Y así va transcurriendo la noche. Un detalle importante para mí: si bien es trabajo, siempre intento divertirme. Estamos rodeados de gente del mundo del vino, la gran mayoría nos conocemos de muchos eventos o de la calle, cuando estamos vendiendo.
Vamos a estar 4 horas parados en el stand,
casi todos tomamos solo agua y sin comer, salvo ocasiones especiales. Así que
hay que meterle onda para que salga lindo.
Interactuá con los vecinos, si te piden
una variedad que no tenés, recomendá un colega que sepas que la tiene. Somos
competidores, no enemigos
Así vamos llegando al final de la noche. Llega el momento de preparar la retirada, porque es así, hay que preparar la
retirada.
En estas tres o cuatro horas que han
transcurrido, la abrumadora mayoría de los participantes se encuentra en
situación de copeteo.
Un porcentaje mínimo se retira cuando nota que es claramente el final del evento, otro se queda boludeando, tomándose lo que queda en la copa y conversando con su grupo
Pero… siempre hay un "pero": están los que recién comienzan la noche. Esos son los peligrosos del final, no quieren que termine, están pasando de novela, no piensan irse.
En cuanto notan algún movimiento de
desarme, huelen a la presa, se vienen para el stand a reclamar más vino, lo que
sea, dame la botella que te queda abierta, llename la copa hasta arriba, se
niegan a ver el final.
Esto, muchas veces, genera ciertas rispideces
con estas personas que mañana, volverán a ser igual de amables que a las 20
hs. del día de hoy. Pero ahora son leones al acecho.
Algunos salones tienen un final anunciado
por los organizadores, pero esos son los menos. Otros hacen un ratito de baile para
finalizar amablemente y a nosotros nos da la tranquilidad necesaria para el
desarme.
Pero cuando no se da ni una cosa ni la
otra, aparece la estrategia de los que vivimos de esto.
¡El que arranca a desarmar es el que da la voz de aura!
El que se duerme queda a merced de la tribu.
Por lo general, en la mesa están las
botellas abiertas para el servicio y algunas cerradas que dejamos como decoración.
El resto queda debajo de la mesa, en las
cajas en las que las trajimos, como reposición de las que se van gastando.
Unos 15 minutos antes de la hora pactada, comienza
el plan de evacuación.
Vas sacando todas las botellas cerradas que
tenés arriba de la mesa, como adorno, y vas dejando solo las que están
abiertas. Estas últimas son las que dejarán la vida para que vos salgas ileso.
Cuando comienza la estampida, lo primero es
llevarse las cajas que están debajo de la mesa. Dejás los banners armados,
como que todo está transcurriendo normalmente
Segundo paso: vacías las champagneras, que
a esa altura tienen más agua fría que hielo. Ahí es cuando algunos te
descubren. Andás por el salón con las champa rumbo a la cocina o el baño a
tirar el agua. Son borrachos, no boludos.
Viene la parte final, la hecatombe total: la gente se agolpa en el stand buscando esa última copita antes de la despedida. Vos, mientras guardás los banners, juntás las champas y te armás para salir
despavorido. Les ofrecés que se sirvan de las botellas abiertas que quedan en
la mesa.
Algunos directamente se llevan una botella
entera abajo del brazo. Otros, más tímidos, se sirven un poco de alguno que les
haya gustado y que esté disponible y se conforman a esperar el final.
La cuestión es lograr que todos sean felices al final de camino. Hasta los que se enojan poquito, es más berrinche que otra cosa. Por lo general al año siguiente están otra vez en la misma.
Como siempre, bebiendo con responsabilidad, ¡SALÚ!
Que momento ese de desarmar y empezar a irse sin que se note mucho... es imposible!
ResponderBorrarSi señor. Salis a lo chorro. No hay otra
Borrarmuy buena! y si para la proxima precisas uno para boludear y tomar loque quede, pasame un mensaje que voy he!
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