Opciones

Iba a decir que no siempre le emboco en las decisiones que tomo pero debería decir: casi siempre me equivoco entre las opciones que elijo. Porque el error está, muchas veces, no en la elección sino en las opciones que consideré. Paso a explicarme. 

Cuando estaba en 4⁰ de liceo, a mi y a todos los compañeros de la generación nos hicieron uno de esos test vocacionales. Asumo que era medio berreta, porque recuerdo claramente que una de las preguntas decía algo así como “qué te gustaría ser de grande”? A esa pregunta respondí “Arquitecta”, porque como te dije la semana pasada, era algo así como el mandato de familia. Resultado del test: arquitecta o enfermera. 👀

En ese momento me reí, me reí fuerte. El colegio (y por ende mis viejos) habían pagado ese test para decirme lo que ya “sabía” y darme otra opción, que jamás de los jamases iba a elegir, porque si hay algo que no podría hacer en la vida es poner una vía. 

Como te dije antes, para ese entonces desconocía la mayoría de las opciones laborales, me ofrecían las básicas y yo era poco curiosa en ese aspecto. Por lo que al momento de elegir, a pesar de tener muchas opciones, para mí las únicas eran ser abogada, escribana, médica, contadora, ingeniera, arquitecta o docente. 

La cuestión es que quienes me rodeaban asumieron que yo conocía la pluralidad de opciones laborales, las variables del mercado y mis capacidades. Y la realidad es que no, la realidad es que tomé una decisión muy consciente y analizada, sí, pero entre las opciones que pensaba que tenía.

Eso me sigue pasando, la gente que me rodea asume que conozco todo el abanico de opciones, ¡PERO NO RAÚL! ¡NO SOY TAN VIVA! Soy bastante distraída y se me pierden un montón de cosas. Así que te pido por favor, que cuando vaya a tomar una decisión y te pregunte qué te parece, me digas QUÉ TE PARECE, porque realmente necesito esa opinión, porque yo sí doy por sentado que hay opciones que no consideré. 

Después veo si me sirve o no, pero vos metete, decime si le estoy errando o no viendo algo. Siempre.