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Back to the beginning: Ozzy rodeado de una constelación de estrellas del género que Black Sabbath construyó (foto: Ross Halfin). |
After the post in Spanish, the English translation follows, with the help of Gemini AI.
El Último Viaje del Príncipe de las Tinieblas... Adiós, Ozzy
Osbourne...
La tarde del martes 22 de julio, mientras el ómnibus surcaba las calles de Montevideo rumbo a mi cita con el psicólogo, una noticia sacudió mi mundo. Ozzy Osbourne, el inigualable Príncipe de las Tinieblas, había partido de gira eterna. Las lágrimas, traicioneras y sinceras, se abrieron paso por mis mejillas, un torrente silencioso que arrastraba décadas de recuerdos y una conexión forjada en los riffs más pesados, las melodías más oscuras y las letras más intensas.
Tengo 48 años, soy ingeniero, padre de dos hijos y un uruguayo que, desde los 14, respira Heavy Metal. Sí, también tengo un pasado que me atrapa entre baladas de Roxette y el buen pop melódico y meloso, pero el que esté libre de pecado, que se calce la campera de cuero con tachas y venga a peludear conmigo. El Heavy Metal ha sido la banda sonora de mi vida, y Ozzy, su figura más emblemática. El mismísimo Tío Ricardo, Ricardo Iorio, tenía una opinión muy favorable sobre las letras de Ozzy Osbourne, llegando a sugerir que deberían ser subtituladas al español y difundidas ampliamente en los medios de comunicación para promover el crecimiento personal.
Mi amor por el Heavy Metal comenzó en la adolescencia, y pronto me sumergí en el Thrash de MetallicA y Megadeth, dos de los pilares inamovibles en mi colección. Pero no me quedé solo en la velocidad y la agresión. La profundidad melódica y los riffs afilados de bandas como Soundgarden y Alice In Chains, que sin duda beben de la fuente original de Tony Iommi, también me atraparon. Y qué decir del Doom Metal, ese género hipnótico de tempos adormecidos y acordes graves, una verdadera inmersión en la oscuridad sonora. En este universo de potentes guitarras y voces desgarradas, Ozzy Osbourne se erigió como una figura central, no solo como vocalista de Black Sabbath, los padres fundadores, sino también como un artista solista que logró trascender el género y dejar una huella imborrable.
Así es lo que siento. MetallicA, Megadeth; de acá: Reytoro, Chopper; de allá: Almafuerte, Hermética; le han puesto música y palabras a mi biografía en tiempo real. Decodifico la realidad en clave de letras de esas y otras bandas que me gustan. Lloro en los recitales, incluso si los estoy viendo por TV, porque recuerdo (i.e. "vuelvo a pasar por el corazón"), cada vivencia que asocio con una letra en particular.
Desde 1992 está la "Theatrical version" de "The Unforgiven" de MetallicA, aún no he podido superar "algo" que gime en mis entrañas y me rompo de amargura al ver el vídeo, se me anuda la gola y dejo de cantar. "Sé Vos" de Almafuerte, es otra puñalada perenne. Ese es el Legado que estamos llamados a preservar, el Espíritu del Metal.
Volviendo al guion de la memoria... Fue en el verano de 1992, durante unas vacaciones familiares en Parque del Plata, en la zona norte, cuando mi camino se cruzó con el de Ozzy de una manera inesperada. Las tardes calurosas transcurrían en el Arroyo Solís Chico, pero mis oídos siempre estaban atentos a la música. Así era desde que en la última oportunidad que participé del programa “Cacho Bochinche”, me gané un walkman “SQNY” (sí, la segunda letra era una “Q”, no una “O”). Ese dispositivo lo gasté, así como también estropeé cintas de casetes originales o truchos.
En el autoservicio de la Avenida Argentina, se transaban provisiones y melodías. El encargado, que creo recordar que era de origen italiano, apenas unos años mayor que yo, era un verdadero curador musical, tenía una devoción casi religiosa por un álbum: "No More Tears".
Una y otra vez, el disco giraba en la rockola del local, inundando el ambiente con los inconfundibles sonidos de Ozzy. Recuerdo vívidamente la potente batería, los riffs pegadizos del guitarrista Zakk Wylde (prodigio que luego formó su “Black Label Society”) y algunas canciones que luego me enteré que fueron coescritas por Lemmy Kilmister (bajo, voz y líder de Motörhead), el bajo machacón (¿se dice así?) de Mike Inez (parte de Alice In Chains) y la voz de Ozzy, que a veces sonaba cruda y desquiciada, y otras, sorprendentemente melódica y vulnerable.
