De Ida y Vuelta. Pica la Naranja

Hoy salimos de la rutina de las efemérides y las noticias insólitas porque vamos a contar una historia que pudo ser verdad. O no.

Dedicada a Ale Sin Género, que dedica horas a este deporte.

Saber jugar y entender el juego: una historia de básquet en el interior.

Si las historias de fútbol en el interior son increíbles, imaginen lo que puede pasar en el interior profundo con un deporte que recién, hace unos años, comenzó a popularizarse: el básquet. Esto se basa en una historia que pudo ser real y que ocurrió en el interior profundo apenas comenzado el nuevo milenio (2004, para los que les cueste entender lo que se quiere decir, como les costó a los religiosos entender el juego).

En la ciudad donde ocurrió esto había poco básquet, casi no había básquet o era solo para algunos. Los que querían jugar y eran gurises debían ser buenos y colarse en la categoría mayores si algún profe del liceo los invitaba a jugar si les veía condiciones, donde podían entrenar y, con suerte y viento a favor, garronear algunos segundos cuando el partido estaba cerrado y liquidado. Apenas había alguna institución a la que no todo el mundo accedía, en la que se practicaba el deporte: los costos de la cuota social eran, para muchos, inalcanzables, y practicar el deporte para estos gurises era difícil.

A pesar de eso, se esforzaban por entender y comprender el juego, esperando lo que parecía inalcanzable: la disputa de un torneo oficial que los tenga como protagonistas, algo más que los veintitrés segundos que podían garronear, si todo iba bien -o mal-, en mayores. Porque los segundos se garroneaban si ganabas seguro o si perdías seguro.

Para ellos, de espera eterna, cualquier cosa que dispusiera el uso de camisetas y la presencia de un juez era un partido oficial y contaría para su estadística. Y si implicaba un mismo equipo que disputaba más de un partido, ya era un torneo. Y si a eso se le sumaba que llegaba un DT extranjero, el torneo era la NBA.

Lo que parecía que no iba a pasar llegó a estos dos amigos que garroneaban algunos segundos en mayores cuando los cuartos se terminaban y sus equipos tenían el triunfo o la derrota asegurados: un compa del liceo los invitó a participar en un torneo de su categoría (juveniles, lo que hoy es U18), con jueces y gratis. Iban a ser una especie de refuerzo de un equipo muy peculiar. Solo había que entrenar con un DT yanqui, del que no retengo el nombre, pero sí retengo, por lo que se me contó, que “sabía un montón”, lo que todos los amantes de cualquier deporte quieren: un DT que sepa un montón.

Porque todos los que disfrutamos del básquet sabemos lo que significa saber un montón del juego: defensas, pick and roll, pick and pop, check, bisagra, etc., y todas las vivezas no escritas que tiene el deporte.

Lo peculiar del torneo era que quienes integraban el plantel, eran gurises vinculados al fútbol, con un gran estado físico, que corrían muchísimo y que formaban parte de una congregación que practicaba una religión que no viene al caso. El torneo, como tal vez alguno concluye, era un torneo Interiglesias.

Las prácticas comenzaron, dos veces por semana, para llegar entendiendo el juego y bien preparados para el torneo que se disputaría un mes después. El DT , que había nacido en EEUU, había estudiado mucho del juego, la didáctica y la forma de transmisión y que llamaré Phil (sí, por Phil Jackson) se esforzaba por transmitir todo su conocimiento a los gurises que jamás habían practicado el deporte, más allá de algún 21 que jugaron por ahí, y que sumado a los pocos segundos garroneados por los refuerzos en Mayores, esos 21 eran finales de la DTA. Y todo esto con la orientación religiosa de fondo: “el terror era que nos metieran en la iglesia, mi madre casi no me deja ir” -nos contó uno de esos refuerzos del equipo, quien fue, además, uno de los principales protagonistas de la historia.

Todos los martes y los jueves se hacían prácticas y se llegó al campeonato con 8 entrenamientos, jugadores que sabían que no podían picar y agarrar y picar la pelota, sabían hacer un doble ritmo y podían dársela al alto abajo del aro cuando quedaba con un enano. Un logro brutal y todo mérito de Phil y de los 3 compañeros de liceo que sí sabían jugar (además de saber las reglas, saber jugar era, en ese nivel, amagar antes de tirar, no hacer doble dribling, embocar los libres y, de yapa, algún tiro de tres).

El día llegó y por supuesto, el traslado a la ciudad donde se jugaría el torneo fue eterno. Separaban como 400 km a la ciudad del equipo con la ciudad donde se jugaría el torneo y, por supuesto, no faltó una canción popular para acompañar a aquellos deportistas: “sos mi superior”, “creo en ti”, “sálvame”, “tu milagro se hará”, entre otras, sonaron. Con la música, la distancia mental era de 3.000 km.

No sin orar y agradeciendo comenzó el campeonato que cruzó al equipo que se trasladó de una punta del país a la otra con uno de los equipos locales. Era un triangular. El clásico triangular, un partido, el ganador a la final, y el cruce entre el perdedor con el equipo que esperó. El partido fue de ventaja para los muchachos de Phil, que ganaron por más de 40 puntos ante un equipo que, claramente, no sabía jugar y no tenía refuerzos.

