Despedidas

 ¿Se puede medir la estatura moral, lo fructífero de una vida según las pompas fúnebres de una persona? No se la voy a dejar para después la respuesta: creo firmemente que no, que hay canallas muy llorados y grandes hombres olvidados, en tumbas sin nombre o incluso en fosas comunes. En nuestro país entendemos mucho de eso. En Irlanda también.

Oscar Wilde nació en Dublín un octubre de 1854 miembro de una familia vinculada a la cultura, rodeado de todo tipo de artilugios que suelen acercarlo a uno aún más a ese camino laboral: piano, biblioteca, tutores y 5 comidas diarias mas baño caliente. Ojo que esto no es menor en el clima de Irlanda, y mas en el siglo XIX, como no es lo mismo hoy en día un apartamento con losa radiante y colegio bilingüe vs. suelo de tierra y ceibalita. Increíblemente, sus allegados no le tenían mucha fè en esto de triunfar en las letras al joven Oscar, a pesar de los “estímulos” circundantes. 

Resulta que el joven Oscar era exentrico (eufemismo de aquella época para el “rarito” de hoy). Muy pronto comenzó a ganar premios literarios, estudiaba la poesía clásica y la dominaba, pero claro, también utilizaba el pelo largo, era ambiguamente amanerado y no respetaba las jerarquías. Todos estos factores suelen ser evaluados a la hora de decidir si alguien es bueno en lo que hace o solo un chalado que la pegó con un hit. Y acá entra otro de estos weirdos como se dice en sus idiomas. 



Un 25 de diciembre de 1957 caía en la familia MacGowan un niño que seria llamado Shane. Nacido en la ciudad de Kent, Inglaterra, Shane era hijo de emigrantes irlandeses por lo cual creció escuchando canciones tradicionales, mucha gaita y violín, historias de emigración y de lucha, como la realidad de su hogar. No muy parecido al de Oscar, pero tenían algo en común, que a veces está sellado en el ADN no de una persona, no de una familia, si no de una nación: la rebeldía. 

A ambos les fascinaba su cultura tanto como la aborrecían. Y eso los llevò a crear para protestar y a ver si de paso cambiaban algo. ¿No le hace acordar al lector a alguna otra nación con esos rasgos?

Volvamos a Wilde: comenzó muy joven a escribir obras que se  representar en teatros con gran éxito, hasta que incluyó en una de ellas personajes bíblicos, lo que le valió la prohibición. Para mas Inri, el padre de su mejor amigo lo denunció por homosexualidad, a pesar de estar casado y tener dos hijos. No se discute si esto era cierto o no y no me interesa entrar en ello, pero si en la conclusión: fue condenado a dos años de trabajos forzados, lo cual lo deterioró física y emocionalmente.

  A Shane lo expulsó su salud de The Pogues, siendo sustituido por el líder de The Clash Joe Strummer. Cuando el entorno te excluye hay un cierto autocastigo, un abandono inconsciente por no poder ser en el mundo. Shane se deterioró mas lentamente que Wilde. Se le pudrieron los dientes, señal visible de lo que pasaba en el interior. A ninguno de los dos se les apagó el genio ni en el último respiro. 

Wilde murió en Paris, viviendo como indigente bajo el nombre de Sebastián Melmoth en el 1900. Lo enterraron en un cementerio cualquiera bajo ese nombre, pero sus amigos 9 años mas tarde, lo trasladaron a la prestigiosa necrópolis de Père Lachaise, en París, donde está enterrado hasta hoy. Unos pocos años después se le homenajeó con un mausoleo, ahora si con su nombre en un enorme bloque de piedra con una figura alada que remitiría a una deidad asiria. Con el tiempo comenzó una hermosa tradición: cada visitante imprimía en la tumba un colorido beso, llenando la escultura hasta dejarla color carmín. 




Shane murió en irlanda hace 6 meses ya, y las calles de Irlanda se llenaron de personas entonando sus canciones, que se elevaron por encima de las de U2 o The cramberries, acompañando a su ultima morada al loco sin dientes.




No importa cuanto se quiera borrar de la memoria a los raros, los diferentes, su espíritu no puede ser mancillado y tarde o temprano, la memoria los trae como los héroes que lucharon por la vida y se enfrentaron a los defensores de la miseria.








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