Los grupos no tienen experiencias, salvo en la medida en que las tienen todos sus miembros. Y no hay experiencias... que todos los miembros de una comunidad científica deban compartir en el curso de una revolución [científica]. Las revoluciones deben describirse no en términos de la experiencia grupal, sino en términos de la diversidad de experiencias de sus miembros individuales. De hecho, esa diversidad en sí misma resulta desempeñar un papel esencial en la evolución del conocimiento científico.
Thomas S. Kuhn
En el mundo profesional y en el mundo académico es habitual que sus habitantes se encuentren más allá de sus oficinas, laboratorios y salones de clase. Esos encuentros son necesarios para que las disciplinas avancen, se sepa lo que se investiga y ocurran sinergias entre quienes lo hacen.
Por allí encontré que el Centro Europeo de Posgrado y Empresa define al congreso como una reunión o conferencia, generalmente periódica, en que los miembros de una asociación, cuerpo, organismo, profesión, colectivo, etc., se reúnen para debatir cuestiones previamente fijadas.
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El Congreso Científico fue la primera y más importante asociación científica internacional de América Latina a comienzos del siglo XX. Aquí reunidos en Washington en 1915. |
En un congreso estándar se espera asistir a la exposición y debate de múltiples ponencias propuestas por personas con un alto nivel profesional o por lo menos con “muchos estudios” alrededor de un tema en común. En general arranca con una conferencia magistral a cargo de algún pope de la materia en cuestión y después de dos o tres días de mesas y simposios hay otra conferencia de cierre, un acto artístico y un brindis final. Es así que quienes asisten o exponen ya saben más o menos cómo es la rutina, igual que le pasa a un niño invitado a un cumple en un salón de fiestas, salvando las distancias.
Pero, ¿es posible hablar de terceros lugares en un entorno tan académico, rígido en sus formas y protocolizado hasta el hartazgo? Mi respuesta es que sí.
A pesar de que podemos ir porque trabajamos enseñando o investigando la disciplina de turno y queremos saber más, también vamos a socializar, a encontrarnos con otros y descubrir que nos pasan las mismas cosas buenas y malas, tanto a nivel profesional como personal. Y hablando se entiende la gente y pensando juntos se llegan a mejores soluciones.
En épocas de emergencia sanitaria muchos congresos pasaron a ser virtuales o híbridos. Perdimos así la charla de pasillo, las corridas entre salones, el descubrimiento azaroso de un subtema que desconocíamos, el coffe break y las salidas nocturnas. Pero por suerte esas dinámicas han regresado y muchas veces habilitan que sepamos qué está estudiando otro colega de nuestra misma facultad aunque para ello tuvimos que tomarnos un avión.
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Primeras jornadas de estudios feministas In[ter]disciplinadas realizadas en Cenur Litoral Norte, sede Salto en octubre de 2022. En noviembre de este año se hace el Primer Congreso en Montevideo. |
Obviamente los congresos más atractivos son los que se dan fuera de nuestras fronteras y, si conseguimos financiamiento, podemos pagar pasaje, alojamiento e inscripción para poner pie en ciudades lejanas. Pero claro, se va al congreso a aprender pero también se va a conocer y a disfrutar de unos días fuera de las rutinas domésticas y familiares. Eso da pie a múltiples comportamientos humanos que intentaré caricaturizar con el mayor de los respetos en las siguientes líneas.
Quien se toma las cosas en serio
Lo podemos identificar porque lleva el programa ya impreso desde casa con las ponencias que más le interesan marcadas con flúo. Sale al coffee break casi que por compromiso con su ansiedad puesta en llegar al siguiente salón y no perder nada de lo presentado por sus colegas. Soy de estas personas. Bueno, no siempre.
