Anima

 

Buenos días/tardes/noches. Esta vez, La Caja de Chocolates se abre para hacer una retro-recomendación y análisis sobre un corto audiovisual, algo que no se ve muy seguido en plataformas y que en esta oportunidad “merece la pena” echarle el ojo, como dicen en la Madre Patria (hasta donde yo sé, España se sigue autopercibiendo “madre”, asi que hay que respetar su decisión)

En esta ocasión les traigo un corto audiovisual musical (¿o videoclip largo?) estrenado en 2019 que se llama “Anima”, cuyo autor es Thom Yorke y es dirigido por Paul Thomas Anderson.

Confieso que hasta hace algunos años no me interesaba mucho ver gente bailando y haciendo piruetas, quizás en parte a que nunca en mi casa se me fomentó el gusto por el ballet o la danza; y por otra parte gracias también al bastardeo que significó el reality show de Ideas del Sur “Bailando por un Sueño”, el cual por una cuestión de gustos nunca vi pero siempre me llegaban repercusiones del mismo de todas formas posibles, y donde la parte del baile era relegada por los quilombos más grasas de los que se puedan tener registros. Lo peor es que a eso le llamaban “arte”. (Y acá me voy a permitir una pequeña digresión: hoy le llaman arte hasta a la promoción de cualquier cosa, que muchas veces tienen que ver más con el Marketing que con la expresión del estado del alma creativa de una persona. Hoy te hacen un desodorante y a la carátula le dicen “arte”. Te hacen un afiche publicitario y le dicen “arte”. Pero bueno, a algunos grandes pintores del Renacimiento, que no voy a nombrar por respeto a las Tortugas Ninjas, los financió la Iglesia para que les haga propaganda en forma de cuadros y frescos. Sin embargo hoy nadie duda en llamar a eso “arte”).

Volviendo sobre el tema, de un tiempo a esta parte sí fui tomando interés por el arte de la expresión corporal. Quizás sea porque tuve la suerte de tener amistades que integraban el cuerpo de baile del Ballet Nacional del Sodre, y verlos en acción fue un verdadero espectáculo. 

Este acercamiento me permitió formar un cierto gusto y sensibilidad por la danza, obviamente como espectador y a nivel de usuario. Y es por eso que hoy "me animo" a traerles esta recomendación.

“Anima”, como ya comenté, es un corto audiovisual de 15 minutos, producido por Netflix y estrenado en 2019. Cuenta con la música de Thom Yorke (que además es el frontman de Radiohead) y la colaboración de Nigel Godrich. La coreografia es de Damien Jalet y la fotografía es de Darius Khondji. Cuenta también con la importante participación de Dajana Roncione como la partenaire de Yorke en el corto.

La obra constituye una alegoría sobre la sociedad moderna y las relaciones humanas, sobre el cual me voy a permitir hacer algunos comentarios. Se presenta en secuencia de varios cuadros y se desenvuelve linealmente, en el sentido de que presenta la premisa y la historia se desarrolla sin demasiados atajos ni giros rebuscados: está la escena del subte, otra cuando va por una especie de ruinas que bien podrían ser egipcias, otra cuando va por una ciudad (en este caso, la bella ciudad capital de Chequia, Praga), y un último cuadro que ocurre en un tranvía. Hay una historia que se va desarrollando, desde la impersonalidad del comienzo en el subte, hasta el vínculo que el protagonista forma con una chica “random”, que es claramente la representación del amor (o en todo caso, la amistad) que viene a poner color al mundo. 

La alegoría creo que está bien clara, el comienzo nos encuentra circulando por las grises y monótonas vías de un subte, lo que al menos a mí me abre la siguiente reflexión sobre el transporte: seguramente, 9 de cada 10 personas lo usan por la necesidad de ir al trabajo o a otro lugar que en realidad no tienen muchas ganas de ir. Cabe preguntarse si las sociedades montarían sistemas de transportes tan complejos si las necesidades fueran otras de las que demanda el mundo del trabajo, al cual seguramente de esas 9 personas, 8 irían porque “no les queda otra”.

