El capitán Oskar Kusch |
Hola, bienvenidos por esta parte del blog.
Hoy les traigo la historia de un personaje olvidado de la Segunda Guerra Mundial. Él fue el capitán Oskar Heinz Kusch.
Kusch era el hijo único
de una familia berlinesa de clase media alta que le proporcionó una cuidada
educación. Con el paso de los años, acabó convirtiéndose en un joven atlético y educado. Muchos
hablaban de él como alguien cordial y de trato amable.
Sin embargo, quizás esa buena educación jugó en su contra
con el tiempo, porque desde bien joven fue un tipo con unos valores muy fuertes
y desgraciadamente no todos esos valores encajaban bien en la nueva Alemania, la Alemania del fanatismo y la esvástica.
Era católico practicante, alejado del “pensamiento único” que se iba imponiendo en los años 30 germanos. Cuentan que su primer enfrentamiento con el sistema ocurrió en 1933 a causa de su condición de “Boy Scout”, cuando su grupo fue “absorbido” por las Juventudes Hitlerianas de las que Oskar salió al cabo de unos meses. Con 19 años y buscando el camino honorable en su vida, Oskar ingresó en la promoción 37a de La Kriegsmarine (Marina de guerra en alemán), armada del III Reich entre 1935 y 1945, sucesora de la Marina ImperialAlemana.
Bandera de la Marina Imperial Alemana. |
Bandera de la Kriegsmarine - armada del tercer Reich. |
En agosto de 1939 ya era mando intermedio, y tras realizar el curso de submarinos, en junio de 1941 tuvo la distinción de ser destinado al quinto U-boat más exitoso de toda la guerra, el U-103, que sería el verdugo de 45 buques de varias nacionalidades con un total de 237.596 toneladas destruídas.
Una foto de Kusch en su puesto en el U-103. |
El 8 de febrero de 1943, a Kusch le entregaron por fin el mando de un sumergible, el U-154. Lo primero que hizo al llegar al submarino fue ordenar que descolgasen el retrato de Hitler que presidía el camarote de oficiales, lo que suponía toda una arriesgada declaración de guerra al régimen nazi. En el U-154 Kusch se ganó también el cariño y la admiración de sus hombres, que escuchaban con atención sus charlas, en las que los animaba a pensar por sí mismos y no creerse las mentiras promovidas por la propaganda nazi.
El U-154 al mando del capitan Kusch. |
Pero no toda la tripulación sentía esa admiración por Kusch. Algunos de sus oficiales no compartían esa actitud hostil con el régimen por el que, al fin y al cabo, estaban luchando.
Su segundo de a bordo, Ulrich Abel, era un nazi convencido. Durante meses fue acumulando odio y desprecio contra él, pero prefirió mostrarse leal mientras estuviera a sus órdenes, ya que precisaba de su visto bueno para poder realizar después el curso de mando. Una vez obtenido el informe favorable de su comandante, Abel fue destinado al Báltico para realizar el curso. Viéndose libre de Kusch, el 14 de enero de 1944 le denunció ante sus superiores por sedición y cobardía. Según Abel, Kusch no era apto para el mando de un submarino debido a su fuerte oposición a la dirección política y militar de Alemania.
Ulrich Abel. |
Tras la denuncia de Abel, la Kriegsmarine actuó rápido. En apenas una semana, Kusch era relevado del mando y el 26 de enero ya se encontraba en Kiel, sometido a un consejo de guerra. El juicio fue una farsa, ya que los miembros de su tripulación, que hubieran podido testificar en su favor, ni siquiera fueron llamados a declarar. La prueba de que el régimen nazi ya lo había sentenciado de antemano es que, aunque el fiscal solo pedía diez años de prisión, Kusch fue condenado a muerte.
El que había sido comandante del U-103 cuando Kusch estaba a sus órdenes, Gustav-Adolf Janssen, intercedió por él ante el jefe de la Kriegsmarine, Karl Dónitz. Aunque Dónitz se comprometió a estudiar el caso, no llegó a mover un dedo para salvarle del pelotón de ejecución. Finalmente, Kusch fue fusilado el 12 de mayo de 1944 en Kiel.
Gustav Adolf Janssen. |
Jefe de la Kriegsmarine Karl Donitz. |
En cuanto a Ulrich Abel, el destino quiso que encontrase la muerte antes que el hombre que él había traicionado. Así, en su primera patrulla como comandante, al mando del U-193, su nave resultó hundida el 28 de abril en aguas próximas a Nantes, a consecuencia de un ataque aéreo. El caprichoso destino tampoco quiso que la tripulación que había servido a las órdenes de Kusch sobreviviese mucho tiempo a su comandante. Menos de dos meses después de su muerte, el 3 de julio, el U-154 fue hundido al oeste de Madeira por un ataque con cargas de profundidad.
La historia de Kusch fue rápidamente olvidada en la vorágine
de la Segunda Guerra Mundial. Pero en 1995, un historiador la sacó a la luz. A partir de ahí comenzaría el reconocimiento hacia aquel hombre que había
desafiado al régimen nazi, pagándolo con su vida. En 1996, su nombre fue
rehabilitado legalmente y dos años después se le dedicaría una calle en Kiel,
contigua al campo de tiro en el que fue fusilado, así como una placa de granito
para honrar su memoria.
Placa de granito en honor a Oskar Kusch. |
Calle de Kiel que lleva el nombre de Oskar Kusch. |
Pensar que hay gente que aún hoy cree que todos los alemanes son nazis...
ResponderBorrarGran columna.
Gracias Álvaro, es verdad lo que decís, dentro mismos de los nazis había mucha gente que los odiaba, no en vano intentaron matar casi 40 veces a Hitler y la gran mayoría fueron planeadas por gente muy cercana a el mismo.
ResponderBorrarTodo bien con Oskar, pero igual medio que se regaló.
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