Documentales: Introducción al estudio semiológico desde un punto de vista trostkista.

Cuando cursaba uno de varios semestres para recibirme de crítico de cine (se estudia para eso... o se estudiaba antes) el profesor Luis Elbert -excelente, mi modelo para cuando sea docente- explicaba que un documental tiene que ser guionado y todos, o casi, saltamos: ¿Cómo que un documental es libretado? ¿Cómo que hay un montaje? Todos teníamos en el marote el preconcepto de que en ellos simplemente se ponía la cámara y se registraba lo que pasaba.

Nocturno.

Pero no. Nunca estamos viendo la "Verdad". Aunque se esté filmando en los mismos lugares donde ocurrieron los sucesos y lo cuenten los propios protagonistas, no dejamos de ver una versión de las muchas posibles. Casi seguramente, se podría hacer otra con la postura contraria. Y a veces, se hace.

¿Cuál es, en realidad, la diferencia entre el cine de ficción y el documental? ¿Y si les dijera que casi  no hay, y en muchos ejemplos, tiende a difuminarse? Se supone que una película de ficción es una donde actores "simulan" determinadas acciones, lo cual es muy claro en "Misión imposible" o en "Avatar". Pero también hay "ficciones" basadas en hechos reales, o biografías de gente idem, las llamadas "biopics". A veces, filmadas en los lugares verdaderos donde ocurrieron.

Hay un film del veteranísimo director alemán Werner Herzog llamado "Family Romance LLC" (2019), donde se habla de una empresa japonesa dedicada a alquilar parientes falsos para ocasiones formales (por ejemplo, un casamiento donde el padre de la novia es demasiado choborra para acudir). La película se centra en el director de la empresa y en uno de los casos en que él mismo es el actor que interviene, pero... lo que vemos es una ficción actuada por intérpretes algunos profesionales, otros totalmente amateurs y otros, miti-miti. Así que es un documental hecho con recursos de ficción.

Family Romance LLC.



 

 

 

 

 


Con diferencia de pocos días, vi en Mubi "Nocturno" de GianFranco Rosi (2020) y en Youtube "Cupleteros" de Aníbal Bueno (2014). Éste último, uruguayo, es un trabajo para TV que consta casi totalmente de primeros planos de gente vinculada -lógicamente- al carnaval uruguayo y da sus definiciones de lo que es la función del título, agregando varios de ellos unos segundos cantando alguna parte que interpretaron en el pasado. Dura una hora y poco, pero durante todo su metraje el asunto no crece para nada y, podríamos agregar, no informa demasiado. Es un muy típico ejemplo del llamado documental de "cabezas parlantes", en que la gran mayoría de la gente que sale no aporta ninguna información, sino una lista de adjetivos. Cuando termina, nos quedamos con la impresión de que ser cupletero es maravilloso, es muy difícil y -lo único interesante- hay diferentes formas de serlo, más antiguas y más modernas, que más o menos conviven.

La película del gran documentalista italiano Rosi ("Fuego en el mar") transcurre en países tan conflictivos como Kurdistán, Líbano, Siria e Irak, pero nunca nos indica con un letrero en cuál estamos en cada momento, vinculándolos. No hay "cabezas parlantes", pero tampoco discursos, textos ni voces en off que nos editorialicen. Rosi filma el día a día en esas zonas desvastadas, sin mostrar directamente batallas ni hechos bélicos. Ni falta que hace. 

O sea, Rosi hace cine y del bueno, mientras que su colega Bueno, apenas televisión. "Nocturno" filma los lugares donde ocurrieron y ocurren las cosas que se quieren contar -si no, no tendría sentido la película- y cuando vemos a una señora mayor visitando el lugar donde torturaron y mataron a su hijo, es lógico que lo está actuando, pero en realidad nos está contando lo que pensó, sintió y dijo cuando conoció ese lugar.

La tierra tiembla.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya que estamos en Italia, cuando en la inmediata posguerra nació allí el neorrealismo, los De Sica, Visconti y Rossellini filmaban en las propias calles bombardeadas, con gente común sin experiencia actoral (algo que también se estudia) no sólo porque era más barato sino también por razones artísticas. La obra maestra poco conocida de Visconti "La tierra tiembla" (1948) es una historia de pescadores sicilianos intentando armar una cooperativa, interpretada por auténticos pescadores locales, hablando su dialecto y no el idioma italiano, que no conocían. "Paisá" de Rossellini cuenta con auténticos partisanos recreando lo que les había pasado hacía poco tiempo.

En resumen, hay muchas formas de hacer un documental, de la misma manera que hay muchas maneras de contar un mismo acontecimiento. El realizador escoge no sólo dónde va a poner la cámara, sino también selecciona el material que va a quedar en el montaje final. En épocas de celuloide se contaba que en los documentales se filmaban 20 minutos por cada uno que quedaba en la película (en ficción, la relación era de 7 a 1). No es necesario una voz en off, carteles o un personaje hablando a cámara que nos dirija hacia donde tiene que ir nuestra atención o qué tenemos que pensar sobre el tema en cuestión.

Hay documentales sobre artistas, cineastas inclusive; documentales sobre realidades actuales problemáticas; otros, sobre acontecimientos del pasado. Muchas veces más interesantes que una intriga rutinaria y gastada de asesinos a sueldo o supersoldados de la ficción. 

Un buen porcentaje del mejor cine contemporáneo es documental, porque hay muchas historias que contar y que los grandes medios de comunicación no lo hacen. O porque hay puntos de vista diversos que no se conocen. O, simplemente, porque son muy buen cine a secas. 


Un largometraje completo, subtitulado al castellano, del gran documentalista suizo Richard Dindo: "Arthur Rimbaud, una biografía" (1991). Rimbaud fue uno de los mayores poetas en lengua francesa, pero dejó definitivamente de escribir a los 20 y vivió 17 años más, muy lejos de su país y de su fama explosiva de escritor maldito. 

THE YAPING

Todo tiene un fin y este capítulo inicial de "Nekrodamus" también. Ahora van a tener que esperar que haga otro. Giles.


 
   

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