La disyuntiva nacionalista


¿Cómo están los curiosos y curiosas del peronismo? Gracias por acompañarme nuevamente. Ahora que tengo su atención por un momento a través de la engañosa imagen de portada, les confieso que sí hablaremos de Perón, de bandos opuestos y de varios partidos; pero nada cercano al fútbol.

Recordemos que en nuestra entrega anterior nos sumergimos muy resumidamente en el surgimiento de la dicotomía peronismo-antiperonismo comenzando por el ascenso político de Juan Domingo Perón entre 1943 y 1946. Como supimos ver, son variadas las razones que confluyeron para que aquel 17 de Octubre del 45, Perón amaneciera detenido y con gran incertidumbre acerca de su futuro (pero para sorpresa de unos cuantos), se fuera a dormir esa noche enaltecido luego de no solo haber sido absuelto por la presión popular, sino que además esa jornada le ofició de gran trampolín para el despegue de su carrera presidencial.

La segunda gran victoria de Perón estaba consumada -la primera había sido el golpe de Estado que llevó al poder al grupo de militares GOU- y quien saboreaba el gusto amargo de la derrota irreversible era el embajador estadounidense Spuille Braden. No es menor el destaque que haremos de la injerencia yanqui ya que significó por un lado una división de aguas irreversible en el escenario políticopartidario nacional; y por otro, la reacción del espíritu ultranacionalista argentino en las clases populares.

El primer enemigo


Ahora sí, llegamos al primer antiperonista para muchos intelectuales. Desde mayo de 1945 Braden se encargó de ensuciar el nombre de Perón y ratificó en más de una oportunidad que su misión en la Argentina era desactivar el régimen Farrel-Perón y hablaba de “extirpar hasta los últimos vestigios de los principios y métodos malévolos” que el gobierno practicaba.  Su discurso se erigía en supuesta defensa de todas las democracias del mundo, sobre todo la estadounidense y la británica claro está (si se puede atribuir el calificativo democrático al imperialismo o a la monarquía respectivamente). 

La excusa para debilitar la imagen del aún embrionario movimiento peronista era los supuestos vínculos del gobierno de facto argentino con el nazismo. La parte en que un gobierno peronista conducido por su líder máximo pudiera terminar en un totalitarismo fascista no parece descabellada (siempre hablando con el diario del lunes, repetimos) ya que los militares acumularon gran cantidad de detenidos políticos, dispositivos de censura y las persecuciones a enemigos o potenciales comunistas siempre fueron moneda corriente en todas las dictaduras.

Seguimos en 1945 y aún no hemos mencionado a Evita. Pues estamos abordando los sucesos mas importantes (a criterio de este humilde servidor) de manera cronológica. Sí podríamos mencionar, a modo de ir presentando la próxima entrega, que de aquel terremoto del 44 (ver columna #0) se desprendieron varias acciones solidarias vinculadas al mundo del espectáculo, y en el evento de recaudación de dinero y premiación a las artistas involucradas en la beneficencia, Eva y Juan se conocen y entablan una relación. Muchos dicen que es durante sus cortos días de prisión en octubre que Perón y Eva piensan por primera vez en casarse. Podemos suponer quizás que el lanzamiento de la candidatura presidencial aceleró el proceso para que un presidente primer trabajador, primer católico, primer patriota, asumiera su cargo con un matrimonio consumado. Pero abordaremos la gran etapa de Evita conductora y referente de los y las excluídes en el próximo capítulo.

Volviendo a Braden, hasta noviembre se mantuvo en Argentina y ejerció un rol visiblemente protagónico como uno de los referentes de la Unión Democrática (alianza conformada entre la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Demócrata Progresista para oponerse y denunciar el régimen de Farrel-Perón). Sus dicursos siempre apuntaron a polarizar una disyuntiva clara: o libertad o fascismo (esto último para ellos era lo equivalente a peronismo).

Es importante destacar cómo las acciones de los enemigos de Perón fueron de algún modo marcando el camino para el surgimiento de este fenómeno masivo. Para Félix Luna, el peronismo como movimiento social y político surge en la marcha de la CGT del 12 de Julio de 1945. Ese día, bajo el lema "contra la reacción capitalista", numerosos sindicatos salieron a las calles en respuesta a las denuncias y pronunciamientos de la oposición. Según testimonios se coreó "¡Perón presidente!" entre los cantos de agitación.

