- Cuénteme más sobre las pruebas y sobre el uranio,
que cada vez que lo nombramos pienso en armas nucleares y guerras
apocalípticas. Mi ansiedad ya era imposible de disimular.
Victoria y Joao se miraron y fue él quien tomó la
palabra.
- Sobre finales de la década de los 80 realicé algunos descubrimientos arqueológicos en la gruta de Oliveira. Eran herramientas de piedra y resto de fogatas y fósiles que corresponderían, en principio, al período de los neandertales. Pasaron unos cuantos años hasta que me involucré un poco más en demostrar que, en realidad, estos restos tenían que ser de los neandertales y no del hombre Cro-Magnon ya que por la observación faltaban muchos años para la aparición del Homo sapiens en Europa y en particular en la península ibérica
-¿Cómo llegaron al uranio para utilizarlo de esta
manera? -interrumpí pues veía que no había una respuesta concreta.
-Bueno -retomó la palabra Joao- la datación radiométrica
se utiliza desde hace muchísimo tiempo. Es más, se utiliza en todo tipo de
hallazgos no orgánicos en los que se utiliza el carbono.
Los primeros en experimentar esta técnica fueron químicos radiólogos, sobre principios del siglo XX. El método se basa en la comparación de la abundancia de un radio nucleído de ocurrencia natural dentro del material con la abundancia de sus productos de descomposición, que se forman a una tasa constante de desintegración conocida.
Beltram Boltwood (1870-1927). |
El británico Ernest Rutherford en 1905 tenía la teoría muy avanzada y ya había comenzado unas pruebas, pero fue en 1907 que el radioquímico estadounidense Bertrán Boltwood efectuó con éxito las primeras dataciones en rocas con mayor precisión.
Ernest Rutherford (1871- 1937). |
-Voy a darte un artículo que tengo preparado para
la prensa, donde hay una explicación bastante sencilla sobre el uso del uranio-torio -me dijo mientras sacaba una carpeta.
-Esta explicación es más comprensible si cuentas con
algún conocimiento en química, pero si no aún sigue siendo sencilla de
comprender -sentenció el arqueólogo-. Toma, léela y podrás apoyarte en ella
cuando escribas tu artículo, porque escribirás sobre esto, ¿cierto?
No había duda tenía que escribir sobre estas
personas y reavivar el interés sobre lo que todavía podían contarnos las búsquedas
arqueológicas.
-No tengas dudas que contaremos una buena
historia.
Me extendió por fin un papel, y comenzó a explicarme lo que decía y señalarme lo que le parecía que no entendía. Acá se los transcribo textual y tal como él me lo relató:
"Los investigadores usaron los ratios entre los isótopos uranio-234 y torio-230 para datar los depósitos de calcita sobrepuestos a las pinturas y calcular la edad mínima de las mismas. Los resultados, con edades mínimas en el entorno de los 40.000 años de antigüedad, abren distintas posibilidades. Como se supone que H por el Homo sapiens no migró a Europa hasta hace poco más de 40.000 años, es probable que trajese sus habilidades artísticas africanas con él y decorase las cuevas poco después de llegar o, quizás, las pinturas más sencillas y antiguas fuesen de hecho la obra de neandertales.
La datación
uranio-torio es especialmente interesante en el análisis de carbonatos
cálcicos, como la calcita, ya que ninguno de los elementos puede escapar del
mineral ni otros átomos de ellos pueden entrar una vez se ha formado. En las
condiciones de formación de las calcitas, el uranio es soluble mientras que el
torio no lo es, por lo que cuando se forma el depósito mineral contendrá uranio
pero no torio. La cantidad del isótopo U-234, que es el isótopo que por
desintegración alfa se convierte en torio 230, que podemos esperar tener en una
calcita recién formada es del orden de partes por millón o inferiores.
Suponiendo que sepamos la cantidad original de uranio presente en la muestra,
necesitamos poder calcular cuánto Th-230 tendremos pasado un tiempo a partir de
una determinada cantidad de U-234 para tener un método para determinar el
tiempo transcurrido.
