Maria Eva Duarte 2

La infancia

Es fácil deducir que la infancia de Eva, su madre y sus hermanos no fue sencilla, y mucho menos acomodada. Si bien el padre de Eva les sostenía económicamente tampoco era que vivían y disfrutaban de un lugar de comodidades. Eran la otra familia y eso pesaba.

Y peor se puso cuando el 8 de enero de 1926, Juan Duarte sufrió un accidente automovilístico en el que recibió un duro golpe en la cabeza y la rotura de algunas costillas. Fue trasladado al hospital municipal de Chivilcoy donde falleció unos días después.

Enterada de la muerte de Duarte, doña Juana viajó en un coche de alquiler hasta Chivilcoy para despedir a su amado.

Las personas vinculadas con los Duarte-Uahrt vieron esa acción como una falta de respeto y un atrevimiento por parte de Juana y su prole.  Quizá estos desplantes fueron las primeras semillas de clasismo que entraron en el espíritu de Eva, que con sus 6 años veía cómo se desprendía el desprecio de estas damas y señoras de la alta sociedad.

Este desprecio no fue por parte de la familia legítima de Duarte, que sin ningún inconveniente permitieron a Juana y sus hijos despedirse de él. Vale aclarar que solo hubo un pequeño incidente con la hija legítima de Duarte que fue superado y la familia de los Toldos pudo despedirse y acompañar el cortejo hasta su sepultura en el cementerio municipal en el nicho correspondiente a la familia, donde ya estaba enterrada la esposa de Juan Duarte que había fallecido hacía 4 años.

Si la situación económica era difícil, ante la muerte del padre de Eva esta se volvió más crítica.

Doña Juana se revolvía como podía realizando labores de lavandera, costurera o cocinera, mientras sus hijos colaboraban como podían realizando pequeñas tareas.

En esa época, Eva -o "la cholita" como le decían en su familia- comenzó a sentir en carne propia el destrato que la sociedad solía darle a los que se entendía como hijos bastardos. No había plata para ciertas cosas como ir al cine o comprar ropa nueva.

Los zapatos rotos y apretados heredados de sus hermanas mayores, o la humillación que comenzó a sentir cuando "las damas de beneficencia" le daban túnicas usadas, manchadas y viejas, o vestidos que sus hijas ya no usaban en las fiestas escolares y delante de todo el mundo, hicieron que Evita comenzara a odiarlas, con un odio tranquilo, sin exabruptos, pero cargado de ira.

“Desde que yo me acuerdo, cada injusticia me hace doler el alma como si se me clavase algo en ella. De cada edad guardo un recuerdo de alguna injusticia que me sublevó, desgarrándome íntimamente. La limosna para mí fue siempre un placer de los ricosm el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho. Y para eso, para que la limosna fuera aun más miserable y más cruel, inventaron la beneficencia y así añadieron al placer perverso de la limosna el placer de divertirse alegremente con el pretexto del hambre de los pobres. La limosna y la beneficencia son, para mí, ostentación de riqueza y de poder para humillar a los humildes” (óp. cit).

Este párrafo muestra un poco lo que sembró aquella situación en el carácter de Eva.

Hacia 1930, la crisis iniciada en octubre de 1929 en Estados Unidos ya se había instalado en Argentina.

La Gran Depresión hizo que los países centrales transfirieran los costos de la crisis a los países periféricos  (vemos que siempre fue igual). En los países productores y abastecedores como los de este lado del mundo, la crisis claramente recae en los productores rurales y las industrias de exportación, las medidas protectoras tomadas por los Estados Unidos y Gran Bretaña hacían que los que producían acá para seguir obteniendo las ganancias a las que estaban acostumbrados pusieran condiciones de trabajo casi esclavistas y rebajas de salario y jornales que eran de corte feudal.

Los pequeños productores que habían tomado préstamos hipotecarios para pagar con el producto de la cosecha, pronto comprendieron que con las medidas tomadas por los países centrales deberían producir un 40% más y rebajar los gastos otro tanto para solventar esos préstamos.

Fue así que muchos productores, al no poder hacer frente a los créditos, vieron cómo sus tierras eran ahora propiedad de los bancos usureros.

Muchos tuvieron que comenzar a emigrar hacia otras zonas, inclusive hacia las ciudades más importantes y la capital del país, pero ya no como propietarios sino ahora como proletarios.

A Eva y su familia no les alcanzaba el dinero para mudarse a una gran urbe. Con mucho esfuerzo lograron a comienzos de 1930 asentarse en la localidad de Junín.

Junín en esa época era una ciudad importante en la provincia de Buenos Aires, contaba con 2 líneas de trenes (el Ferrocarril Buenos Aires Pacífico y el Ferrocarril Central) además de contar con un gran taller de reparaciones donde trabajaban muchas personas.

La familia Ibarguren Duarte no la pasaba bien. Doña Juana cosía para afuera y Blanca, la hija mayor, la ayudaba ya que había empezado a ejercer como maestra.

