"Quiero ser Influencer"


Cantando con alegría llegamos a este tablado...la Caja de Chocolates vuelve a abrirse con un tema espinoso, un drama que puede fragmentar una familia

"Quiero ser influencer".

Sin duda, la frase que nadie nunca quiere oír. Luego de trabajar toda la vida para bancar una educación que prepare a la criatura de la mejor manera posible para el mundo adulto (incluso haciendo horas extras, laburar un finde, perderte algún cumple y hasta un partido de Peñarol). No debe haber momento más ingrato. Es preferible que nos diga que quiere repartir listas de Cabildo Abierto antes de que se entregue a la tarea de decirle a la gente lo que debe comprar.

Luego de que pase el mal momento, nos dedicamos a ver qué implica ser influencer. No es que sea un "radiostar", como puede ser el caso del jefe de este noble emprendimiento bloggero, que te dice “andá a comprar a Ta-Ta y vos hacés los surtidos ahí”. Uno tiene que tener cierto capital social para poner en juego y ser capaz de incidir en una persona.

Lo cierto es que ser influencer, para los que tenemos cierta edad y nos criamos sin las redes sociales, no está muy bien visto. Quizás sea un sesgo propio de la proyección de los prejuicios y esté generalizando desde mi lugar, pero supongamos que es así. Los influencers son objeto de burlas, los consideramos “alérgico a la pala”, hasta hay un personaje que se llama “Gaucho Influencer”, a quien, sin conocerlo mucho pero parecerme buena gente el hombre, parece jugar a "influenciar" en el humor de las personas y gracias a eso, es parte hoy de campañas publicitarias. Lo que no tengo claro es si es un "humorista" que hace de "influencer", o es un "influencer" que hace de "humorista". Como me vino un ataque de indulgencia, lo dejo a gusto y criterio de cada uno.

Entonces, nos decidimos a buscar información al respecto. ¿Qué es ser "influencer"? Google y a otra cosa. Encontrás un montón de definiciones, y entre todo lo que leés, pasás el cernidor y te quedás con la idea de que es una persona con cierta credibilidad que por su presencia en las redes puede ser un referente que modifique las conductas de las personas en favor de una marca, un producto o un servicio.

"Eso acá no corre, somos 4 gatos locos, nos conocemos entre todos", pensás. Pero un día vas al shopping con tu hijo a comprarle un par de championes. Con cierta sorpresa, ves que muchos de los jóvenes del lugar lo conocen y lo saludan. 

-¿A vos esta gente de dónde te conoce?- le preguntás.

-De las redes, jugamos on-line en el Play o en la compu. Comento videojuegos, a veces algo de música que escuchamos, como puede ser Trap, Lali, Taylor Swift, cosas por el estilo. A muchos les gusta lo que subo, me siguen y conversamos.

-¿Y en qué momento del día te dedicás a hacer esas cosas?

-Después del liceo, o cuando hay hora puente. En casa, en cualquier lado.

O cuando estás en la rambla, tomando mate con la patrona cerca de playa Ramírez. Ves que hay mucha movida joven. Del tumulto sale tu hija. Muchos la saludan. Cuando viene a pedirte un mate, le preguntás:

-¿Y toda esta gurisada qué onda?

-Son seguidores, armamos una movida con otra gente  de las redes y vinimos a hablar de las cosas que nos preocupan. Hoy hablamos de sexualidad y cuidados, qué hacer en casos de violencia, etc. Hablamos con la Intendencia, mandaron unos talleristas y armamos una actividad acá.  

-La verdad que me parece bárbaro. ¿No hablan de esas cosas en el liceo?

-Sí, pero a veces nadie da bola.

-Bueno, te felicito por la iniciativa.

-Gracias, pa. Igual te noto un poco sorprendido. ¿Qué pensaste, que hacía "coach ontológico"?

Bueno, nos resignamos a que el nene y la nena quieren ser "influencers". Y está bien, piensa uno, ya que andan todo el día con la cara frente al celular al punto de que les tenemos que avisar que la comida está pronta a través de Whatsapp (yo quisiera eliminar esta aplicación y tener Telegram, pero el mundo me lo hace imposible por ahora), por lo menos que saquen un peso, al menos para ellos. 

Un día, viene el crío con unas bolsas de supermercado y te dice:

-Mamá, papá, traje un surtidito, compré azúcar, yerba, harina, enlatados y un pulponcito para meter en el horno.

"Opaa...mirá vos" pensás. Al final eso de ser "influencer" no está tan mal. Más si un día te aparece tu hija y te dice:

-Hola vieja, hola viejo. Conseguí un canje con una muchacha que tiene cabañas en el Kiyú, si vamos el finde y pasamos unas fotos nos deja la estadía gratis.

"Pero mirá qué bien". Armás las valijas y te vas a desenchufarte  un finde a ese precioso balneario de la costa maragata, caracterizado por sus barrancos y hermosas vistas de los atardeceres. Te dejás sacar una foto en buzarda sentado en una reposera mientras tenés al lado una picadita de salamín, queso y aceitunas.  Re pancho. Obviamente esas fotos no las vas a ver, sino que tu hija va a hacer una rigurosa selección de imágenes y si es ducha, con una buena aplicación audiovisual se manda unos  videítos, para tener más "likes" y seguidores.

La cosa, entonces no era tan terrible. Hasta está bueno. El nene sigue yendo al liceo, y la nena ya está por empezar la Facultad. Nunca dejaron de estudiar y saben lo que quieren. Cosa que no pasaba contigo cuando estabas terminando el Ciclo Básico y no tenías ni idea de qué elegir entre Humanístico, Científico o Biológico.

-No va a ser algo para toda la vida- dice tu hija. -Es algo del momento. Está bueno.

-Cuando termine el liceo quiero estudiar Producción Audiovisual, o algo así por el estilo -dice tu hijo. Me encantan los medios, algo bueno va a salir de esto.

Te encanta su entusiasmo. Vos que pensabas que lo mejor era que estudiaran Derecho, Medicina o Economía, esas cosas considerada prestigiosas en los `90, en tu época de estudiante. Pero el mundo cambió. 

Entonces, un día golpeás la puerta del cuarto de tu hijo. Él te abre la puerta y le decís:

-Quiero ser influencer.


Comentarios

  1. Me hiciste acordar a "La conjura de los necios", cuando la esposa del dueño de la empresa donde trabajaba Ignatius se queja de que van a ser pobres y que sus hijas se van a tener que prostituir para bancar la universidad...

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  2. Y el marido dice: bueno, así por lo menos harán dinero de su mayor hobby.

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  3. Justo le estaba comentando a Beto de una influencer que es arquitecta y hace de todo en instagram. Resulta que tiene su pasado como funcionaria en la universidad pero se ve que este camino laboral le ha rendido mucho. Y no es soplar y hacer botellas, eh. Hay que planificar las publicaciones, decidir los contenidos, pensar los guiones, ir haciéndose de equipos para filmarse mejor y, además, incluir un toque personal que implica una exposición que puede llevarte a sufrir el hate de los bananas que piensan que estás robando la guita. Es un signo de estos tiempos que no me enloquece pero entiendo si los más jóvenes lo ven como opción. Más si es así como lo contás de tus hijos. Abrazo

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