Mayo. Mes de la Memoria (Parte 2)

"Ellos saben dónde están. Exigimos respuestas".

Este año la consigna de la marcha fue “Ellos saben dónde están”. Y sí, por supuesto que saben.

¿Por qué tengo este convencimiento de que ellos saben? Bueno, déjenme contarles de la visita que hicimos hace unos años al Espacio de la Memoria que se instaló en la ex Escuela de Mecánica de la Armada en Buenos Aires, (ESMA), que como ustedes saben, fue donde se instaló el corazón de la represión no sólo de la dictadura en Argentina, sino que fue uno de los centros logísticos de todo el Plan Cóndor. Desde ahí se coordinó no solo la guerra sucia en ese país, sino que también en todo el Cono Sur.

"Capucha". El pozo en el piso describe el lugar que tenía disponible cada persona. 

Hicimos la recorrida guiada y les puedo asegurar que es un lugar espeluznante. 

Nos presentamos en el hall central de la ex Esma y ahí nos sumamos a la recorrida (llegamos un poco tarde) en un salón donde se proyectaba un corto audiovisual que daba contexto a la actividad represora de los militares. Luego, se nos invitaba a hacer el recorrido donde nos explicaban qué sucedía con las personas secuestradas. Los detenidos (entre los cuales había uruguayos) entraban al predio por un portón, encapuchados, desde el auto en que fueron secuestrados e iban derecho a una parte, a un sótano debajo del Casino de Oficiales (que básicamente es un área de esparcimiento que tienen los militares cuando no están en servicio), donde se los fichaba. En este lugar se ingresaban a los detenidos, se los clasificaba y se decidía la suerte de los mismos. Luego los subían a “capucha”, donde eran confinados. A veces los subían a “capuchita”, que era un altillo donde los torturaban.


A los que tenían "suerte" los hacían trabajar en “la pecera”, donde trabajaban con recortes de prensa y elaboraban artículos que se publicaban para limpiar la imagen del ejército a la vez que confeccionaban lo que podíamos decir fake news sobre operativos contra “la subversión”.


Por supuesto, también llevaban secuestradas mujeres embarazadas, para las cuales tenían instalaciones especiales para que tuvieran a su bebé y luego darlo en adopción a otra familia, con una carta escrita de puño y letra (obviamente, bajo coerción), donde aseguraba a sus familiares que “todo estaba bien”. Nosotros vimos esos salones y nos removió mucho el pensar en cuántas familias se desgarraron sólo por odio.


La "pecera", donde se hacía trabajo con recortes de prensa, entre otras tareas.

Había otros salones en donde torturaban a los prisioneros, así también como una repartición donde se constataba su estado sanitario para determinar si podía seguir soportando los tormentos a los que se los sometía. 

Cuando se determinaba que iban a morir, a algunos se les aplicaba un sedante y eran trasladados a diferentes lugares. Algunos eran llevados y subidos para ser trasladados en los tristemente famosos “vuelos de la muerte”. 


Todo esto debidamente documentado y archivado en el “Casino de Oficiales”, que tenía vastos armarios con la documentación que luego fue requisada por la justicia argentina.


Esto son sólo algunos detalles que recuerdo de la visita, que recomiendo hacer si un día andan por Buenos Aires. La conclusión es que todo lo que pasó estaba debidamente pensado, y el "pacto de silencio" que existe no es sólo que una última parte de este plan. Sólo la voluntad política, como ya pasó en su momento, puede hacer hablar a quienes tienen datos.


Los datos están, en algún rincón de algún cuartel, de alguna base naval o de una comisaría de Policía. Por eso hay que seguir marchando. Y una cosa que me deja pensando, relativo a esto, es la tranquilidad que me deja que las generaciones jóvenes se involucren en la Marcha del Silencio, que se preocupen por el pasado reciente, pues en esto nos van muchas cosas como sociedad. También pienso en el momento en que le tenga que explicar estas cosas a Fede, mi hijo, que hoy tiene 4 años, y que en su momento (ojalá) se va a hacer muchas preguntas sobre esto.


Les dejo como final un documental sobre la Esma, donde participan entre otras personas Myriam Bergman, y que cuenta las historias de algunos de los presos políticos que estuvieron recluidos en dicho centro y el proceso judicial que condenó a algunos de los represores que los torturaron. Dura 66 minutos.



Comentarios

  1. Excelente retrato de lo peor de nuestra historia, muy duro de enfrentar cuando s etrata de detalles. Y son los detalles los que importan, las cosas diarias por las que pasaron esas personas victimas de la estupidez y la ignorancia. Mas vigente que nunca hoy tu columna!!!

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  2. Es así.
    Tenemos que seguir preservando el recuerdo de esas victimas de quienes quieren que las olvidemos.
    Gracias por el comentario y por la lectura

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