Evita había ingresado a la escuela N1 "Catalina Larralt de Estugamou" y así completar su tercer año de primaria.


Según consta en algunos archivos de la biografía de Eva, no era una alumna destacada. Es más: una de sus maestras declaró no recordarla y otra la recordaba como una niña tímida y muy faltadora.

Por ese entonces, Eva ya mostraba sus dotes histriónicos: le gustaba disfrazarse y recitar poesía. Su familia era su público.

El 20 de octubre de 1933 participó en la obra teatral "Arriba Estudiantes", ya que su hermana Erminda participaba de un grupo escolar que organizaba estas representaciones.

En la ciudad existía una casa de música que transmitía mediante un megáfono el programa radial "La Hora Selecta". Fue allí que hizo su debut frente a un micrófono, recitando el poema "Una Nube" de Gabriel y Galán.

Gabriel y Galán

UNA NUBE

No hay posibles hogaño pa eso
—dijo el padre de ella;
y el del mozo exclamó pensativo:

«Pues entonces hogaño se deja
porque yo también ando atrasao
con tantas gabelas...
Que se casen al año que viene,
dispués de cosecha,
y hogaño entre dambos
le daremos tierra
pa que el mozo ya siembre pa ellos
esta sementera».
Y el mozo y la moza,
rojos de vergüenza,
lo escucharon humildes y mudos,
sin osar levantar la cabeza.
Y el mozo labraba,
derramaba las siete fanegas,
regaba su trigo
con sudor de la frente morena,
y en sus sueños lo vio muchas veces
maduro en las tierras,
cargado en el carro,
junto ya en las eras,
limpio ya en las trojes,
blanqueadas tres veces por ella...
¡Agosto lejano!
¿No vienes, no llegas?
Agosto ya vino;
su sol ya platea
los inmensos tablares de espigas
que doblándose henchidos revientan...
¡Qué hermosa la hoja!
¡Contento da verla!
¡Qué ondear tan suave a los ojos!
¡Qué música aquella,
la del choque de tantas espigas
que la brisa a compás balancea!
¡La brisa!... ¡La brisa!...
una tarde radiante y serena
sopló más caliente,
sopló con más fuerza,
humilló las espigas al suelo,
revolvió la tranquila alameda,
levantó remolinos de polvo,
trajo nubes negras
que azotaron al suelo con gotas
calientes y gruesas...

Se pusieron los valles oscuros,
se pusieron violáceas las sierras,
y fatídica, ronca, iracunda,
vengadora, cercana, tremenda,
zumbó la amenaza
vibró la centella,
que rayó con su látigo el vientre
de la nube cargada de piedra...
¡Y la nube en los campos inermes
derrumbó aquella carga siniestra!...
¡Qué triste la hoja!
¡Pena daba verla!
¡Ya no pueden los mozos casarse
cuando ellos quisieran!
¡Qué triste está el mozo!
¡Cómo llora ella!...
Y es bueno que esperen,
¡que no es firme el amor que no espera!

El fin de la niñez

En 1934 sucedió un hecho que marcaría la vida de Eva: al parecer junto a una amiga habrían sufrido un ataque sexual por parte de un par de jóvenes que las habrían invitado a viajar a Mar del Plata en su automóvil. Este suceso lo rescata la historiadora Lucia Gálvez, en su publicación "Historias de amor de la historia argentina". Gálvez afirma que el ataque no llegó a concretarse y las muchachas fueron abandonadas en la ruta, donde un camionero las llevó nuevamente al pueblo.

El ensayista y novelista Abel Posse sugiere que en 1934 Evita comenzó un romance con un joven, de nombre Damián Gómez, un obrero ferroviario con militancia sindical de ideas anarquistas. Gómez fue detenido en una ocupación de los trabajadores ferroviarios y trasladado a Buenos Aires, donde habría perdido la vida por la tortura policial.

Eva habría viajado a la ciudad para poder verlo y estar lo más cerca posible sin tener ningún éxito, así que se volvió hacia su casa en Junín.

Cabe destacar que Eva aún no había terminado la escuela primaria. En su estadía en Buenos Aires queriendo ver a Damián había intentado conseguir trabajo. No haberlo conseguido y la noticia de que su amigo estaba muerto la decidieron a volver pero ya con el deseo de regresar a la capital para cumplir con su sueño de ser actriz.

Pasó las fiestas de Navidad y año nuevo, el 2 de enero de 1935 regresó definitivamente a Buenos Aires.

Antes de pasar a la última etapa de esta crónica sobre la vida de Eva Duarte, antes de ser Evita, me quiero detener un momento para comentarles que no encontré imágenes de Damián Gómez, pero sí encontré un libro que estoy procurando leer, que contiene detalles sobre esta relación de Eva y Damián.

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Se los prometo como un capítulo paralelo de esta historia, porque Eva antes de morir le escribió una nota al General negando estos sucesos de su juventud pero también le hizo una confesión al padre Benítez, que éste guardó como un secreto guardado bajo siete llaves. Y se sugiere que la confesión tendría que ver con esta relación.

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