A Roma se la conoce como la Ciudad Eterna, la capital de un imperio vasto que abarcaba la mayor parte del mundo conocido en su época. Herederos de las culturas fenicia y helénica, los romanos crearon una identidad propia, absorbiendo todo lo útil en cada lugar donde se posaba el águila de sus legiones.
Este resumen de casi 1800 años de historia lo debo al periodista Indro Montanelli. Originario de Fucecchio, una pequeña localidad de la Toscana, salpicada de verde y azul junto al Mediterráneo, donde tal vez algún ancestro suyo o mío descendió de los trirremes. Estudió derecho, literatura y ciencias políticas en la Universidad de Florencia, lo que le sirvió para convertirse en periodista y seguidor de Mussolini. Estos conocimientos también lo llevaron a empuñar un fusil en la campaña de Abisinia.
El idealista Montanelli pronto chocaría con el carácter implacable del carismático líder de aquella Roma, Benito Mussolini. En una recepción para periodistas de la publicación L'Universale, tras una apología en favor del pueblo judío, el dictador italiano se le acercó y le dijo: "El racismo es porquería de gente rubia".
Montanelli en su juventud |
Sus peripecias lo llevaron hasta España en 1937, en plena Guerra Civil, esta vez con un bolígrafo y una libreta para narrar lo que ocurría para el diario Il Messaggero. Pasear por Europa hace casi un siglo no era lo mismo que hoy en día. Ese "paseo" lo obligó a poner en práctica sus dotes de pensador y narrador. Ver la situación de aquel país y la intervención de Italia en aquella matanza fratricida lo hizo cambiar de parecer acerca de sus filias, escribiendo artículos muy críticos con la política exterior de su país. Sabido es que Benito no toleraba la crítica, así que la cabeza de Montanelli tenía precio a su regreso. Fue expulsado del partido y del gremio de periodistas. La gota que colmó el vaso cayó en 1943, cuando publicó un artículo revelando la historia de amor entre Il Duce y Carla Petacci.
Acabó prisionero de los alemanes, condenado a muerte. Sin embargo, poco antes de su ejecución, logró escapar de la cárcel de San Vittore y huir a Suiza, de donde regresaría tras la caída de Mussolini y el Tercer Reich. Es costumbre italiana desde los tiempos de la República escribir contra los poderosos y terminar muerto o exiliado, una tradición que la cultura occidental ha adoptado con diligencia.
Fue por esta época es que nació en Nápoles Edoardo Bennato. El irreverente trovador napolitano emergió en la década de los 70 como una chispa en la escena musical italiana, fusionando rock, blues y folk con una lírica afilada y subversiva. Nacido el 23 de julio de 1946, Bennato creció en un ambiente donde la música era más que un pasatiempo; era una forma de vida. Sus primeras influencias provinieron de la música tradicional napolitana, pero pronto encontró su verdadera voz en los sonidos revolucionarios del rock británico y americano.
Armado con una guitarra y una armónica, Bennato debutó en 1973 con el álbum Non farti cadere le braccia, una declaración de intenciones que ya mostraba su habilidad para mezclar melodías pegajosas con letras mordaces. Pero fue en 1977, con Burattino senza fili, cuando se consolidó como un fenómeno cultural, reinventando la historia de Pinocho para criticar la sociedad italiana. Bennato no solo cantaba, sino que desafiaba el statu quo, convirtiéndose en la voz de una generación que ansiaba cambio y autenticidad. Sin embargo, no sería hasta 1990 que alcanzaría fama mundial, al grabar junto a Gianna Nannini la canción oficial del Mundial de fútbol celebrado en Italia.
Montanelli y todos nosotros cantábamos al unísono el himno de aquel rutilante evento; lo enseñaban en la escuela y lo pasaban por la radio sin cesar. Con perdón de Shakira y sus múltiples composiciones de carácter similar, no cabe duda de que aquella canción sigue siendo el mejor homenaje al fútbol jamás creado. Porque los descendientes de aquellos legendarios romanos no saben hacer nada a medias, una herencia maldita que tal vez marca a muchos de nosotros. Seguro que a mí sí.
Los protagonistas del mundial del 90 |
Montanelli dijo sobre este legendario pueblo:
"Lo que hace grande la Historia de Roma no es que haya sido hecha por hombres diferentes a nosotros, sino que haya sido hecha por hombres como nosotros. Ellos no tenían nada de sobrenatural, pues si lo hubiesen tenido, nos faltarían razones para admirarles. Entre Cicerón y Carnelutti hay muchos puntos en común. César fue de joven un gran canalla, mujeriego toda su vida y peinaba bisoñé porque se avergonzaba de su calvicie. Esto no contradice su grandeza de general y de hombre de Estado. Augusto no pasó todo su tiempo, como una máquina, organizando el Imperio, sino también combatiendo la colitis y los reumatismos, y por poco no perdió su primera batalla, contra Casio y Bruto, a causa de un ataque de diarrea".
Leer a Montanelli en las noches de Barcino me permitió entender esto y también que la ciudad eterna y el imperio que se pensaba asì terminó un día, y que las guerras jamás hicieron grande a nadie. Por último, pero no menos importante, que incluso una diarrea puede cambiarlo todo.
¡Sigo aprendiendo y conociendo mundo! Gracias por el viaje
ResponderBorrarGracias Jimes, un placer que acompañes!!! esperando la nueva entrega del tercer lugar!!!!
BorrarQue buena historia!, una de mis canciones favoritas Viva la Mamma, por el swing, el toque rocanrolero y la melodía pegadiza.
ResponderBorrarGracias Miguel!!! Edoardo tiene grandes canciones, discos, pero Viva la mamma es uno de los tremendos hits que marcò una època. Saludos!
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