"Autárquico" quiere decir "autosuficiente". Así se definía Giovanni Moretti en su debut en super 8, realizado con dos pesos (o liras). No sé si autosuficiente, pero lo que sí ha demostrado ser este director es personalísimo, desde sus tiempos de flaco melenudo y medio histérico hasta este presente donde vuelve el Moretti más personal, ya veterano y de barba canosa, con su último estreno: "Lo mejor está por venir" (o "Il sol dell' avenire").
Abril |
Las primeras reseñas internacionales hablaban de un director joven que prometía pero que tenía el defecto ostentoso de ser demasiado egocéntrico y hablar en esos primeros films (que obviamente, ni por error se estrenaron aquí; habría que esperar hasta el séptimo, "Caro diario") exclusivamente de él mismo.
El humor de Moretti se basa, seguramente desde su debut en la referida "Yo soy un autárquico" (1976), no en realizar un personaje torpe o ridículo, incapaz de encontrar su lugar en el mundo por eso mismo, sino más bien en contemplar a los demás, que suelen ser los disparatados, los absurdos. La gente común es la que parece estar loca y a ella contempla Nanni con una mirada muy particular, si es que no reacciona a los gritos (es italiano, después de todo) con esa voz disfónica suya tan particular.
Yo soy un autárquico |
En esas primeras obras, su personaje se llamaba Michelle Apicella (su apellido materno) y era, parece, como una especie de Woody Allen peninsular, pero más político que el estadounidense y obsesionado con su generación, que sueña con cambiar el mundo pero sólo se dedica a teorizar torpemente y a fracasar en todas sus tareas hasta aburguesarse. Las películas se sucedieron: "Ecce bombo" (1978), "Sueños de oro" (1981), "Bianca" (1984), pero Moretti seguía siendo considerado como un mero individualista, discutido por muchos, aunque comenzaba a tener éxito en taquilla.
Con "La misa ha terminado" (1985), la cosa parece cambiar. El director continúa protagonizando su propia obra, pero abandona el personaje de Apicella (a veces cineasta, a veces director de teatro) para ser aquí un sacerdote (sin barba ni bigote) que vuelve a su barrio natal y comprueba que la gente está muy mal espiritualmente y la religión no sabe qué hacer con ellos. Es, digamos, su primer film "tradicional", sin "morettismos". Cuando se proyectó en Cinemateca muchos años después, y Moretti tenía su pequeña hinchada local tras "Caro diario" y "Abril", el público de esa exhibición se desconcertó, especialmente en una escena en que el sacerdote es atacado por un mafioso, que le sumerge la cabeza largamente en el agua de una fuente (o algo así); luego, el cura de Moretti sigue protestando y el matón sigue haciéndole el submarino varias veces, mientras el público creía que era una escena cómica, pero no. La cruda realidad había entrado en su cine.
Bianca. |
El cine morettiano comenzó a cambiar en 1989 con "Palomita roja". Última aparición de su personaje Michelle, combina tanto en título como en trama a su deporte preferido (waterpolo) con una de sus obsesiones: el PCI. Un partido comunista muy particular, el italiano fue el más grande de Occidente y uno de los más críticos de las directivas que venían de la URSS (fue de donde surgió el famoso eurocomunismo) y adonde estaban afiliados la inmensa mayoría de los artistas del país, Moretti incluído. Viendo venir el derrumbe del ¿socialismo? soviético, el director cuestiona esquematismos e hipocresías de la izquierda oficial a través de la historia de un waterpolista amnésico interpretado por él mismo.
Si con "Palomita..." comenzaron a tomar en serio al amigo Nanni, su fama trascendió definitivamente fronteras con "Caro diario" (1993). Con ésta y la siguiente "Abril" (1998), conoceríamos a Moretti en su vertiente más original: ese cine autobiográfico, donde el cineasta toma partido contra las estupideces de este mundo. Lo hace con gracia, con imaginación, con simpatía. Aún es recordado el momento en la última de las películas mencionadas, cuando ve un debate entre Berlusconi y D'Alema y le reprocha a éste último, al quedarse sin respuesta ante las payasadas del multimillonario milanés: "-Decile algo. Yo no te digo algo de izquierda, pero por lo menos decile algo decente..."