El segundo partido determinó que el equipo que esperó en la primera fecha clasificara a la final. Y la final fue muy disputada, al punto que se definió en una última pelota.

El equipo visitante perdía por tres puntos y Phil armó una jugada que involucraba a los dos amigos invitados a reforzar el equipo (recordemos: uno de la congregación convocó a otros dos a reforzar el equipo). El base, que era uno de los refuerzos, iba a ser cortinado por el otro refuerzo, en la cortina la pelota debía ir para el jugador que cortinó, quién debía tirar de tres puntos. “Si no embocamos el triple tenemos que hacer falta, ¿entienden?”, dijo Phil, y todos afirmaron.

La cuestión es que, cuando se iban al campo, los dos protagonistas definieron hacer otra cosa: “yo te cortino, si cambian de hombre y quedo con el enano, voy pa’bajo del aro porque voy a estar con el enano que te marca a vos, me la das, le amago y salta, provoco el doble, lo emboco y meto el personal y ta pelado”, dijo el alero al base, quién le confirmó que irían por ahí.

El juez pitó y se reanudó el partido. El base fue con la pelota, recibió la cortina y pasó lo esperable: el equipo defensor cambió de hombre. Y con lo esperado se dio lo que planearon los amigos: la pelota fue al alero, que parado abajo del aro y con ventaja de altura, le amagó al base rival que saltó, el alero, cual Shaquille, le enganchó el brazo al defensor, encestando la bandeja y, no como Shaq, metiendo el personal. Todo dicho, el juego igualado a falta de segundos. Irían a alargue. O eso pensaban.

El equipo que recibió los puntos sacó de abajo del aro (no tenía minutos para pedir), y uno de los jugadores visitantes cometió infracción adrede. Todos sus compañeros se miraron y Phill no sabía que pasó ni por qué hizo lo que hizo. “Vos dijiste que cortemos si no embocábamos el triple”, dijo el infractor que terminó siendo el culpable de la futura derrota por dos puntos.

Porque ni el ser omnipotente salvó al visitante, primero, de que el atacante rival meta ambos tiros libres, y segundo, tampoco ayudó a que uno de los refuerzos embocara de atrás de la mitad de la cancha.

Con los años se entendió: con refuerzos era trampa, y la religión no lo iba a permitir.

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GOLES URUGUAYOS EN EL INTERIOR

Comienzan los mejores torneos del mundo. El fútbol en su esencia más pura, bien cerca de lo que pudo ser el juego cuando se originó. Porque ahora todos piden plata, pero antes era un juego de caballeros que trabajaban muchas horas al día y deseaban salir de trabajar para irse de su casa a correr detrás de un balón mal inflado y en canchas con poco pasto y mucha tierra. 

COPA NACIONAL DE CLUBES A
(A es la Categoría, no se llama A la Copa)

36 equipos divididos en nueve series (de 4 equipos, 9x4=36).

Muchísimos partidos, así que solo vamos a mencionar los televisados. ¿quién lo televisa? Direct TV, algunos canales del interior, y capaz que alguna plataforma. No estamos del todo seguros.

Sábado 16:00
Arsenal – Universitario 

Domingo 15:30
Estudiantil – Barracas 

ATENCIÓN A (Tercera edición)

Melo Wanderes. Es un Wanderes en Melo. Fundado el 28 de diciembre de 1975, nadie creía en aquella fusión entre el Melo Football Club y el Wanderes Asociación Club, dos de los clubes más viejos de la ciudad. Dicen que se fusionaron para no discutir el decanato, uno es de 1903 y el otro de 1916, pero este último podía haber tenido otro nombre. Su estrella: Adolfo Lima

COPA NACIONAL DE CLUBES B

La juegan 55 equipos, divididos en 14 series, por lo que vamos a repasar hoy 7 series y la semana que viene 7 series más. Una de las series es de tres equipos.

SERIE A

San Eugenio (ART)

Ceibal (SAL)

Bar. Albisu (LIA)

Uruguay (BEU)

SERIE B

Nacional (SAL)

El Tanque (SAL)

Bar. Obrero (PAY)

Obr. Unidos (GUI)

GRUPO C

Nacional (FBE)

Juventud (SOR)

San Carlos (COL)

Progreso (DOL)

GRUPO D

Polancos (NPA)

Plaza (TAR)

Colón (CAR)

Figuritas (FBE)

GRUPO E

Uruguayo (CML)

Nacional (CAR)

Juventud (COL)

Fraternidad (ROD)

GRUPO F

Artesano (COL)

Nacinoal (NHE)

San Rafael (ECI)

Independiente (ECI) 

GRUPO G

Centenario (TAC)

Defensor (PDT)

Racing (VIC)

Tenemos consigna para esta semana: deje sus comentarios identificando la liga a la que pertenecen los equipos de la Copa B (la liga está entre paréntesis y le damos una pista que puede usar: TAC es Tacuarembó). El que acierte más gana. ¿Qué gana? El honor.