Esto se ve reflejado por el grupo de personas que comparte el vagón, que representan figuras de tedio y apatía. 

En este lugar tan despersonalizado, sin embargo, las miradas del protagonista se cruzan con las de la chica. Que es el comienzo de la historia que se va a desarrollar en este contexto que plantea el corto.

Otra historia que se desarrolla y que es subsidiaria de la primera, es el que comienza cuando el protagonista ve que una persona deja en el vagón del subte un maletín o lanchera de esos de estilo viejo, lo recoge y sale atrás de la gente tratando de devolverlo a quien se lo olvidó. Parece una chotada pero creo que en esta historia lo que se expresa es el interés por el otro, aquel que se la juega y que interviene en favor de una persona que (contra todo pronóstico) no es ella misma. Es que ese contexto de apatía, que sirve de trasfondo y que atraviesa gran parte del corto, parece anular cualquier tipo de iniciativa solidaria, y un acto que se despoje de ese egoismo abúlico cotidiano pareciera ser una especie de "mini revolución", o al menos un acto de rebeldía que en tiempos de un radical individualismo no se puede tolerar. Esto se refleja cuando Yorke vive, en una especie de travesía con aires oníricos, una peripecia tratando de volver a conectar a ese maletín con la persona que lo perdió, donde las figuras de danza representan los impedimentos estilo "no te metás" que se le aparecen cuando quiere ejercer ese noble acto.

La travesía por el maletín se resuelve, aparentemente, sin la solución que pretendía el protagonista. Cosa que lo desalienta en sus intenciones altruistas. Lo que queda es el protagonista sentado en un plano inclinado, representando la dificultad insalvable, y la basura, en tanto ruido o interferencia que se vuelve insoportable, que vuela y lo envuelve hasta hacerlo caer. 

Pero lo que lo termina rescatando es el reencuentro con la chica del subte, en lo que es para mí la representación de que relacionarse, o al menos conectarse con el otro, salva, dentro del contexto en parte de la reedición del viejo clásico entre Caos y Orden, (donde nunca vamos a saber quién fue el Decano o quien ganó más). Y esa chica representa el "orden" o al menos, la "calma", el "desasosiego" o un lugar confortable. Con ella entabla, mediante figuras de danza, una relación de complicidad e intimidad que “los rescata”, pues en realidad, se salvan uno al otro, como dice el Pepe “nadie se salva solo”. Juntos atraviesan la parte final de la odisea, donde hay otras figuras danzantes que van representando el peligro hasta que la pareja encuentra la luz, y junto a otras parejas terminan la travesía en paz y calma.

Las figuras danzantes se mueven al ritmo de la música de Yorke y Godrich, que funciona como el sostén de las coreografías así como a la vez tratan de administrar las emociones.  Dentro de los ritmos están los del comienzo, monótonos, alarmantes y desconcertantes, para terminar en piezas más tranquilizantes y relajadas. 

El resultado es una pieza audiovisual muy interesante, amena y con una duración ideal para ver cuando vas al trabajo en el bondi, mientras la persona que va en el asiento de al lado cabecea la ventana del sueño que tiene, y allá a lo lejos una embarazada se pelea con una vieja por el asiento.

Fue nominada en 2020 a los Grammys, pero no logró alzarse con la estatuilla. Se la puede ver, obviamente, por Netflix o sino en el videoclub amigo. Así que queda hecha la invitación. Si la pueden ver, comenten qué les pareció, si coinciden en todo, en algo o no coinciden en nada y tienen nuevas interpretaciones. Es lo bueno que tiene el arte, abre el abanico de interpretaciones, que de última ya pensar por uno mismo es un acto de rebeldía, más en este contexto de criptosectas, libertarados y violencia exacerbada.