Palomita roja. |
Para bien o para mal, Nanni Moretti ha realizado otro tipo de cine, más convencional: "La habitación del hijo" (2001, sobre un matrimonio que sufre la muerte de su hijo varón), Palma de Oro; "Habemus Papa" (2011, donde un nuevo Papa tiene ataques de pánico y tiene que intervenir el psicoanalista Moretti); "Mi madre" (2015, sobre un hombre que tiene a su madre agonizante) y la inédita "Tres pisos" (2018, donde tres familias que viven en un mismo edificio entrecruzan sus historias). La del Papa es una comedia suave que no ataca a la Iglesia (ni al psicoanálisis) y los otros son dramas más o menos logrados, pero sin dejar de tener interés.
Su filmografía se completa con varios cortos, un par de documentales -"La cosa", 1990, sobre el fin del PCI y "Santiago, Italia", 2018, su visión de la dictadura pinochetista, en donde a un represor encarcelado le dice: "-¿Sabe qué? No quiero seguir escuchándolo más."- y la película dedicada a su némesis Berlusconi, "El caimán" (2006), también inédita en nuestro país, donde él mismo encarna al magnate ultraderechista, alguien del que nadie se había atrevido a hablar en el cine italiano hasta entonces.
Habemus Papa |
Con "Lo mejor está por venir", vuelve el Moretti autonarrativo, crítico de la sociedad, cineasta a la vieja usanza (hay que ver la escena donde no deja filmar una ejecución en una película berreta y "moderna", producida por su esposa), horrorizado ante los criterios de Netflix o la ignorancia política de muchos jóvenes, por ejemplo. Podemos decir que con "El sol del futuro" (título original) vuelve el mejor Moretti, el más ingenioso y original, al mismo tiempo nostálgico y esperanzado.
Actor ocasional de otros directores: "Padre padrone" de los Taviani (tendría que verla de vuelta para encontrarlo); "La investigación" de Luchetti; "Tres vidas y una sola muerte" de Raoul Ruiz, ha sido el centro de todo su cine (aunque en "Tres pisos" tiene un papel secundario) y, aún en sus películas más políticas, más críticas y más autorreferentes, no ha dejado de crear historias entretenidas y emocionantes. Suele trabajar con un grupo de actores amigos, como el eficaz Silvio Orlando, las muy bellas y competentes Laura Morante y Margarita Bhuy y el gran polaco Jerzy Stuhr. Pronto a cumplir los 71 años, no sé si lo mejor pero sí algunos buenos films están por venir.
Y.E.T.P.A.P.
DONALD SUTHERLAND (88) - Canadiense, como Glenn Ford, Jim Carrey y el chivito con panceta, morrón y aceitunas. En sus comienzos, parecía un Mario Pergolini rubio y, ya más veterano, tenía una presencia imponente que iba más allá de sus 1,93 ms. de altura. Podía encarnar el más siniestro ser, aunque creo que nunca le dieron muchos papeles a su altura y que prefirió en algún momento, ser un secundario cumplidor que insistir en mantener un estrellato que los productores no supieron manejar.
Trabajó en "Doce del patíbulo"; "M.A.S.H." (la película); "Johnny cogió su fusil" (como Jesucristo); "Venecia rojo shocking"; "Como plaga de langosta"; "Casanova"; "Novecento"; la segunda "Invasión de los muertos vivientes"; "Gente como uno"; "JFK"; "Seis grados de separación"; "Orgullo y prejuicio"; "Ad astra" y un montón más. Mejor que varias estrellas. También estuvo en "Los juegos del hambre", pero nadie es perfecto.
Estuvo en pareja en los 70 con Jane Fonda y su segunda esposa (de un total de 3) fue la actriz socialista Shirley Douglas, hija de un famoso Primer Ministro canadiense, con quien tuvo al también actor Kiefer, que para mí no le llega ni a los talones.
THE YAPING
Sexo y violencia, los dibujantes mediocres hacen cualquier cosa para llamar la atención. La semana que viene culmina este primer capítulo.
Gracias Faga. La verdad, no conocia al "paisano". Aprovecho la licencia, para ver alguna de estas peliculas...
ResponderBorrarDele con fé.
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