Una batalla tras otra: Viva la revolución!



Desde siempre han existido directores que nos han cautivado. El solo hecho de saber que están vinculados en un proyecto hace que centremos nuestra atención sobre ellos, esperando ansiosos su estreno. Cuando a esto además se le suma que la calidad está prácticamente garantizada es un plus que no hace más que aumentar las expectativas. Esto precisamente ocurre con el reciente estreno en cines "Una batalla tras otra", dirigida por Paul Thomas Anderson.
Este director norteamericano es sinónimo de calidad, sus películas se caracterizan por ser muy buenas en todos sus aspectos. Fue el director que nos trajo grandes películas como, por ejemplo, "Boogie Nigths", "Magnolia", "Embriagado de amor", "Petróleo sangriento", "El hilo fantasma", entre otras. Su última película hasta este año fue "Licorice Pizza" de 2021 que fue nominada al Oscar como mejor película en su momento. En su filmografía encontramos diferentes obras que difieren en su estilo y temática, pero todas tienen algo en común, la calidad, motivo por el cual las expectativas sobre su nuevo estreno, como expresé anteriormente, no hacían más que subir.
Sumado además que tenemos grandes actores participando de ella, como Leonardo Di Caprio, Sean Penn y Benicio Del Toro, entre otros, a nadie se le pasó inadvertida esta película.


Todo esto fue motivo para ir a verla ni bien fue estrenada y debo decir, que mis expectativas no fueron exageradas y que estamos ante una de las mejores películas de lo que llevamos de este año.
Esta película es la adaptación de una novela, de aquellas que se categorizan en muchas oportunidades como inadaptables ya que llevar a la pantalla lo escrito en sus páginas se torna una tarea titánica. En esta oportunidad, Paul Thomas Anderson realiza una adaptación libre acerca de la misma, por lo cual podemos afirmar que la tarea está más que cumplida, lo cual es ampliamente satisfactorio.
En su comienzo la historia nos sitúa en la zona fronteriza entre Estados Unidos y México en un centro de detención de inmigrantes ilegales, manejado por el brutal coronel Steven J. Lockjaw interpretado por Sean Penn. El lugar es atacado por un grupo paramilitar con la finalidad de liberar a los prisioneros y hacer toda una declaración de intenciones. Declaración que desde un primer momento la película nos deja en claro, es una crítica social intensa acerca de la sociedad de nuestros días. El deseo de cambiar la realidad de ciertos sectores mediante cualquier medio que sea necesario utilizar, así conocemos a los personajes de Leonardo Di Caprio y Teyana Taylor, un bombardero y una de las cabecillas de esta organización respectivamente.
Así comienza y a lo largo de toda su duración somos testigos de una historia que nos tendrá pendientes en todo momento, el ritmo de la trama no descansa nunca. Siempre está ocurriendo algo en pantalla que no nos permite dejar de prestar atención, tanto por los mensajes explícitos, como por los implícitos que podemos encontrar.
Por razones que no vale la pena detallar en este momento, el grupo debe desactivarse y sus integrantes ocultarse para no ser detenido por las autoridades, pasados 16 años nos reencontramos con el personaje de Di Caprio, quien está a cargo de la crianza de su hija, interpretada por Chase Infiniti, quien encarna y representa todo el espíritu revolucionario y fuerza que otrora presenciamos en otros personajes.


Obviamente esta “paz” es pasajera y la batalla debe retomarse, porque esta es la palabra clave de la película, los personajes se encuentran constantemente batallando, ya sea con las autoridades como entre ellos mismos.
La película está filmada de forma impecable, lo que vemos nos hace recordar a clásicos del cine. Todas las secuencias son funcionales a la historia, una persecución en una carretera ondulante que puede parecer eterna no hace más que intensificar la tensión del espectador.
Como mencioné anteriormente, el ritmo de la película es constante y está acompañado con una banda sonora que en todo momento es un complemento perfecto de lo que está ocurriendo en pantalla, ya sea para los momentos de humor, así como para ayudar a generar suspenso y tensión.


En materia de actuaciones ninguna desentona, todos los personajes tienen su momento de destaque. Gran actuación de Leonardo Di Caprio, vemos todos los avatares que debe pasar su personaje a lo largo de toda la película matizando diferentes niveles, dando grandes dosis de humor, tensión y dramatismo. Su interpretación nos hace acompañar a un padre que en muchas ocasiones se ve superado por las circunstancias y es extremadamente vulnerable. Sean Penn nos regala otra gran actuación, su personaje es el principal antagonista de la película, tiene momentos en los que es temible, en otros es gracioso e incluso otros tantos en los que nos resulta patético, reflejo de la hipocresía que se denuncia sobre ciertos sectores de la sociedad. Benicio Del Toro tampoco desentona, su personaje no aparece tantas veces en escena, pero cuando lo hace es de buena forma.
La historia es lo suficientemente interesante para ser analizada desde diferentes puntos de vista, uno más amplio, que abarca toda la crítica social en ella contenida, otro más específico y no menos importante, sobre la búsqueda de la identidad y los vínculos familiares.
La idea de la revolución está latente en toda la película, la de rebelarse ante una sociedad que está fracturada. Hay una referencia a sistemas opresivos existentes que, si bien son en cierta medida caricaturizados, dan una mirada satírica de la realidad, principalmente de Estados Unidos y no por ello dejan de ser perturbadores y atemorizantes.
Así, la historia se levanta cual revolucionario para decirnos que no debemos claudicar para lograr una sociedad mejor y que hay que enfrentar a todo aquello que nos oprime.
Sin dudas Paul Thomas Anderson lo ha hecho de nuevo, nos ha traído una gran película que logra cumplir en todo lo que se propone, divierte y hace reflexionar, algo que los grandes cineastas siempre logran. Una vez terminado el visionado la historia queda resonando en nuestra mente y llegamos a la misma conclusión: “Viva la Revolución”.




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