¡Qué flagelo Flaherty!

En realidad, no sé si da para tanto el título pero es bueno, de vez en cuando, discutir a los grandes nombres de la Historia del Cine, poner en entredicho lo que siempre tomamos como indiscutible y pensar con cabeza propia antes de salir por ahí a repetir lo que nos dijeron que era así y no de otra manera.

Nanook, el esquimal

En todos esos libros -por lo menos los que comienzan desde Lumiere, porque hay gente que cree que el cine comenzó justito justito cuando nacieron ellos- se suele decir que Robert Flaherty (1884-1951) fue uno de los maestros mayores del cine y, prácticamente, el inventor del documental tal como lo conocemos hoy. 

En todo caso, Flaherty -no sé si se pronuncia "Flaerty" o "Flajerty": los lectores que dominen el inglés mejor que yo supongo que podrían ayudarme- era ingeniero de minas (como no era rioplatense, uno puede imaginarse que eran minas de carbón u otro mineral y no damiselas) que medio de casualidad agarró una cámara y comenzó a filmar a los inuit (que es como se llaman a sí mismo los esquimales) de allá por el norte del Canadá. Filmó varias horas y tiempo después lo llevó a revelar pero según Wikipedo -bastante chismosa en este tema, ya van a ver por qué- se incendió ese material en el laboratorio por culpa de un pucho del propio Flaherty.


Aparte de la desgracia, el novel director notó que había filmado a lo turista sin un plan ni una historia, defectos que procuró no repetir cuando volvió a la tierra de los inuit. El tema es que, procurando aparentemente documentar cómo es la vida de esa civilización tan exótica para los occidentales, inventó una historia de ficción y tomó de ellos los elementos que le interesaban y se negó a mostrar los que no. Por ejemplo, los esquimales hacía rato que cazaban con rifles pero al director sólo le gustaban las lanzas, por lo que no mostró que usaban ambos métodos.

"Nanook el esquimal" (1922) se llamó el film resultante y fue un éxito enorme que sorprendió a todos, incluyendo a sus creadores. Pero Nanook  no se llamaba así, su esposa no lo era sino que hacía de tal, al igual que el "hijo". En los últimos años, por ejemplo, se reveló que el iglú que se muestra como la vivienda de los protagonistas fue hecho para la película y sólo hasta la mitad, porque era imposible filmar con las cámaras y reflectores de la época en uno de verdad. También algún bicho que Nanook mata con gran peligro para él, en realidad ya estaba bien muerto y varias cosas más así. La referida Wiki agrega que de tanto filmar inuit, Flaherty dejó embarazada a la actriz que hacía de mujer del protagonista y nunca le reconoció al botija. Mal ahí, Robert. Lo cierto es que el primer gran documental... es una película de ficción.

Robert Joseph Flaherty intentaría repetir el éxito de "Nanook" (en realidad, aquí se estrenó como "Nanuk el esquimal" recién en 1949) con "Moana", situada en Samoa (volvería varias veces en su obra al Pacífico Sur) y "El hombre de Arán" (retorno al frío, aunque con gente occidental, ya que transcurre en Irlanda). Luego, más allá de unos cuantos proyectos fallidos -incluyendo una co-dirección con Friedrich Murnau, autor de "Nosferatu", llamada "Tabú", de donde se retiró por discrepancias con su colega alemán- incursionó en la ficción con "Sangre y marfil" 1937, para el estrellato exótico de Sabú, una especie de Sidney Poitier hindú y "Luisiana story" 1948, explicando el gran bien que le hacen las empresas petrolíferas a las zonas de los pantanos estadounidenses, producida casualmente por Texaco.     

El hombre de Aran.

El considerado por tanto tiempo Maestro del Documental solía manipular la realidad cuando ésto convenía a sus ideas creativas. En realidad, lo que acabo de escribir no tiene tanto de malo porque la enorme mayoría de los documentales lo hacen, muchas veces con mala intención. Flaherty tenía una visión un poco artificial del "buen salvaje" y no permitía que en sus películas se viera ni el menor signo de occidentalización de esas sociedades exóticas y lejanas. cuando por ejemplo los habitantes de la isla Savaii -la de "Moana"- usaban ropa "común" (zapatos, camisas y pantalones) tanto como trajes típicos y las mujeres no andaban con los pechos al aire (¿puedo poner "tetas" o soy un potencial violador?) como se ve en el film. También las dificultades climáticas y geográficas de "El hombre de Aran" fueron exageradas, llegando al punto que al espectador le hace ruido.              

No quiero exagerar e irme al otro extremo, afirmando que Flaherty era un fiasco, un chanta o un burro que no sabía poner una cámara bien ubicada. Pero no lo considero un maestro del cine (Grierson e Ivens, más o menos de la misma época, me parecen muy superiores) y más allá de la popularidad de "Nanook" -que hizo interesar a muchas audiencias en civilizaciones lejanas y exóticas- no veo mayor trascendencia en su muy personal -en el sentido de caprichosa - propuesta. En otras palabras, su cine no ha "envejecido" bien, concepto que explicaremos en la columna de la semana que viene.

Y.E.T.P.A.P.


LAURENT CANTET (62) -  Murió de cáncer cuando todavía tenía bastante para dar uno de los principales directores franceses del momento. Ya desde su debut en 1999 con "Recursos humanos" demostró que venía a hacer otra cosa diferente que las comedias más bien frívolas e intrascendentes de la mayoría de sus colegas. En ese film, mostraba claramente a dos mundos casi irreconciliables: el de jerarcas, burócratas y demás chantas de oficina y el de los verdaderos trabajadores. Prosiguió interesándose en la realidad contemporánea del trabajo en "El empleo del tiempo", donde un hombre de mediana edad quedaba desempleado y se lo ocultaba a su familia. Con "Entre los muros" (2008) gana la Palma de Oro en Cannes (único lugar donde dan ese premio, aclaremos) retratando las problemáticas de un aula de clase baja y multirracial, sin concesiones a lo Jacinta Pichimahuida. Sus ultimos títulos fueron "El atelier" (2017) sobre una clase de literatura y las tentaciones del pensamiento fascista en los jóvenes y "Arthur Rambo" (2021), inédita en el paisito, sobre un escritor exitoso que tiene un pasado tenebroso en las redes sociales.  

THE YAPING

Cementerios, cadáveres que reviven, demonios y príncipes. Una particular visión de la Edad Media por el guionista H. G. Oesterheld, desaparecido por la dictadura militar argentina (Página 5 de 14).


 

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