Maradona en San José. |
El que pudo ser
Hay historias de crá que no llegaron en OFI, millones.Llegué a pensar en contar esto tras un viernes donde, en youtube, me saltaron un montón de historias del Trinche Carlovich, el otro que jugaba más que Maradona.
En San José, y en el barrio industrial, había uno que decían, también jugaba más. Pero dudé en contarlo, porque a quién le iba a importar conocer algo que no sabemos qué tan real fue.
Asado de por medio y con algunos amigos del pueblo, hablando del Trinche y de los mitos que hay (¿recuerdan la posible llegada de Van Basten a Tito Borjas?), recordamos a Jorge Balaguez. Otro hombre que “jugaba más que Maradona”, dicen.
Aquel año, el equipo maragato se encargó de recibir a su par Argentino en el Casto Martínez Laguarda, donde la selección albiceleste ganó 4 a 0 a la reciente campeona del Interior. Lo curioso, dicen, es que Menotti quedó enloquecido con Balaguez, el rubio que defendía a la selección blanca.
Tras el paso de los años, muchas cosas se dijeron, entre otras que Balaguez se pasó a todos, incluido al arquero, pero que no quiso hacer el gol. Que era el buscado por la prensa, que el flaco Menotti se lo quiso llevar. De todo.
Consultamos a algunos periodistas maragatos que nos hablaron maravillas del partido de Balaguez, así como de la calidad del equipo argentino que arruinó la inauguración del nuevo estadio Casto Martinez Laguarda.
Dentro del mito que existe en el pueblo, se dice que el player fue contratado por un equipo capitalino y viajaba desde su pueblo natal a Montevideo haciendo una parada en Libertad, y quedándose con el cambio sin llegar a la capital.
Llamó la atención cuando, directivos del club capitalino, llamaron al equipo josefino a ver “porqué el jugador no estaba llegando a entrenar”, y se encontraron con la respuesta que afirmaba: “de acá salía todos los días para ahí”.
Al parecer, se dice, el jugador paraba a regarse en un boliche en la ciudad de Libertad, y apenas llegó, alguna vez, a entrenar en el club capitalino.
Hoy, Jorge sigue yendo a ver a su equipo del barrio industrial, caminando por la calle que nace en los portones del parque Menéndez Celentano. Lo alienta desde un rincón de la tribuna, señalado por los pibes que alguna vez escucharon su historia.
“No jodan con eso, ya fue”, decía cada vez que le preguntan por aquel partido.
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