Fue entonces cuando mi fascinación por el "Príncipe de las Tinieblas" se consolidó, una fascinación que perduraría por décadas. El disco "No More Tears" se convirtió en un rosario de himnos personales de aquél verano, una banda de sonido inesperada para la adolescencia y el descubrimiento de nuevas sonoridades. Temas como "Mama, I'm Coming Home" y “No More Tears” se incrustaron en mi memoria, como el remache de una campera de cuero, revelando la versatilidad de un artista que podía pasar de la furia desenfrenada a la emotividad más pura.
Ozzy Osbourne fue mucho más que un músico; fue un fenómeno, una fuerza de la naturaleza. Su apodo, "El Príncipe de las Tinieblas", no era solo un cliché; era una descripción precisa de su persona pública y su impacto cultural. Con Black Sabbath, él y sus compañeros forjaron un sonido que definió el Heavy Metal, un género que resonó con millones de almas en busca de algo más crudo, más real, algo que rompiera con las convenciones. Su voz, una mezcla única de melancolía y amenaza, se convirtió en el sello distintivo de una banda que exploraba temas de oscuridad, desesperación y crítica social. Pero la vida de Ozzy no fue solo éxito; estuvo marcada por excesos, controversias y una lucha constante contra sus propios demonios. Cada escándalo, cada titular sensacionalista, solo cimentaba su leyenda, lo convertía en una figura casi mítica, un anti-héroe adorado por legiones de fans. A pesar de los altibajos, su resiliencia fue asombrosa. Siempre regresaba, siempre encontraba la forma de reinventarse, de seguir creando música que conectaba con su audiencia. Su carrera en solitario fue una prueba de su genio individual, produciendo álbumes que se convirtieron en clásicos y que lo mantuvieron en la cima del rock durante décadas.
Tiene que haber Música...
Y así llegamos a "Dreamer", una “Power Ballad” que,
en el vasto catálogo de Ozzy, brilla con una luz diferente. En un primer
vistazo, la canción parece una simple melodía de esperanza, una declaración de
buenos deseos para las generaciones futuras. Sin embargo, al adentrarnos en su
filosofía y psicología, descubrimos capas de complejidad y una profundidad que
quizás pocos esperarían del "Príncipe de las Tinieblas". La letra,
escrita desde una perspectiva paterna, refleja un deseo de un mundo mejor para
sus hijos, un contraste sorprendente con la imagen caótica y a menudo
autodestructiva que el propio Ozzy proyectaba. Es una expresión de
vulnerabilidad, un anhelo de trascendencia a través de la esperanza y el amor.
Ozzy Osbourne ha emprendido su último viaje, pero su legado, como el de los grandes soñadores, perdurará.
Para mí, que me enamoré del Heavy Metal en los años 80, con discos de bandas vilipendiadas como Bonjovi, Def Leppard, WASP, Poison, luego “evolucionando” al Thrash, pasando al Doom, Symphonic, Power, Melodic Death, Progressive, Gothic y tantos otros subgéneros del Metal, Ozzy no fue solo un músico; fue una inspiración, un catalizador para la exploración musical y una figura que encarnaba la libertad de expresión en su forma más pura. Su música seguirá resonando en mis auriculares, en la memoria de aquel autoservicio de Parque del Plata, resonando aún entre cada piña de cada pino de ese hermoso balneario y en el corazón de millones de fans en todo el mundo. Descansa en paz, Príncipe de las Tinieblas. Tu sueño, y el de todos los que te escuchamos, sigue vivo.
Soñemos juntos.
Dare to Dream
Photo caption. Back to the beginning: Ozzy surrounded by a constellation of stars from the genre that Black Sabbath built. The Prince of Darkness's Last Journey... Farewell, Ozzy Osbourne...
On the afternoon of Tuesday, July 22, as the bus wound through the streets of Montevideo on its way to my psychologist's appointment, news shook my world. Ozzy Osbourne, the inimitable Prince of Darkness, had embarked on his eternal tour. Tears, treacherous and sincere, streamed down my cheeks, a silent torrent that carried away decades of memories and a connection forged in the heaviest riffs, the darkest melodies, and the most intense lyrics.
I'm 48 years old, an engineer, a father of two, and a Uruguayan who, since the age of 14, has breathed Heavy Metal. Yes, I also have a past that pulls me between Roxette ballads and good melodic, sweet pop, but let him who is without sin put on his studded leather jacket and come headbang with me. Heavy Metal has been the soundtrack of my life, and Ozzy, its most emblematic figure. Uncle Ricardo himself, Ricardo Iorio, had a very favorable opinion of Ozzy Osbourne's lyrics, even suggesting they should be subtitled in Spanish and widely disseminated in the media to promote personal growth.
