se estrenó (cosa que no pasó con "Alps") como "Apples". Como hasta mi vieja sabe, eso quiere decir "Manzanas". El título tiene que ver con la anécdota de un mundo donde hay un virus extraño que provoca amnesias totales y los dos protagonistas descubren que les encanta esa fruta y creen que es su primer recuerdo. Ahora, ¿por qué le ponen "Apples" y no "Manzanas", si la película es griega y no hablada en inglés y en este país, si la memoria no me falla, hablamos castellano?
Además, ¿por qué, en la exhibición cinematográfica, se cambian los nombres originales de las películas y no se traducen solamente? Cuando Picasso pintó "Les demoiselles de Avignon", se la refirió en nuestro idioma como "Las señoritas de Aviñón" y no como "Pasión incontrolable" o "Locademia de modelos". Lo mismo pasa con las traducciones literarias, más allá de que haya algunos traductores que aprendieron en la academia "Los hijos de puta", como diría Capusotto. Si el director (o los productores) se rompen el hongo pensando un título que quede bien y pueda ser comercial, ¿por qué los genios de la distribución le ponen cualquier otra cosa?
Algunos ejemplos clásicos: "Una eva y dos adanes" de Billy Wilder se debió llamar "Algunos lo prefieren caliente"; "A la hora señalada", el gran western de Zinnemann, se llama "Al mediodía"; otro western como "Más corazón que odio" de John Ford debería ser "Los buscadores"; "La ventana indiscreta" fue llamada por Hitchcock "La ventana trasera" (o de atrás) y "El silencio de los inocentes" es, en realidad, "El silencio de los corderos". Hay miles más; tú, joven lector, puedes aportar el tuyo.
Volvamos a "Alpes" y lleguemos a la segunda consideración: en el film tiene un papel importante (es una de los cuatro integrantes del grupo) la actriz francesa Ariane Labed, quien pronto se casaría con Lánthimos. Y supongo que en aquella época ya se estarían dragoneando, como diría mi abuela materna, que en paz descanse. Lo cierto es que en el medio de la película Labed se manda un topless bastante innecesario (foto) mientras comienza a entrenar (hace el papel de una gimnasta).
No es que me moleste. Labed tenía unos 27 años en ese momento y es una chica bonita con un aire a Kristen Stewart, lo cual es todo un elogio. Además, considero que los actores (y actrices) tienen (tenemos) que desnudarnos, teñirnos el pelo o raparnos, etc., si el papel lo necesita. Yo puedo estar tranquilo que ningún director me va a pedir que me desnude solamente para tratarme como un objeto sexual, pero en el caso de "Alpes", el desnudo de la hermosa Labed es bastante al pedo.
Hace poco y buscando otra cosa en Wikipedo (lo juro) encontré el término "candaulismo". Se trata de una práctica sexual en que un sujeto (normalmente, un varón) experimenta placer al exhibir a su pareja (normalmente, una mujer) desnuda a la vista de otros. No se caracteriza como una enfermedad y habiendo tantas páginas en Internet de swingers y similares -me contó un amigo- donde se exhibe la mercadería de la patrona, uno puede suponer que mucha gente se candauliza seguido.
En la historia del cine ha habido montones de casos de directores en pareja con actrices y, sobre todo en los últimos tiempos, son frecuentes los casos en que el hombre le pide a su compañera sentimental que se exhiba sin ropa en su película. Ya comentaremos en otra ocasión la práctica del desnudo en cine en general y los prejuicios que tienen nuestras sociedades con prohibir ver ciertas partes de los cuerpos, pero habría que preguntarse si algunos directores no son medios candaulistas.
LA PROPAGANDA PEYONA DEL MES
KISMIA - Es una aplicación de citas como la más famosa Tinder y, como todas ellas, nos prometen que vamos a enganchar algo a pesar de los feos, cagones y estúpidos que somos (bueno, no dicen eso). Extrañamente, la publicidad está dirigida a los varones únicamente así que, o tienen damas anotadas de sobra o directamente, lo único que les interesa es cobrar.
Lamentablemente, no conseguí el clip que amerita esta entrada, pero es más o menos así: un caballo está boludeando como cualquier equino en un campo con pasto cuando una gallina se le mete entre las gambas sin molestar demasiado a mi juicio, hasta que el susodicho cuadrúpedo le encaja una coz que hace volar más de lo habitual a la citada ave y, en un corte digno de las publicidades de "El ratón de Pando", una mujer atrapa un papel hecho bola dentro de un bollón.
La relación entre la gallina volando de un boleo y el papel cayendo dentro del frasco haría las delicias de André Breton pero no de nosotros, que no somos el padre del surrealismo. Ni hablar si intentamos relacionar todo esto con una app de citas. ¿Hay que darles una patada a las chicas? ¿Hay que embocarles en el bollón? Con razón sigo soltero.
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SEAN LOS ORIENTALES TAN ENFERMOS COMO ESTÚPIDOS (XXI)
Abril de 2011. Me manda llamar la Jefa de Departamento y mientras me dirijo a su encuentro voy recordando si en los últimos días me mandé alguna cagada o hay algo que tenía que hacer indefectiblemente y me olvidé. No estaba recordando nada, lo que no me tranquilizaba del todo.