Para setiembre de eso año ambos bandos continuaban intentando hegemonizar la agenda pública. El 19 de ese mes, la oposición realiza una multitudinaria marcha desde el Congreso Nacional hasta el distinguido barrio de Recoleta. El lema sería por "la constitución y la libertad" (¿shockeados?). A ella asisten y encabezan dirigentes de todos los partidos opositores incluyendo al Partido Socialista, la UCR, el Partido Demócrata Conservador, el Democráta Cristiano y el Partido Comunista. Exigían el fin de la denominada Revolución del 43 y que la Corte Suprema de Justicia gobierne el país.

Para noviembre, luego de la "victoria peronista" en octubre, Braden se va del país para continuar su cruzada antipopular desde el exterior como Secretario de Estado adjunto para Asuntos de las Repúblicas Americanas de los Estados Unidos desde donde organizó el último intento fallido para desestabilizar a Perón. De esa manera, se publica días antes de las elecciones "El Libro Azul", en el cual se afirmaba que según el Departamento de Estado de EEUU, el gobierno argentino sería colaboracionista de las potencias del Eje durante el final de la segunda guerra mundial. Desde Argentina, la pluma del peronismo respondió con "El Libro Azul y Blanco" que se defendería de lo que llamaban burdas falacias y a su vez instalaba una hábil consigna preelectoral: Braden o Perón.




Se instala entonces en el debate público una disyuntiva que toca fibras sensibles en la ciudadanía argentina: el lema Braden o Perón significaba mucho más que una consigna oportuna y bien pensada como estrategia de propaganda. Simbolizaba la tensión entre los intereses injerencistas estadounidenses y una población que ya para esas fechas había comprado una fórmula básica de la doctrina peronista. Si los puristas me permiten traduciré esta conceptualización teórica en un arbitrario enunciado matemático:

asistencia social + derechos civiles y mercantiles + fortalecimiento
obrero e industrial + suba de salarios = justicia social y soberanía nacional


Quizás para un obrero fabril que no estaba empadado de la coyuntura política de su país, dentro de la alienación que suponía su status social podría haberla pensado diferente:

asistencia social + avance en derechos + justicia social y soberanía nacional (doctrina) = fortalecimiento obrero y suba de salarios.


Estas son dos entre muchas formas de organizar las distintas variables que hemos venido presentando. Existen incluso otras más que se podrían agregar a gusto, obviamente. Si reemplazamos en la ecuación “justicia social y soberanía nacional” por “peronismo”, ya sabemos lo que sucede. Si no, hagan la prueba, y no solo verán como cada ecuación ordena las variables de un modo particular sino que además podrán apreciar cómo pareciendo casi lo mismo son contrapuestas entre sí algunas de esas visiones. También podrán pensar la suya como en una especie de “elige tu propio peronismo” (algo bien similar al abanico peronista contemporáneo).

Por el contrario a lo que esperaba el embajador norteamericano, el masivo apoyo a las políticas sociales y redistributivas que habían calado hondo en los espíritus de la mayoría del padrón votante a principios de 1946, fue un factor de peso irremediable para que Perón ganara las elecciones. Esa acumulación pragmática y asistencialista, a mi modo de ver, sellará a fuego la relación que el movimiento peronista tendrá tanto con su base, como con sus dirigentes y líderes. Profundizaremos esa relación en futuras ediciones, incorporando al análisis el peronismo de los 90 y los 2000 y su compleja (y muchas veces) corrupta red política.

Por otra parte, durante el despuegue y auge del movimiento de masas más popular de toda la historia argentina, se da una discusión que (según creo) sirvió para el fortalecimiento en este caso del corpus ideológico que siempre acompañaría a los y las peronistas: el sentimiento nacional y popular. Entre la retórica de una identidad "pseudosalvaje" que había que civilizar con fuertes dosis de democracia anglosajona versus un nacionalismo arraigado en los derechos cívicos y laborales, primó lo segundo.

Comentarios

  1. Conocía la historia de "Perón o Braden", pero me surgen otras dudas:
    Fue el único embajador tan abiertamente metido en la política de Argentina? El que lo sucedió no se metió en nada? Obedecía órdenes directas de su gobierno o era así de nacimiento?

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  2. Gran aporte, gracias!
    Lo bueno de estas columnas, es que me pasa algo similar a Faga, vas leyendo y te van surgiendo dudas o consultas.
    Y ya que te estas volviendo nuestro peronologo de cabecera, va una pregunta: ¿vamos a saber en algun momento de estas columnas cuando nacio "Los muchachos peronistas...." :)?

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  3. Claramente podemos ir por esas respuestas que los intrigan. Con repecto a lo que dice Faga, ningún embajador yanqui posterior se mostró y militó con vehemencia al parecer. Aunque obviamente, y desde el primer momento, el gobierno gringo no sacó ni un ápice de su bota de los asuntos políticos argentinos, y por ende, peronistas.

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