El papel de los otros

Seguro que si le nombro a Charles Bukowski sabrá a quién refiero. Lo mismo con Axl Rose. 

No voy a hablar de ninguno de los dos.

Los Ángeles en la era dorada del cine fue también la ciudad donde se barría la miseria bajo la alfombra, para no arruinar el acto de ilusionismo de un país sumido en una profunda crisis económica y social. No era necesario implementar una reglamentación que obligara a institucionalizar a las personas sin hogar, ya que bajo la ley de vagancia existía un universo de posibilidades para encuadrar la conducta "desajustada" al estándar. Así, el Paseo de la Fama se recorría con el glamour adecuado. Si uno se aventuraba a doblar cualquier esquina y alejarse de las avenidas principales, podía encontrar la suciedad amontonada en los rincones de la sociedad. Probablemente también se encontrará a solo una página de distancia de John Fante.

Este autor, nacido en 1909 en Colorado, es uno de esos escritores que parecen haberse forjado en las esquinas más crudas de la realidad. La clase de realidad que no da tregua, que te escupe en la cara y luego te ofrece un vaso de vino barato como si no hubiera pasado nada.

Fante, hijo de inmigrantes italianos, nunca tuvo miedo de ensuciarse las manos con las partes menos glamorosas del Sueño Americano y alimentaba sus ilusiones basándose en la derrota, el hambre y la ambición.

Sus primeros pasos literarios, Espera a la primavera, Bandini (1938) y Pregúntale al polvo (1939), desplegaban esos ingredientes de forma novedosa, directa y simple, donde la historia podía ser la realidad de cualquiera de nosotros. Nadie quería ver eso reflejado en una novela, por lo que no tuvo mucho éxito en ese ámbito, lo que lo llevó hacia la industria cinematográfica. Como guionista, podía utilizar su talento para simplemente plasmar las necesidades de la industria y ganar dinero haciendo aquello que sabía hacer.

Cineastas como Preston Sturges, con su emotiva Sullivan's Travels, o John Ford, con la adaptación de Las uvas de la ira, lograron transmitir las carencias que arrastraban a la clase trabajadora hacia un espiral de desesperación que los hundía cada vez más. Pero siempre había un final feliz. En Fante, no existe tal cosa. La rudeza con la que describe la cotidianidad resulta tan insoportable como fascinante. La vibrante desesperanza de inmigrantes, obreros y hambrientos latía en cada uno de sus párrafos. Y si algo lo define, es su capacidad para escribir como si estuviera en medio de un combate cuerpo a cuerpo, donde cada palabra era un golpe seco, directo al mentón de la indiferencia.

He aquí el retrato que dibuja de su padre en La hermandad de la uva:

"Nadie le llevaba la contraria sin que hubiera pelea. Le fastidiaba casi todo, en particular su mujer, sus hijos, sus vecinos, su iglesia, su párroco, su pueblo, su país de adopción y su país de origen. También el mundo le importaba un pimiento, y el sol y las estrellas, y el universo, y el cielo y el infierno. Pero le gustaban las mujeres".

Fante en su juventud.

La primera vez que recuerdo una obra que hacía referencia a los desplazados sociales fue en MTV. 

Entra en escena una niña regordeta, con lentes, vestida como una abeja. Comienza a bailar, y cuando termina, en lugar de aplausos, oímos la risa burlona del público. La niña, entristecida, abandona el escenario y comienzan los primeros acordes de guitarra.

Shannon Hoon fue la voz de Blind Melon. 

Un joven bien parecido, de larga cabellera rubia y ojos claros, con voz dulce y personalidad inquieta. La separación de sus padres en su adolescencia lo marcó de manera particular. Además de su inconfundible tono nasal y agudo, lo caracterizaba la intensidad con la que vivía.

Nacido en 1967 en Lafayette, Indiana, Shannon no parecía destinado a ser la voz de una generación. Era solo un chico rebelde con inclinaciones artísticas y un profundo amor por el rock clásico. En un mundo dominado por el grunge y el cinismo, Hoon ofrecía algo diferente. Su estética, su energía, era menos oscura, más caleidoscópica, casi psicodélica, como si Joplin y Morrison hubieran reencarnado compartiendo un cuerpo.

Shannon junto al resto de los integrantes de Blind Melon.

Resulta que el pueblo donde creció Shannon era el mismo que el de una estrella mundial: Axl Rose. Más aún, su hermana había sido compañera y amiga del vocalista de Guns N'Roses. Eso, sumado a que Shannon tenía una banda, hizo que fuera invitado a hacer los coros en una canción que formaría parte de uno de los discos más icónicos de los 90: Don't cry, balada que coronaba el Use your illusion y figurando junto a la banda en el videoclip.

La banda de garage que tenía apenas cuatro canciones ya dibujadas ahora era buscada por discográficas para ficharlos. Se dice que unas diez compañías querían que formaran parte de su catálogo.

Pero detrás de la máscara del chico feliz que cantaba sobre días soleados, había una tormenta. Como muchos de sus contemporáneos, Shannon luchaba contra sus demonios: la adicción y la presión de la fama, una combinación mortal que se llevó a otros grandes de la época. Hoon tenía el alma de un poeta torturado, buscando consuelo en un mundo que siempre lo mantenía al borde del abismo.

Su vida se apagó trágicamente a los 28 años en 1995, justo cuando Blind Melon estaba en medio de su gira promocional del segundo álbum, Soup, un disco más oscuro y experimental, que mostraba una evolución artística significativa.

Hoon junto a Axl Rose.

Fante no alcanzó la fama literaria hasta pocos años antes de su muerte en 1983. El escritor Charles Bukowski lo veneraba y lo llamaba "el mejor escritor que jamás haya leído". Gracias a estos comentarios, se despertó la curiosidad por este autor hasta entonces desconocido. Ciego y sin piernas debido a la diabetes, dictó su último libro a su esposa. En 2006 se llevó a cabo la adaptación cinematográfica de Pregúntale al polvo, su mayor éxito, que tuvo que ser reeditado después de 50 años de su publicación. Collin Farrell interpreta al alter ego literario de Fante, Bandini. 

Hoy es conocido como el padre del llamado realismo sucio, estilo que Bukowski popularizó masivamente.

¡Cuánto pesan en nuestras vidas las decisiones de otros que toman partido en nuestro favor! Si no fuese así, usted no estaría leyendo esto. Si no fuera por las personas que nos aprecian y apoyan, que ven luz en nuestras sombras y deciden compartir lo mejor de nosotros, aquello que muchas veces ni siquiera podemos percibir hasta que llegan esos amigos, esas palabras.

Para terminar, me parece importante contarle que la niña regordeta y lentes de gruesos cristales con tutú y traje de abeja se convirtió en modelo y actriz. Se licenció en la universidad y dirige su propio negocio. Agradece, siempre que puede, a la canción No Rain y al joven que la escribió.

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