My love for Heavy Metal began in adolescence, and I soon immersed myself in the Thrash of MetallicA and Megadeth, two of the immovable pillars in my collection. But I didn't stop at just speed and aggression. The melodic depth and sharp riffs of bands like Soundgarden and Alice In Chains, which undoubtedly draw from Tony Iommi's original source, also captivated me. And what can be said of Doom Metal, that hypnotic genre of sluggish tempos and heavy chords, a true immersion into sonic darkness. In this universe of powerful guitars and raw vocals, Ozzy Osbourne stood as a central figure, not only as the vocalist of Black Sabbath, the founding fathers, but also as a solo artist who managed to transcend the genre and leave an indelible mark.
That's how I feel. MetallicA, Megadeth; from Uruguay: Reytoro, Chopper; from Argentina: Almafuerte, Hermética; they all have put music and words to my biography in real time. I decode reality through the lyrics of these and other bands I like. I cry at concerts, even if I'm watching them on TV, because I remember (in Spanish, "remember" means "to pass through my heart again") every experience I associate with a particular lyric.
Since 1992, there's been "The Theatrical Version" of MetallicA's "The Unforgiven," and I still haven't been able to overcome "something" that groans deep inside me. I break down with bitterness when I watch the video; my throat knots up, and I stop singing. "Sé Vos" ("Be yourself", like another excellent song my "Audioslave", but with a different meaning) by Almafuerte is another perennial stab. This is the Legacy we are called to preserve, the Spirit of Metal.
I try to go to various types of public shows (except "cumbia"), and at Metal concerts, that's where I see the greatest respect for others, be it woman, man, gay, lesbian, dog, cat, "bolso" (Nacional fan), "manya" (Peñarol fan), "zurdo" (leftist), "facho" (fascist), or whatever.
Back to the script of memory...
It was in the summer of 1992, during a family vacation in Parque del Plata, in the northern area, when my path unexpectedly crossed with Ozzy's. The hot afternoons were spent in the Arroyo Solís Chico (Solís Chico Stream), but my ears were always attentive to music. It had been that way ever since the last time I participated in the "Cacho Bochinche" program and won a "SQNY" walkman (yes, the second letter was a "Q," not an "O"). I wore that device out, just as I ruined original and pirated cassette tapes.
At the self-service store on Avenida Argentina, provisions and melodies were exchanged. The manager, who I seem to recall was of Italian origin and only a few years older than me, was a true musical curator; he had an almost religious devotion to one album: "No More Tears."
Again and again, the disc spun on the store's jukebox, flooding the atmosphere with Ozzy's unmistakable sounds. I vividly remember the powerful drums, the catchy riffs of guitarist Zakk Wylde (a prodigy who later formed his "Black Label Society"), and some songs that I later learned were co-written by Lemmy Kilmister (bass, vocals, and leader of Motörhead), the pounding bass (is that the right word?) of Mike Inez (part of Alice In Chains), and Ozzy's voice, which sometimes sounded raw and deranged, and at other times, surprisingly melodic and vulnerable.
It was then that my fascination with the "Prince of Darkness" solidified, a fascination that would last for decades. The album "No More Tears" became a rosary of personal anthems from that summer, an unexpected soundtrack for adolescence and the discovery of new sounds. Tracks like "Mama, I'm Coming Home" and "No More Tears" became embedded in my memory, like a rivet on a leather jacket, revealing the versatility of an artist who could go from unbridled fury to the purest emotion.
Ozzy Osbourne was much more than a musician; he was a phenomenon, a force of nature. His nickname, "The Prince of Darkness," wasn't just a cliché; it was a precise description of his public persona and cultural impact. With Black Sabbath, he and his bandmates forged a sound that defined Heavy Metal, a genre that resonated with millions of souls seeking something rawer, more real, something that broke with conventions. His voice, a unique blend of melancholy and menace, became the hallmark of a band that explored themes of darkness, despair, and social criticism. But Ozzy's life wasn't just success; it was marked by excesses, controversies, and a constant struggle against his own demons. Every scandal, every sensational headline, only cemented his legend, turning him into an almost mythical figure, an anti-hero adored by legions of fans. Despite the ups and downs, his resilience was astonishing. He always came back, always found a way to reinvent himself, to continue creating music that connected with his audience. His solo career was proof of his individual genius, producing albums that became classics and kept him at the top of rock for decades.
There Must Be Music...
And so we come to "Dreamer," a Power Ballad that, in Ozzy's vast catalog, shines with a different light. At first glance, the song seems like a simple melody of hope, a declaration of good wishes for future generations. However, as we delve into its philosophy and psychology, we discover layers of complexity and a depth that perhaps few would expect from the "Prince of Darkness." The lyrics, written from a paternal perspective, reflect a desire for a better world for his children, a surprising contrast to the chaotic and often self-destructive image that Ozzy himself projected. It's an expression of vulnerability, a yearning for transcendence through hope and love.
