Ascensión de un Cristo Metalero, sobre la Montevideo que Gemini imagina.
Manual Existencial
A mis 48 años, he llegado a una conclusión de
ingeniería ineludible: la vida no es un circuito integrado. Y eso, damas y
caballeros, es maravillosamente optimista.
Permítame, ¡Oh estimado lector!, presentarme de
forma sucinta, nuevamente. Espero que tenga su cinto correctamente ajustado, y
su correcta mente, esté abierta. Soy ingeniero, padre de dos adolescentes (la
dialéctica andante), esposo de otra ingeniera (la complejidad al cuadrado), y
actualmente, analista senior de la curva de decadencia familiar. Si la
felicidad se midiera en la ausencia de problemas, a estas alturas yo sería un bot
nanométrico en un tubo de ensayo estéril. Pero el optimismo, para un hombre
de mi edad y profesión, no es creer que todo está y va a estar bien; es
entender que el caos es la característica de diseño, no un fallo del sistema.
Freud postuló a Eros (la pulsión de vida, el
deseo, la creación) y Thanatos (la pulsión de muerte, la destrucción, la
inercia). Yo, desde mi perspectiva de software y hardware, lo veo
así: Thanatos es el código legado, pesado, inevitablemente obsoleto.
Eros es el parche de seguridad, la actualización forzosa que
rompe temporalmente el sistema, pero que en última instancia lo mantiene
funcional y relevante. Y, ¡qué optimista soy! Mi sistema ahora mismo está en
modo "emergency reboot", y eso significa que el Eros
está trabajando a toda máquina.
La Crisis
Matrimonial: El Refactoring de 19 Años
Dicen que el matrimonio es un proyecto, y el
nuestro, tras casi 19 años con una colega (¡Dios mío, la redundancia de
la lógica es aterradora!), ha entrado en la fase de "Beta Testing
Extremo". Mi esposa se resiste a la psicoterapia, mientras yo sí,
estoy en un nuevo proceso, buscando, no sé si por valentía o cobardía, dónde se
encuentran las fugas de memoria en nuestro código de pareja.
¿Thanatos? Sí, es el aburrimiento, la
previsibilidad, la muerte lenta de la chispa bajo el peso de la rutina, la hipoteca
del BHU, problemas en el trabajo, uno que ve la serie que a ambos nos gusta,
adelantándose a la cadencia del otro, y alguna otra madriguera transformada en
cordillera. Pero el optimismo emerge cuando entiendo que la crisis es, de
hecho, el Eros más puro en acción. No nos estamos rindiendo; estamos
activando un proceso de re-ingeniería de alto costo. Es el deseo de seguir
siendo juntos—pero diferentes—lo que nos empuja. ¿Qué podría ser más vital
que pagar un terapeuta para que te ayude a reinventar el afecto? Es la versión
adulta y fiscalmente responsable de un romance adolescente. ¡Viva la pulsión de
vida, que nos obliga a sentarnos incómodamente y hablar de sentimientos en
lugar de la eficiencia del nuevo compresor!
La Adolescencia: La
Explosión del Eros sin Control de Versiones
Mis hijos, de 14 y 15 años, son el equivalente
biológico de un servidor web sobrecargado. Su energía es
infinita, su lógica es inescrutable y su propósito principal parece ser la
deconstrucción activa de cualquier estructura que intente imponer en casa. No
puedo ser el Jedi y espetarles que “¡Yo, soy tu padre!”. Para
ellos soy como la parodia de Horacio Rubino y su Momo Sapiens… Simplemente, “El
que te jedi”.
Thanatos se asoma en la forma de mi propia
obsolescencia como "figura de autoridad". Mi música es terrible, mis
chistes son prehistóricos, y mi consejo es, por definición, ignorado. Pero ¡qué
espectáculo optimista! Observar la adolescencia es presenciar a Eros en su
estado más bruto, una fuerza creativa y sexual que se lanza al mundo sin manual
de usuario ni seguro a terceros. Mi hija de 14 y mi hijo de 15 son la prueba
irrefutable de que la vida quiere seguir adelante, aunque sea a costa de
mi paz mental y de mi factura de internet. Ellos no están muriendo; están naciendo
ruidosamente, y mi único trabajo es poner el firewall y esperar que no
quemen la casa.
Mis Padres: El End-of-Life
Y llegamos al núcleo duro del Thanatos, el desafío
de gestión definitivo: la ELA de mi padre y “esa” patología neurocognitiva
aún no terminada de desvelar de mi madre. Esta es la realidad a la que no se
puede hacer debug con café y paciencia. Es el apagón gradual del
sistema que me dio vida.
Aquí, el optimismo es un acto de sarcasmo
existencial. Como ingeniero, estoy llamado a gestionar este proceso de "desmantelamiento"
con una frialdad y una eficiencia que es completamente imposible, y por lo
tanto, sublime. El Eros no está en la curación (esa batalla está
perdida), sino en el cuidado. El acto de sostener una mano, de recordar
por ellos, de gestionar la complejidad médica, es mi afirmación de la vida
frente a su reverso. El optimismo está en que mi Thanatos personal (el miedo a
la pérdida) se transforma en el motor del Eros práctico: la compasión en
acción. Es un chiste cruel, sí, pero el humor negro es la única herramienta
que no se rompe bajo esta carga.
El Himno al Luto:
"Say Hello 2 Heaven"
Esta dialéctica de vida y muerte encuentra su perfecta
resonancia en el cierre catártico de "Say Hello 2 Heaven" de
Temple Of The Dog. La canción, escrita por Chris Cornell como lamento por la
muerte de su amigo Andrew Wood, es superficialmente Thanatos puro: es el dolor,
la frustración, la pregunta retórica al vacío ("¿Dónde vas a ir
ahora?").
Sin embargo, el genio de la canción—y el motivo de
mi optimismo psicológico—es que es un Monumento de Eros construido sobre los
escombros de Thanatos.
Filosóficamente, la canción es una aceptación de la finitud.
Cornell no busca negar la muerte; se dirige a ella ("Say Hello 2
Heaven"). Es un reconocimiento de que la pérdida es real, dura, y
permanente. Pero al transformar ese dolor incomunicable en una melodía que
resuena con millones, él inmortaliza la conexión que fue. La canción es
un acto de creación (Eros) forzado por la destrucción (Thanatos). Es la prueba
de que el amor, la conexión vital, no se evapora, sino que se solidifica en
arte y memoria.
Psicológicamente, "Say Hello 2 Heaven" funciona como un rito
de paso emocional. Cornell utiliza su voz—una herramienta de vida y
expresión—para procesar la agonía. Es la sublimación freudiana en su máxima
expresión: la pulsión de muerte, el deseo de anular el dolor, se redirige a la
pulsión de vida, la creación de algo hermoso que honra lo perdido. Mi
propio reboot existencial (pareja, hijos, padres) requiere ese mismo
mecanismo: tomar la materia prima de mi propio Thanatos y obligarla a servir
al Eros.
Así, a mis 48, con un mapa de fallas completo y
detallado, me doy cuenta de que este es el momento más vívido y, por lo tanto, más
optimista de mi vida. La crisis es la confirmación de que sigo siendo,
gloriosa e irónicamente, un ser humano. Y eso no se arregla con un parche, sino
con una buena dosis de humor negro y un volumen alto de Temple Of The Dog.
Cierre
Mejor aún, es rematar el texto con este cover que Richie
Kotzen realiza de la canción original, que fue publicado en YouTube el mismo
día en que me sentí impelido a escribir estas líneas, hoy 10 de Octubre de
2025, sobre las 12:30.
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