Los pelos de la espalda y las uñas de los pies. Las proteínas y los carbohidratos. Lo que hice y lo que nunca podré hacer. Todo aquello que me parece tan innecesario, ajeno a la centralidad de la existencia y que me genera cansancio, incluso repulsión, también forma parte de lo que soy.
Carl Jung dijo una vez que "el privilegio de toda una vida es convertirse en quien realmente eres". La cuestión gira en torno al ser auténtico, a algo que, se supone, ya existe en nosotros, pero que no alcanzamos, que perseguimos en acciones que paradójicamente nos alejan de eso que buscamos y que no podemos expresar en el mundo tal como es.
El pensador Clément Rosset ha basado toda su obra en esta cuestión, planteando como concepto central la "idiotez de lo real". Critica la ilusión del yo y aquello que nos hace imaginar y proyectar, generando salidas estéticas para hacer la vida más soportable. Uno de esos subterfugios es la noción del yo: quién soy, cuáles son mis gustos, atributos y limitaciones. En su libro Lejos de mí, desarrolla un argumento en contra del Yo, utilizando ejemplos y nociones filosóficas estructurantes de distintas épocas. Para Rosset, el Yo no es más que una máscara social.
“En contacto con lo colectivo, el ego se disuelve. Las presiones y expectativas sociales descomponen la identidad individual, la fragmentan en múltiples versiones que tratan de ajustarse a cada contexto. Lo que queda es una pluralidad de yos que rara vez coinciden con el verdadero”.
Hola, soy Clément Rosset! |
El filósofo francés no ha tenido la popularidad mediática de algunos de sus contemporáneos, pero sus ideas han encontrado ecos profundos en la cultura popular. Es conocido por su filosofía del "doble", una reflexión sobre la naturaleza de lo real y la ilusión de su duplicación. En Lo real y su doble, Rosset plantea la inevitabilidad de enfrentar la realidad sin filtros, sin esperanzas de consuelo. Para él, la vida se define por la aceptación de su tragedia esencial: la imposibilidad de escapar del dolor y el absurdo inherentes a la existencia, así como la paradoja del yo en una era dominada por el ego.
Una regadera verde de plástico,
para una falsa planta de goma china,
en la falsa tierra de plástico,
que ella compró a un hombre de goma,
en una ciudad llena de plantas de goma,
para librarse de eso mismo.
Eso la desgasta, eso la desgasta.
Eso la desgasta, eso la desgasta.
Tanto Rosset como el líder de Radiohead, Thom Yorke, exploran la angustia existencial y la imposibilidad de escapar de la "cruda realidad", como evidencia el inicio de la canción Fake Plastic Trees.
Yorke nació en Inglaterra en 1968. Destacó en la saturada escena dominada por el grunge con un sonido de estética rupturista. Su rostro asimétrico, enigmático y marmóreo llamó la atención de una gran cantidad de seguidores muy rápidamente, seducidos por la amplitud y profundidad de su voz y sus letras.
Hola, soy Thom Yorke! |
Desde OK Computer hasta A Moon Shaped Pool, la banda británica ha explorado un paisaje emocional cargado de ansiedad, desesperanza y una especie de resignación ante la fría verdad del mundo moderno. Las letras de Yorke transmiten el vacío y la alienación, dos conceptos que Rosset sitúa en el centro de su reflexión filosófica.
En canciones como No Surprises o Everything in Its Right Place, las melodías etéreas se contraponen a letras que revelan la oscuridad y el malestar de un mundo postindustrial que parece fuera de control. Thom Yorke, como Rosset, parece invitarnos a abandonar el autoengaño.
El álbum Kid A es quizás el mejor ejemplo de esta simbiosis entre el pensamiento de Rosset y la música de Radiohead. Su atmósfera alienante y sus estructuras abstractas reflejan lo que Rosset llama "la embriaguez trágica", una forma de aceptar la vida sin recurrir a ilusiones tranquilizadoras. La indiferencia y el desarraigo que se perciben en las canciones de Radiohead actúan como una representación musical del "realismo trágico" de Rosset.
En lugar de hacer un disco de rock accesible, Yorke decidió explorar el experimentalismo digital. Fue su forma de decirle al mundo que no sería lo que todos querían.
En una entrevista, Yorke mencionó sentirse abrumado por la falta de control sobre su entorno y por la desconexión emocional que generaba vivir en un mundo cada vez más digitalizado. Esa sensación de alienación es uno de los pilares en la obra de Rosset, quien sostiene que cualquier intento de evadir lo real, ya sea a través de la tecnología o la ideología, es una condena a la ilusión.
El desdén de Yorke por la fama también juega un papel importante en su música, considerándola una distracción de lo que verdaderamente le importa: la música.
“Me da mucho miedo lo que la gente proyecta en mí”, dijo a The Guardian en 2006, refiriéndose a cómo su figura pública se convirtió en un ícono de lo que él mismo rechaza. .
En la vasta y compleja carrera de Thom Yorke, su imagen ha sido tanto una armadura como una jaula.
Por un lado, ha moldeado su música, empujándolo a rechazar convenciones y a abrazar lo incómodo. Por otro lado, ha afectado profundamente la percepción de su obra. La crítica y el público lo ven como un profeta sombrío, cuyas visiones apocalípticas se materializan en sonidos desafiantes. Sin embargo, lo que muchos pasan por alto es el humor y la ironía que habita en su trabajo. "A veces me siento como un payaso triste", confesó en una entrevista con Rolling Stone en 2013, como si intentara desmontar su propia leyenda.
Nuestra vida no es un viaje que culmina en la redención. La tragedia es la única certeza, pero aceptar esa realidad también puede ser liberador. El "sí" a la vida que defiende Rosset implica abrazar lo inevitable con una mezcla de resignación y valentía. Esa misma energía atraviesa los álbumes de Radiohead, que no buscan proporcionar respuestas fáciles, sino más bien invitar al oyente a habitar, por unos momentos, la ineludible fragilidad de nuestra condición humana.
Al final, tanto la música de Radiohead como la filosofía de Rosset nos sitúan frente a lo que tratamos de evitar: la realidad en su forma más pura, sin adornos ni escapatorias. Un recordatorio de que la tragedia no es algo que podamos esquivar, sino algo que debemos, de algún modo, aprender a aceptar.
No me importa si duele
Quiero tener el control
Quiero un cuerpo perfecto
Quiero un alma perfecta
Quiero que te des cuenta
Cuando no estoy cerca
Eres tan jodidamente especial
Y yo quisiera ser especial
Pero soy repugnante, soy un extraño
que carajos hago aquí
no pertenezco a este lugar
Señor Yorke, no está solo en la búsqueda de justificar nuestra huella de carbono.
Tuve un tío llamado Ego, que en paz descanse.
ResponderBorrarTratando de ponerme al dia con el blog.
ResponderBorrarGracias Juan Pablo.
En el texto se menciona payaso triste, y no podía dejar de comentar :)