En realidad me citó para comentarme que se iba a crear un cargo de Encargado de Fines de Semana y Feriados y me lo ofrecía a mí. Un poco por lo asombroso de la propuesta, después de 25 años de listas negras y persecuciones y un poco por nabo, le pregunté si eso significaba que era ascendido a Jefe y me contestó: "-Claro" (y no "claro, nabo", que era lo que correspondía)
Párrafo aparte para esa Jefa. Estábamos -lo seguimos estando- en las antípodas del pensamiento político y social, pero nos estimamos siempre por reconocernos con similares valores personales, que muchos otros no tienen. Otra Española y otro Uruguay que, muy probablemente, ya no volverán. Alguna vez -anterior al ascenso- le tuve que decir que me perdonara, pero me costaba acostumbrarme a que un jefe no fuera alguien que si le pedía una licencia o un cambio de horario, no hiciera todo lo posible para no dármelo.
Como el cargo era nuevo -y dicho sea de paso, el Gerente que tuvo la idea, también- mucha gente quedó desconcertada con el ascenso mío y con la entidad de mi nueva posición. ¿Sería posible que yo hubiera conseguido tanta fuerza en las nuevas autoridades y fuera un nuevo pez gordo? ¿Era muy pero que muy jefe o era un carguito? Muchos quedaron intrigadísimos.
El cargo se inventó más que nada porque un gallego de aquellos fue un domingo a quejarse por algo y pidió hablar con un jefe (no puedo dejar de mencionar que millones de veces había tipos que pedían por un jefe o un directivo y gritaban que cómo era posible que no hubiera un directivo en la mutualista un domingo de tarde...) y le contestaron que ahí no había ningún jefe ni nada los fines de semana. Como hubo algún quilombete más, el Gerente le planteó a la Jefa de Departamento mencionada que eligiera a un funcionario preferentemente varón (ya volveré a eso la semana que viene) y con muchos años de experiencia en el trato con el público y en el funcionamiento de la mutualista. Muy pocos años después, abandonaría totalmente ese tipo de consideraciones.
Con un cuarto de siglo en la Institución, evidentemente me conocían muchos trabajadores de la misma. Fueron muchos compañeros y compañeras que me saludaron y felicitaron por el ascenso y sé que hubo sinceridad en la inmensa mayoría. Obviamente, a los que no les gustó el tema, no me lo dijeron directamente. Pero entre estos últimos, también estaba mi único hermano, que fue y será enfermamente competitivo hasta el final de sus días, caliente porque me nombraron a mí y a él, no. No había la tal competencia porque él trabajaba en un lugar muy diferente al mío y no influía mi nuevo cargo en su carrera, para bien o mal.
Aunque fuera mil veces más merecedor de ser Jefe, por supuesto que siempre habrá muchísimos que pensarán: -cómo pueden poner a este mongólico de Jefe y a mí, que soy un/a superdotado/a, no. No sólo muchos se pusieron a torearme, sino que como tienen un pensamiento maniqueo, para ellos sólo existen dos clases de jerarcas (en realidad, dos clases de personas): los que "tienen personalidad", te cagan a gritos y te soretean todo lo que pueden y "a los que no les da la nafta" y los podés pasar por arriba porque no tienen huevos para encararte.
Un ejemplo: una vez tenía un tema complicado y extraño para resolver en Despacho de Números, aparte de que todavía era medio nuevo como Jefe (nadie tiene idea de los centenares de cosas que aprendí en los primeros meses) y una tipa -relativamente nueva y sin relativismos, acomodada- me dijo que lo resolviera de determinada manera. No me convenció la idea y le pregunté a otra compañera que me daba mucha más confianza y que además, era una de esas que no tiene cargo pero tiene tanta experiencia que es como si lo tuviera y me dio otra sugerencia que me conformó mucho más. Hice eso y vino la primera a recriminarme, onda: ¿por qué hiciste eso si yo te dije que hicieras lo otro? Yo le contesté que yo le iba a pedir su opinión a quien a mí se me antojase e iba a resolver lo que me pareciera más conveniente a mí. Que a mí nadie me iba a llevar de las narices como a tantos otros jefes.
Muchísima gente tiene fantasías estúpidas con la jefatura. Siempre dije que había muchos a quienes si le ofrecían ser jefes pero con la mitad del sueldo, agarraban locos de la vida. Porque para ellos sería la forma de creerse que han triunfado en la vida y, más que nada, para poder basurear gente a diestra y siniestra. Ser jefe es otra cosa, claramente, pero de ello escribiré la semana que viene porque esta columna ya se volvió demasiado larga.
No puedo evitar pensar en esa enfermera rolliza y rubia que trabaja en el estudio Warner, asistente del "Dr. Rascahuele", a la que Yakko y Wakko adulan constantemente, y que cada vez que aparece en escena, saltan a sus brazos, enamorados, al grito alzado de: "¡Holaaa, Enfermeeeraaa!".
ResponderBorrarUnfo: supongo que no estás hablando de la película "Alps". Ten a bien de desasnarme y decirme a qué te refieres, exactamente.
ResponderBorrarAnimaniacs. Segmento de "Los Hermanos Warner". Referencia a la imagen de la enfermera que "sutilimente" Ustét incluyó en su entrada. Al pedo, como guiso de porotos.
BorrarSutil es mi segundo nombre.
BorrarDesde ya, muchas gracias.
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