"Pude"



En esta oportunidad, la verdad, estaba por dejar de lado el tono de mis dos anteriores entradas e iba a postear sobre otras cosas. Pero teniendo en cuenta lo acontecido, creo que amerita que vuelva sobre el tema. Una última vez.


Personalmente, ese día martes 28 yo estaba  muy manija por el partido de Peñarol. Había comprado la entrada ni bien se pusieron a la venta, luego de esperar una cola "virtual" de 18 minutos en TickAntel. Durante ese martes, en el trabajo cada tanto me cantaba canciones de Peñarol, estaba con el celular en la mano (bah, eso como todos los días), mirando Twitter, actualizando todo lo relacionado al partido, especialmente preocupado por el "bienestar" de los hinchas del cuadro visitante, quién jugaba de los que estaban en duda, si se podía llevar el mate, etc. Y ahí, entre tuit y tuit, a las 2 de la tarde aproximadamente, me encontré con la novedad de que iba a haber una conferencia de prensa en Fiscalía, con Alba González y Graciela Montes de Oca, de Familiares; la jefa del equipo de Antropología Forense, Alicia Lusiardo; y el jefe de la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, el fiscal Ricardo Perciballe. La convocatoria era para dar a conocer la identidad de los restos hallados. Y ahí la manija por el partido se fue a la mierda.

Porque eso fue como volver a ese 20 de mayo, esas sensaciones de las que ya venía hablando en las dos columnas anteriores, eso de creer que la confirmación de la identidad de los restos hallados en un terreno del Batallón 14 (digo “confirmación” porque casi desde que se supo que eran restos de un cuerpo femenino se sospechaba quién era) nos traiga a todos la sensación de que sí saben, que esa consigna de la última Marcha del Silencio debe reclamarse más que nunca.

A la primera persona que le avisé de la conferencia fue a mi esposa, quien también tiene una relación especial con el tema, lo siente muy cercano, al punto que se mandó a hacer un collar de plata con la margarita. 

A pesar de que, como decía, ya se manejaba de quién eran los restos hallados, cuando me senté a mirar la conferencia en vivo a través del celular y anunciaron la identidad de la persona encontrada, la estocada al medio del pecho fue grande. E inmediatamente pensar en todo lo que pasó desde que se enteró que estaba embarazada, los preparativos que pensó para recibir a ese bebé y todo lo que quedó trunco cuando los de la OCOA la agarraron y la secuestraron. Pensar en esos tormentos, en la familia buscando respuestas sobre su paradero, y en ese trágico desenlace...

Conferencia de prensa en Fiscalía.

Pensar también en quién tomó la decisión de enterrarla en un rincón perdido del predio del Batallón 14 para olvidarla, en quién dio la orden a 4 o 5 milicos rasos que fueron los que cargaron con su cuerpo, cavaron la fosa y la tiraron ahí. Pensar en el milico que dijo que, "como les enseñaron",  una espesa capa de cal borraría todo rastro que pudiera dar pistas sobre la identidad de quien estaba enterrado ahí y de esa forma ocultar el crímen (¿dónde estarán esos milicos ahora?)

Supongo que todo eso también pasaba por la cabeza de Alba González (la mamá de Rafael Lezama, desaparecido en Argentina), quien tuvo la difícil tarea de leer una reseña sobre la vida de Amelia Sanjurjo, conteniendo las emociones de saber que se está devolviendo a alguien a su casa, lugar del que nunca debió haber sido arrancada.

Amelia era una mujer dulce, coqueta, cálida, distraída, pero de gran temple (decía Alba, con una entereza envidable, curtida por años de idas y venidas, de esperanzas y desengaños). Así la describen quienes la conocieron. Paciente y tozuda, con su cabello alborotado y su hablar pausado. Con su infaltable sonrisa, muy sacrificada, dedicó su vida entera a su militancia y fue consecuente con ella hasta el final. Como militante era incomparable, militaba día y noche, no le importaba la hora en que volviera a su casa. Así la recuerdan: militante de alma. (1)

Y al finalizar, ese "pude", lanzado como una exhalación de alivio, de haber descargado una tensión sobrehumana que la llevó a leer esa reseña, consciente de que muchos la estábamos mirando. De todos modos, nadie le iba a reclamar nada por un furcio o una emoción expresada en medio de la lectura. Es a quien menos se le puede reclamar algo.

Y pensar también en aquel operario de la retroexcavadora que se encontraba haciendo trabajos de limpieza en el terreno, quien viene a dar con la capa de cal que cubría como un manto a Amelia. (2) Según dijo, al momento de dar con el bloque, levantar la pala y ver caer ese cráneo,  se le estrujó el alma. 

Cabe aclarar que los restos de Sanjurjo fueron encontrados a aproximadamente 100 metros de donde, en octubre de 2011, se habían encontrado los del maestro Julio Castro, secuestrado en agosto de 1977, y en 2012 los de Ricardo Blanco Valiente, detenido en enero de 1978. (3)

Dejo como final, una canción compuesta por Luciano Supervielle, que se llama "¿Dónde están?", y que según su autor, cada nota representa a una persona desaparecida. Es su esperanza de que cada vez vaya perdiendo notas a medida que los vamos encontrando. 

Como siempre, el arte.


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Notas:

-Referencias (1) y (3) fueron tomadas de La Diaria, edición digital del 28 de mayo de 2024.


-Referencia (2) fue tomada de El País, edición digital del día 7 de junio de 2023.

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