Catando el café
No tiene ninguna vergüenza de atracar junto a la mesa de bocaditos como si no hubiera otra dentro de dos horas. Muchas veces, ya habiendo evaluado el servicio, cae el segundo día sin desayunar sabiendo qué delicias lo esperan. Sale antes de que termine la última ponencia para llegar antes incluso que los mozos. Sé de gente que lleva el termito y pide que le sirvan en él con la excusa de no contaminar con los vasitos descartables. Pero “no sé de quién hablan, no conozco a las personas”. Estos cortes o el brindis de cierre están siempre en la agenda de los que aquí en Uruguay conocemos como perejiles. En 2007, Federico "Biyu" González hizo un documental sobre estos personajes que aduciendo estar cubriendo el evento le daban a la muela sin lástima. Igual en ese mismo filme se puede comprobar que muchos de los verdaderos periodistas también tienen mandíbulas batientes de calidad.
El almuerzo larguero
Muchas veces los colegas locales invitan a los extranjeros a almorzar llevándolos a lugares donde se come rico y barato. En Santiago de Chile, por ejemplo, terminamos almorzando en un “casino” dentro de un cuartel de bomberos. Pero, claro, entre el traslado, la espera del servicio y la charla entre compañeros a veces esa hora y media se alarga sin querer y se llega tarde a la segunda parte de la jornada. Igualmente son terceros lugares imprescindibles para profundizar en lo que se presentó en quince minutos y de paso hablar de los hijos, los estudiantes y múltiples devaneos del ejercicio profesional. Se supone que el alcohol no corre en este corte para el almuerzo pero puede pasar que algún colega vuelva medio afectado. A veces también se aprovecha para ir de compras o visitar algún museo y el truco está en tener alguna mochila que permita guardar las bolsas para así mantener la compostura.
A brillar, mi amor
Las jornadas a veces llegan a durar diez horas y lo que más queremos al final es distendernos y conocer algo de la ciudad. Pero se hace tarde y muchas veces los boliches cierran temprano comparados con la noche montevideana. En cuestiones de vestimenta he visto mucha variedad en estos años y yo misma he ido modificando mis decisiones de vestuario. Si al principio pensaba mucho en la pinta y en un tono más circunspecto, eso fue deviniendo en mi caso en pensar en usar ropa que al mismo tiempo que fuera prolija también fuera cómoda. Los tacos bajos o incluso championes, nada de pasar frío por mostrar los hombros. Pero por la noche nos lucimos más y puede ser que llevemos una blusa con algo más de onda para ir a bolichear dobladita en la mochila.
Turismo académico
Llegan el primer día con cierto desparpajo. Asisten a la conferencia inaugural, a alguna ponencia de colegas de su propia universidad, marcan asistencia y de pronto, cual acto de magia, no se los ve más en el resto de la tarde. Van con la credencial colgando del cuello y el Google maps abierto en el celular. Mochila lista, con botellita de agua, snacks y unos buenos championes para recorrer la ciudad.
Vale aclarar que esta mirada humorística sobre los congresos y algunos de sus habitantes no busca desprestigiarlos. Sigo pensando que son muy necesarios para que la investigación científica avance y para que quienes la llevan adelante interactúen y conozcan otras realidades más allá de sus aulas o despachos. Y para ello es evidente que se necesitan terceros lugares más distendidos, tiempos y espacios para recordarnos que los académicos también somos personas.
¿Nos vemos en la próxima columna?
Quizás haya coffee break para compartir…
¡Gracias por leerme!
Tuve la experiencia de ser coordinador de un proyecto de Uruguay integra UE en 2011, la verdad que leyendo me vino a la mente la experiencia de las reuniones mensuales de avance con los otros proyectos, que si bien no eran congresos académicos, era una experiencia.muy similar en cuanto al intercambio con otros técnicos, de sus aprendizajes, ganadas y de las otras, más que interesante.
ResponderBorrarGracias
Gracias por tu lectura, Ale. A pesar de que me centré en los congresos captaste la intención que tuve de rememorar estos espacios de encuentro entre gente que labura de lo mismo, lleven el nombre que lleven, pero que sirven para aprender y crear juntos. Abrazo!!
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