El gusanito se mata así...

La historia, en realidad, muchos de ustedes la deben de haber escuchado -o leído- un montón de veces en estos días en que se estrenó "Duna, parte 2": La novela original, particular y polémica, fue un gran éxito de ventas y hubo dos intentos de trasladarla al cine. El primero fue un delirio del generalmente delirante chileno-francés Alejandro Jodorovsky, que quedó en la nada y el segundo, casi también, porque el gran David Lynch hizo una adaptación de 8 horas pero la versión que se estrenó sólo mostraba la cuarta parte de ese material y, con tanto corte, no se entendía nada.  

El canadiense Denis Villeneuve fue el elegido para una nueva adaptación de la novela de Frank Herbert -a quien algunos han tachado de fascista, no he leído aún "Duna"- y la dividió en dos películas, estrenadas en 2021 y ahora mismo. Villeneuve ya tiene varios títulos en su haber, siendo la anterior una secuela del film de culto "Blade runner", que intentó no copiar a Ridley Scott pero que -como suele pasar cuando una historia fue redondeada hasta su lógico fin en la primera película, pero igual hacen otra- no quedaba del todo clara su necesidad. 

Acá el director comenzaba con la novela desde el principio -la "Blade runner" original no respetaba ni el título del libro de Philip K. Dick- sabiendo que por un lado estaban los fanáticos de la saga de Herbert, quien publicó cinco continuaciones de la serie y, después de su muerte, la siguió su hijo Brian que coescribió trece (13) libros más, currando a lo bobo con las invenciones del viejo y, por el otro lado, los inversores que sólo quieren recuperar la inversión con una de aventuras con mucho C.G.I. y no le interesan demasiado los mundos ni las disquisiciones sociales, religiosas y ecológicas que, aparentemente, llenan las páginas de "Dune".


Villeneuve, como Nolan, Tarantino y no sé quien más hoy en día, es de la clase de director con personalidad y estilo que sabe dejar su sello en el cine industrial, haciendo películas comerciales sí, pero superiores a la media. Acá -y hablo de ambos films- utiliza una estética casi opuesta a la de la versión lynchiana: uso permanente de los grandes espacios, no sólo en los desérticos paisajes del planeta del título, sino también en palacios y otros recintos y un uso muy tenue del color, allí donde la versión de los 80 estaba saturada -un poco por la estética de la época- llegando aquí hasta el extremo de una escena en blanco y negro en una especie de Coliseo romano.

El problema más grande de esta "Duna", me parece a mí, es tratar de que trascienda aunque sea un poquito a un irrelevante enfrentamiento entre buenos y malos -otra vez mal yo que, repito, no leí la novela donde capaz que la cosa está mejor resuelta- a lo que se presta la caracterización de la Casa Harkonnen (los villanos, claro): extremadamente violentos (estos dan miedo, no como los de Lynch), sanguinarios, grotescos, no quieren a nadie, son presentados con estética nazi y son todos pelados (hay algunos alopécicos buena gente en la vida real, pero son los menos). Si me preguntan a mí, Villeneuve no llega a elevarse por sobre la lucha maniquea de bandos, pero lo cuenta de forma muy atractiva.


Quizás lo más interesante de "Duna parte 2" es la transformación del protagonista Paul Atreides de un adolescente del montón a un líder mesiánico y medio que con inclinaciones autoritarias. Debo reconocer que Timothée Chalamet me ganó y suena convincente en el papel, sobre todo al final. Me parecía un simple galancito raquítico, pero parece que el guacho tiene futuro.

Como ambas películas han sido exitosas, se está tratando de convencer al director para que adapte la segunda novela, que sigue la historia del Paul ya establecido como Emperador y no cuento más nada. Material existe, ya que los dos libros que Herbert  hijo publicó siguiendo directamente la narrativa de su padre llegan hasta unos 5000 años después de la primera novela. No aclaré antes, pero los otros libros son precuelas y explicaciones del mundo anterior a la "Duna" original. O en criollo, currando con el viejo, como se ha dicho.      

Y.E.T.P.A.P. (Ya es tarde para afiliarse a Previsión)


ROGER CORMAN (98)
- O la prueba de que hacer películas baratas es bueno
para la longevidad. "El rey del cine independiente" se le llamó, aunque yo lo veo más como un currero que como un idealista de la libertad creativa. 

Supo realizar más de 50 films, generalmente de ciencia ficción, de terror, de aventuras, policiales o motoqueros, de los que aquí apenas se estrenaron 22. Orientó sus películas a las audiencias jóvenes que iban a trasnoches o autocines.

Siempre se ha mencionado -y acá no seremos menos- que le dio su oportunidad para comenzar a trabajar a mucha gente que luego se haría famosa, como Jack Nicholson, Martin Scorsese, Francis F. Coppola y muchos más. "Aprendías muchísimo, aunque nunca te pagaba" habría dicho este último. Se jactó (incluso en el título de su autobiografía) de haber producido cientos de películas y haber tenido ganancias con todas, excepto con la última que dirigió: "Frankenstein perdido en el tiempo" (1990), que habría que verla ahora. Pero si me preguntan a mí, su importancia en la historia del cine se debe fundamentalmente al ciclo de films basados en Edgar Allan Poe realizados entre 1960 y 1964: "La fosa y el péndulo", "El cuervo", "La pavorosa casa de Usher", "El entierro prematuro", "La tumba de Ligeia", "La máscara de la muerte roja", estas tres últimas, inéditas en Uruguay. 

Entre tantas obras, hay algunas del tipo "me estás jodiendo...", pero también mucho cine muy bien realizado (con tres pesos): "El clan Barker", "La masacre de San Valentín", la mencionada "El cuervo", varias más.        

THE YAPING

Continúa la historieta por la cual los principales estudios de Hollywood se arrancan los ojos (y otras partes peores del cuerpo) por hacerse con los derechos de adaptación.


 

Comentarios

  1. Nunca ví nada de "Dune" pero muchos le dan para adelante. Voy a tener que ingresar

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  2. Mirá estas dos. No te compliques con la de Lynch, que no se entiende nada.

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    1. En este caso no es culpa de él. Le recortaron lo que hizo y, como siempre, quedó una cagada que no tuvo éxito.

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