Imaginemos que el
isótopo A se desintegra para dar B, por el proceso que sea: A → B. La
desintegración de un núcleo inestable es algo completamente aleatorio y es
imposible predecir cuándo un átomo en concreto se va a desintegrar. Sin
embargo, la probabilidad es igual en cualquier tiempo t. Si tenemos un número N de núcleos de un isótopo concreto,
transcurrido un tiempo infinitesimal, que llamaremos dt,
se habrán desintegrado un número infinitesimal de núcleos, dN, quedando N-dN.
Por otra parte, el número de desintegraciones que se produce en la unidad de
tiempo, -dN/dt, debe ser proporcional
al número de nucleones presente, igual que en una sala en silencio el número de
toses es proporcional al número de personas presentes, como bien saben los
músicos de clásica. Así, si llamamos a la constante de proporcionalidad
característica de ese isótopo λ,
podemos escribir:
-dN/dt = λN
Esto es una ecuación
diferencial muy sencillita que cualquiera puede comprobar que tiene como
solución
N = N0 e-λt ,
donde N0 es el número de átomos
pata t = 0. [1]
Sin embargo, el sistema
U-234 – Th-230 no es tan sencillo, puesto que el Th-230 también se desintegra.
Estamos entonces ante esta situación: A → B → C. El razonamiento es análogo: si
tengo N núcleos, pasado un
tiempo infinitesimal dt, tendré N+dN núcleos.
En este caso escribo +dN, porque dN puede
ser positivo o negativo, dependiendo de si se forman más núcleos de los que se
desintegran o al revés. En cualquier caso, la variación en el número de núcleos
será los que se forman menos lo que se desintegran, por tanto, usando [1]:
dNB/dt = λANA – λBNB = λA N0A e -λAt – λBNB
Esto sigue siendo una
ecuación diferencial nada complicada, que se puede comprobar que tiene como
solución:
NB = (NA0 λA) / (λB – λA)
· (e -λAt – e -λBt) [2]
En pura teoría ya
tenemos la ecuación que buscábamos. Si conocemos las constantes de los isótopos
U-234 (que ocupa el lugar de A) y del
Th-230 (B), que las conocemos, tendríamos
un método para medir la antigüedad de los depósitos de calcita.
El inteligente lector
que haya llegado hasta aquí se habrá dado cuenta de que venimos arrastrando un
problema no menor desde el principio: ¿cómo sabemos qué cantidad había al
comienzo del isótopo A, lo que
hemos llamado NA0? Simplemente, no lo
sabemos, ni lo podemos saber con suficiente precisión. Por eso un método de
datación que se base en una serie radioactiva sólo es válido si uno de los
núcleos es estable (λB = 0) o, como
el caso de U-234 y Th-230, que se cumpla que
0 < λA << λB
Entonces [2] queda
reducida a
NB / NA ≈ λA / λB (1 – e -λBt) [3]
Ya que también en este
caso, NA ≈ NA0.
Vemos pues que si
medimos por espectrometría de masas el ratio Th-230/U-234 tenemos una forma
directa de medir el tiempo desde que se formó la calcita con un error más que
razonable. Sólo nos quedará corregir por la cantidad de U-238 que se convierta
en U-234, pero eso es más de lo mismo (se deja al lector como ejercicio).
Observando la ecuación
[3] vemos una de las limitaciones del método: para tiempos suficientemente
grandes NB / NA tiende a un valor constante λA / λB, es lo que se denomina equilibrio
secular (se forma tanto Th-230 como se destruye). Por tanto el método
uranio-torio no puede datar más allá de 500.000 años, aproximadamente¨.
Así quede yo, estimado lector. Agradecí en mi fuero
intimo las clases y el esfuerzo de aquel viejo profesor de química del
bachillerato que a gatas me alcanzaron para comprender que estaba ante
formulas químicas y físicas un tanto complejas, pero que sin dudarlo, comprendía
que habían cambiado mi interpretación sobre la historia del arte.
Me quedaba una pregunta final para mis amigos, y me quedaban tan solo horas en aquel Paris encapotado. Pero eso se lo cuento en unos días, si gusta seguir leyendo claro.
Admito que apliqué el escroleo a lo aportado por el tal Joao. Espero ansiosa la explicación del protagonista y más detalles de esta historia.
ResponderBorrarJajajaja esa es la idea, motivar a investigar
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