Salud mental

Hablemos de salud mental. Escuché estas palabras mientras cocinaba o hacía no sé qué. ¿Por qué no? Me quedé pensando. Recordé a Philip K. Dick. Este autor de ciencia ficción fue un paranoico tan grande que su vida fue una auténtica tortura que alimentó su literatura, consumiéndolo en el proceso y esperando librarse de su incómodo creador para así llegar al gran público.

Desde sus primeros días de vida se comenzó a gestar su paradoja existencial. Nacido en Chicago el 16 de diciembre de 1928, en principio eran mellizos, pero su hermana falleció con tan solo un mes debido a una alimentación deficiente. Fue enterrada y, de paso, se colocó también una tumba para Philip, con la fecha de nacimiento inscrita y la incógnita abierta: la fecha de defunción. Si esto no es suficiente para tener algún que otro trauma desde muy pequeño, cabe decir que Dick era un tipo corpulento, generalmente con sobrepeso, y esto incitaba en él la idea de que, de alguna manera, había asesinado a su hermana quitándole el alimento.

  Philip de joven
                                                                       

Toda su vida fue un "freak" según los términos modernos: no se le daba bien lo social, pasaba mucho tiempo solo escuchando música o leyendo y, por supuesto, escribiendo. A la ecuación, el tiempo le agregó psicofármacos, primero recetados y luego autoadministrados, y también, por qué no, alucinógenos. Era una bomba nuclear que logró estallar en enormes obras como “El hombre en el castillo”, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (en la que se basó Blade Runner) o “Ubik”, por nombrar solo un puñado de sus 36 novelas y unos 200 relatos escritos en sus 53 años de tortuosa existencia.

En otra ciudad, con un carácter más obrero, crecía un joven casi en las mismas circunstancias: un tal John Lennon. Hijo de madre a la que dejaron sola, luego debido a algunos “problemas” de salud mental, fue criado por una tía. Pasaba mucho tiempo en casa de amigos y primos escuchando y haciendo música. La diferencia radicaba en que el espíritu de este joven Lennon era más bien extrovertido. Su amor por la música, lejos de alejarlo de lo social, lo obligaba a asociarse para lograr su visión, todo lo contrario del escritor. Se lo definía como “un muchacho despreocupado, de buen humor, dócil y alegre”. El agua y el aceite.

A ambos les llegaría la notoriedad pública. A Lennon muy pronto y muy rápido, a Dick tarde y de a poco. La terrible existencia anodina del escritor prolífico de cuentos de marcianos no se parecía en nada a la de los referentes actuales del género fantástico como George R. R. Martin o J. K. Rowling. Pero su extraño mundo sería iluminado por una llamada telefónica.

Un amigo escritor suyo, que sí gozaba de cierta fama de beatnik, el psicólogo y escritor Timothy Leary, chamán de la psicodelia, estaba en una habitación de hotel nada más ni nada menos que con John Lennon en Canadá y adoró una de sus novelas. Al enterarse de que este tipo conocía a Dick y en un colocón enorme de vaya a saber qué sustancias, decidieron llamarlo por teléfono. Philip no lo podía creer. Lennon lo tildó de genio y hasta le propuso realizar una película basada en sus historias y le contó que había incorporado ideas de sus novelas en el disco Sgt. Pepper's.

 Lennon de joven
                                                                      

Los últimos años de vida de Philip se vieron marcados por una escritura frenética y sin un hilo argumental, unas 8.000 páginas conocidas como “La exégesis”, manuscrito que ni siquiera el mayor experto en el autor y su obra se molestó en leer por completo. Además, estas teorías se solidificaron en un discurso que dio en Metz, Francia. Debe ser muy difícil dejar perplejo a un auditorio fanático de la ciencia ficción y seguidores de Dick, así que imaginen el contenido o pueden verla completa, si es que la soportan. Hay un fragmento que lo sintetiza todo: “En lo que es quizá una sucesión infinitamente repetida de presentes, somos como las agujas de un gran reloj barriendo eternamente el mismo círculo, arrastrados todos sin saberlo, y sin embargo portadores de un sordo conocimiento.”

Blade Runner fue la adaptacion que llevò a la fama la obra de Dick.

Viendo la televisión se enteró de la noticia: un loco había disparado por la espalda a John Lennon mientras entraba a su casa. Murió poco después y su asesino fue apresado. Al igual que Dick, Chapman era un paranoico y nadie sabía muy bien qué hacer con esas personas. Dos años después, el escritor llamaba a su terapeuta por tercera vez en el día, como usualmente hacía: ahora se quejaba de visión borrosa. Colgaron.

Al otro día, los vecinos de Philip se extrañaron de no verlo en su ritualista funcionamiento diario y se alarmaron. Lo hallaron en el suelo de su casa. Había sufrido un derrame cerebral y unos días después fue desconectado del soporte vital y murió.

La mente es el cordón de un infierno o un murito frente a un atardecer que nos conmueve. Aparentemente, no podemos elegir cuál va a ser la calle que vamos a transitar por dentro. 

Hoy en día se habla mucho de cuánto podemos hacer para desencadenar nuestro máximo potencial, ser nuestra mejor versión o crear hábitos abundantes. También hay aspirantes a presidentes que quieren que hablemos de ansiedad. Como bien dijo Philip K. Dick en su conferencia: “Si ustedes encuentran este mundo malo, deberían ver alguno de los otros.” 

Y eso que en este mataron a Lennon.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Un tipo muy particular, gran escritor! y como buen escritor de ciencia ficcion, tiene que ser con iniciales. Si un dia hago una comlumna de ciencia ficciòn, me cambio a J.P. Franzetti. Un abrazo!

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  2. Preciosa columna Juan Pablo, no conocía la historia. Gracias

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  3. Un saludo para el Gran Jacques Cousteau, padre de "otro" Philip... ¿O era Philippe? Como sea, hablando de ciencia ficción, tenemos al monstruo Cthulhu de H. P. Lovecraft, mientra a Cousteau Jr. lo vejó un morso. La "P" de Lovecraft es por "Phillips", ¿ven como todo cierra? ¿Coincidencia? ¡Ah, yo creo que no! ¡Cerrá y vamos!

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  4. Escribiendo en serio... Qué tema esto de la salud mental. Temo que cualquiera de nuestros políticos carece de la integridad e inteligencia como para encarar este problema nacional de la forma que nos merecemos. Tenemos una de las tasas más altas de suicidios, tenemos los índices macroeconómicos (PIB per cápita, IDH, entre otros) como para no tener esos problemas, no obstante lo cual, la epidemia de vidas desgarradas por esa decisión, nos sigue desangrando...

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    1. Adhiero a cada palabra, y la verdad es que el cambio debe ser tan profundo, que se neceista ser adical. Al igual que el tema del trato desigual hacia las mujeres y la violencia en todos los niveles de la sociedad. Cuidar nuestra parcela de vida, tratar con amor a los nuestros y tratar de comprender lo complejo que es salir de la puerta de casa para muchas personas quizas haga que algùn dia la empatia sea "de serie", como hicieron con la reglameentacion de los airbags. Gracias por tu comentario y por leerme!

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