"Dreamer" is an anthem to personal Utopia, a vision of peace and harmony that contrasts sharply with the turbulence of his own existence. It's as if, amidst the noise and fury of Heavy Metal, Ozzy found a haven of tranquility to reflect on what truly matters: the legacy we leave to those who will come after us. The song advocates for unity, understanding, and the end of war and suffering. It's a testament that even those who have explored the darkest corners of the human soul can long for light.
"Dreamer" is an act of redemption. Ozzy, a man who has lived on the edge, who has faced addictions and personal demons, offers an introspective look at his desire to be a better person, not only for himself but for his loved ones. The song is a raw and heart-wrenching catharsis, a way of expressing regret for past mistakes and a commitment to a more positive future. Ozzy's voice in "Dreamer" is soft, almost whispering in some passages, which reinforces the feeling of intimacy and sincerity. It's an Ozzy stripped of his armor, showing his heart and soul. It reveals a facet of him that was often overshadowed by his stage persona, a facet of a concerned father and a reflective human being. Ultimately, "Dreamer" is a reminder of the complexity of the human condition, that even in the most iconic and seemingly one-dimensional figures, there are unsuspected depths of thought and emotion.
Ozzy Osbourne has embarked on his final journey, but his legacy, like that of all great dreamers, will endure.
For me, who fell in love with Heavy Metal in the 80s, with albums by reviled bands like Bon Jovi, Def Leppard, WASP, Poison, then "evolving" to Thrash, moving on to Doom, Symphonic, Power, Melodic Death, Progressive, Gothic, and so many other Metal subgenres, Ozzy was not just a musician; he was an inspiration, a catalyst for musical exploration, and a figure who embodied freedom of expression in its purest form. His music will continue to resonate in my headphones, in the memory of that self-service store in Parque del Plata, still echoing among every pine tree in that beautiful resort, and in the hearts of millions of fans worldwide. Rest in peace, Prince of Darkness. Your dream, and that of all of us who listened to you, lives on.
Let's dream together.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarAutocensura, NO. Tampoco quiero que la empresa AFAP y de Seguros, tenga estacionamiento propio, por lo que autos en SURA, NO.
BorrarOzzy no solo marcó las bases de todo un género musical, tanto sus melodías como ideologías, sino que también reinventó y reescribió sobre lo escrito. Un género que en los ojos más conservadores se fue ganando la mala fama de estar colmado de agresividad, desmotivación, locura y excesos, mala fama "sustentada" en parte por algunas acciones de quienes lo representan. Ozzy logra demostrar que eso es solo la punta del iceberg, redescrubriendose a sí mismo y a su música, cambia las reglas del juego que él mismo había creado. Tanto en sus obras como en posteriores apariciones públicas (por ejemplo su reality show "The Osbournes") logró mostrarse como una persona llena de amor, aceptación y como ya lo dice la publicación, una persona que no dejó de soñar.
ResponderBorrarSerá extrañado por quienes fueron cercanos y por quienes ganaron cercanía mediante su música. Ya lo dijo su hija Kelly: “I feel unhappy. I am so sad. I lost the best friend I ever had”.
Yo para mí, pienso de qué, viniendo esta reflexión suya, de una persona con "apenas" 19 años, es el propio ejemplo de que perfectamente podría haber publicado Ustét en este Blog. Gracias por sus sabias palabras, estimada.
BorrarPD: Personalmente, el reality chóu que Ustét menciona, tanto como "Some kind of monster" de MetallicA, en el cual "supuestamente" los integrantes del cuarteto de Thrash de la San Francisco Bay Area se muestran "tal cual son", son realmente aberrantes. Si eres Metalero, mantente alejado de las cámaras, salvo para grabar esos excelentes videos musicales. MSP (Metaleros por la Salud Personal [de sí mismos]).
Puede ser. Como cualquier reality tiene las cosas espantosas que tiene la televisión. Por otro lado escuché de muchas personas que justamente destacan éste por mostrar un modelo de familia distinto a lo que había en la tele, una familia ruidosa, que decía palabrotas, hablaban alto, etc pero también se mostraba lo mucho que se amaban y se mantenían unidos. La moraleja no era cambiar su apariencia para acomodarse con el estereotipo de padre de familia estadounidense como si esa fuese la unica forma de ser buen padre/esposo, era mostrar que ser "distinto" o "rebelde" y ser una buena persona, empática y amorosa no son conceptos excluyentes . Por más que sea con cámaras y una mega producción detrás, el mensaje que varias personas entendieron de el programa me parece muy positivo. Igual destaco principalmente lo que hizo Ozzy en su arte, lo que sale realmente de él. Mencioné lo otro para contrastar con las otras apariciones públicas más negativas, también manejadas por medios que escriben la historia como quieren.
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