Cuando el apellido es una carga


En el día de hoy les traigo una de esas historias de la Segunda Guerra Mundial que quizás no todos conozcan. Esta vez no les voy a contar de batallas o héroes, sino de un personaje que por el simple hecho de portar un apellido “especial” tiene un lugar reservado dentro de estas columnas. Se trata de William Patrick Hitler, sobrino de Adolf Hitler.

William, nacido en Liverpool, Reino unido, el 12 de marzo de 1911, era hijo de Alois Hitler y de su primera esposa de origen irlandés, Bridget Dowling. Alois era un hombre que escapaba de sus responsabilidades así que en 1914 y siendo un niño, William se fue a Alemania dejando a su mujer e hijo librados a su buena suerte.

Luego de terminada la Primera Guerra Mundial, Alois fue dado por muerto, aunque en realidad estaba vivo y a salvo trabajando de barbero. Se había vuelto a casar con una alemana llamada Hedwig Heidemann. Fue descubierto y acusado de bigamia, motivo por el cual podía ser encarcelado, pero logró zafar de la prisión porque su esposa anterior, Bridget, no quiso acusarlo.

La relación entre Alois y su hijo William se recompuso en 1929, cuando el muchacho tenía 18 años. Alois invitó a su hijo a conocer a su tío Adolf Hitler en un acto. Deslumbrado por la rama familiar de la que él poco conocía, William, que por aquella época estudiaba para ser contador, logró ver una salida para su vida.

A los 30 años dejó su hogar y viajó a Alemania planeando beneficiarse con su posición familiar. Se afilió al Partido Nacional Socialista y esto le abrió las puertas a un trabajo en un banco de Berlín, así como también a una fábrica de automóviles. Con respecto al vínculo con su tío, tuvieron encuentros muy esporádicos y sin mucha repercusión para él.

Todo iba bien para William hasta que Adolf Hitler se convirtió en canciller. A partir de ese momento el sobrino cortó todo tipo de relaciones familiares y se dice en muchas publicaciones que el mismo William había amenazado a Hitler con filtrar a la prensa secretos familiares, como por ejemplo el suicidio de una sobrina que había sido amante de Hitler, o el hecho de que su abuelo era judío. De a poco William se fue convirtiendo además de un problema, en su enemigo más peligroso, ya que podía dar detalles al mundo de él y su pasado turbio.

Se dijo que muchas de estas amenazas de William a Hitler las hizo para poder obtener un puesto de interés dentro de sus filas, pero Hitler no se dejó chantajear y le dijo a su sobrino que para poder llegar a algo al lado de él, tenía que renunciar a su nacionalidad británica y adoptar la alemana. Ante esto, William decidió retornar a Gran Bretaña y declinar la propuesta de Hitler ya que si abandonaba su nacionalidad para convertirse en alemán, su tío podría matarlo sin grandes repercusiones.

De vuelta en Gran Bretaña, William fue objeto de varias entrevistas de prensa en las cuales se despachó contra su tío. Las reacciones de Hitler no se hicieron esperar y lo convocó a una reunión en Berchtesgaden, donde se ubicaba la nueva casa de Hitler. Según contaba William, su tío estaba muy enfurecido, caminaba de un lado hacia otro mientras le lanzaba todo tipo de insultos, con los ojos totalmente desorbitados. Le dijo que si volvía a decir o escribir algo de su vida privada lo mataría. Aquel encuentro en Berchtesgaden fue la última vez que vio a Hitler.

En 1939, William ya sabía que llevar el apellido Hitler era peligroso, así que pasó a ser William Patrick Stewart Houston. Con su nueva identidad e invitado por el magnate de los medios de comunicación, William Randolph Heart, viajó a Nueva York junto a su madre e inició una gira donde habló sobre el régimen nazi. Siempre tuvo miedo a las represalias por el chantaje que le hizo a su tío, así como por las amenazas que recibió la última vez que lo vio en persona. Ya en los Estados Unidos, estuvo en la mira del FBI y de su director, Edgar Hoover, por el hecho de ser sobrino de Hitler.

Publicidad de su visita a Estados Unidos.


Patrick junto a su madre Bridget Dowling en Estados Unidos.

Ya había probado enlistarse en la fuerza aérea británica, pero fue rechazado por sus nexos familiares. Entonces probó suerte en la fuerza aérea canadiense, lo más cercano a su meta real, que era combatir a los nazis, cerca de los aliados y las fuerzas norteamericanas. Pero para poder estar en el frente de batalla, William necesitaba un permiso especial del presidente y del FBI, y para eso envió una carta al presidente Franklin Delano Roosvelt solicitándole una oportunidad para unirse en su lucha contra la tiranía y la opresión.

William Patrick prestando juramento.


Patrick con su uniforme.

Después de ser investigado y previo a la autorización final y a su juramento de lealtad, fue designado en 1944 al Pacífico con la Marina como oficial de farmacia, designación que vino del director del FBI John Edgar Hoover. Y fue así que William combatió contra su tío en la Segunda Guerra Mundial. Además de oficial de farmacia, estuvo cerca de los combates curando a las tropas antes de recibir un disparo en una pierna. 

Luego continuó sirviendo en el ejercito hasta 1946. Después de terminada la guerra y avergonzado por todo lo que su tío había generado, se propuso desaparecer y fue así que se mudó a Patchogue Long Island en el estado de Nueva York, donde abrió un laboratorio médico. Se casó con Phyllis Jean Javques y vivió una vida tranquila hasta su muerte el 14 de Julio de 1987. Tuvo tres hijos, Alexander nacido en 1949, Louis en 1951 y el más pequeño, Brian,, en 1965.


La tumba de la Familia Stuart Johnson.

Hasta el día de hoy los Stuart Johnson viven por debajo del radar en Patchogue, lejos de los curiosos y los historiadores que los buscan para saber de sus vidas y los secretos que todavía puedan tener. Se dice que hay un pacto familiar entre ellos para evitar la descendencia de la familia Hitler. El único de ellos que llegó a hablar con un medio de prensa fue el mayor, Alexander, que dijo al periódico alemán Bild: “no oculto mi procedencia familiar, pero no es algo de lo que me enorgullezca”.

Comentarios

  1. Que buena recopilación de imágenes y datos.

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  2. Desconocía totalmente la historia.
    Gracias Claudio!

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  3. Siempre quise saber si el apellido Hitler había sobrevivido a su más tristemente famoso exponente.

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  4. Excelente nota. Datos desconocidos para mi

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  5. Siempre tendencioso, de Cuba y Venezuela no decís nada?

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  6. Gran columna gran. Aplaudan, aplaudan no dejen de aplaudir.

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  7. Cuando el cuento del tío se vuelve turbio... Gracias por la información!

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  8. Excelente Claudio que gran columna
    Cómo dice el dicho, el tío Adolfo.

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  9. Bien Claudio, bien. Aplausos y más aplausos.

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